martes, 5 de noviembre de 2013

Ajustes, no reformas

Osmar Laffita
laffita-martesCuba actualidad, Capdevila, Boyeros, La Habana, (PD) Las políticas de ajustes estructurales que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial aplicaron a finales de la década de los 80 y la mayor parte de los 90, fueron duramente criticadas por los movimientos de izquierda, que fueron los abanderados del rechazo a tales políticas, que bautizaron como neoliberales.
Los gobiernos que aceptaban los préstamos del FMI y el Banco Mundial estaban obligados a aplicar duras medidas de austeridad, que a quien más hacían sufrir era a los sectores más vulnerables de la población. Los estrategas de ambos organismos crediticios internacionales justificaban tales políticas de ajuste con el argumento de que el único camino para obtener tasas de interés más bajas sobre los prestamos que ellos concedían era a través de la reducción de los los desequilibrios fiscales.
Las terapias de choque estaban dirigidas a promover a costa del empobrecimiento extremo de la población, el crecimiento económico, generador de ingresos, para con ello saldar las deudas que estos países habían acumulado.
El FMI y el BM explicaban que las economías de los países que recibieran préstamos adoptarían una mayor orientación hacia el mercado, lo que los forzaría a concentrarse más en el comercio y la producción y que pudieran mejorar sus economías. El dinero prestado se gastaría de acuerdo con los objetivos globales del préstamo.
El fin que perseguían estos programas de ajuste en los países que se aplicaron no era otro que la desregulación de manera progresiva del control del estado sobre la economía y la privatización de los principales sectores de la economía con miras a reducir en extremo las barreras arancelarias y dar lugar al libre comercio.
El presidente Raúl Castro ha reiterado que no llegó al poder para desmontar el socialismo. Por su parte, el vicepresidente del Consejo de Ministros Marino Murillo ha dicho que "se equivocan los que afirman que en estos momentos se produce una transferencia de la propiedad a manos privadas". Sobre esto, dejó bien claro que prevalecerá la propiedad estatal sobre los medios de producción y de servicios y que se priorizarán las cooperativas por sobre la propiedad privada.
No hay ninguna duda de que en los cincos años que lleva en el poder el general Raúl Castro no se han producido verdaderas reformas en la economía, sino que se han aplicado dolorosas medidas de ajuste que han perjudicado a la mayoría de la población.
El equilibrio fiscal se ha mantenido en los límites tolerables del 3,5%, pero no con el aumento de la producción y los servicios, que en estos últimos cinco años han registrado una marcada desaceleración, sino con la aplicación de una despiadada política en la esfera de la circulación monetaria, que se ha concretado con la incontrolable subida de precio de los productos esenciales, y ha hecho cada día más precaria y miserable la existencia de los cubanos.
En el tiempo que lleva como presidente el general Raúl Castro se ha producido una significativa caída de la producción de bienes. Muestra de ello es la agricultura, que en estos años solo ha reportado incumplimientos, lo que ha obligado al gobierno destinar más de 1800 millones de dólares anuales para la importación de alimentos, que en su mayoría se pueden producir en Cuba.
Lo que en estos cinco años ha producido ingresos más significativos de divisas a las arcas cubanas ha sido la exportación de servicios especializados de personal médico y paramédico, principalmente a Venezuela. Le siguen las remesas, el turismo y en menor medida, la venta de níquel, tabaco y productos farmacéuticos.
La marcada desaceleración en la producción de bienes ha provocado una gran contracción en la entrada de divisa por este concepto, razón por la que el gobierno cubano no ha honrado el pago de los servicio de su astronómica deuda con los acreedores del Club de París y con Rusia.
Tres años después de la reapertura y flexibilización de la actividad privada en Cuba, a fines de 2010, 430 000 personas tienen licencias para ejercer las 181 actividades autorizadas, pero condicionamientos legales limitan al extremo a las pequeñas y medianas empresas (pymes) y la ampliación del mercado, lo que posibilitaría el auge de los servicios y la producción.
Una muestra de que el gobierno cubano no tiene ninguna voluntad de que se consoliden y extiendan las pymes, que han demostrado que promueven el progreso, el crecimiento y son fuente de empleo, es que no acaba de autorizar la apertura de los mercados mayoristas.
La puesta en vigor, el pasado 26 de septiembre, de las resoluciones 41 y 42 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, pretende poner fin a las ventas de ropas importadas, sin tener en cuenta que miles de personas, entre propietarios y empleados, después haber vivido en estos dos últimos años legalmente de este negocio, pasarán a engrosar las enormes filas de los desempleados.
Otra muestra de los ajustes del gobierno cubano la tenemos en la política de eliminación de las gratuidades y subsidios de los productos desaparecidos de la libreta de abastecimiento, los materiales de construcción y los insumos para los productores del campo.
Se puso fin a los subsidios, pero no hubo aumento de salario. Es una típica terapia de choque. 18 dólares de salario mensual devenga la mayoría de los trabajadores cubanos. Con ese mísero salario, están obligados a pagar a precios de mercado los alimentos y productos para sus necesidades más perentorias.
El gobierno, en las últimas cinco legislaturas de la Asamblea Nacional, ha reducido los gastos en el sector en que se concentran las 2455 empresas presupuestadas. Tal política de austeridad se ha traducido en que hospitales, policlínicos, edificios multifamiliares, cines, instalaciones deportivas, recreativas y culturales, y los viales, por los muchos años sin mantenimiento, estén sumamente deteriorados y en algunos casos, totalmente en ruinas.
Mantener el déficit en los limites tolerables del 3,5% es correcto, si este es el resultado de la presencia de la inversión extranjera directa, la cual con su tecnología y dinero, propiciara el crecimiento de la producción de bienes y servicios con la consiguiente disminución del desempleo y las ganancias que obtendría el Estado, las cuales pudieran destinarse a aquellas actividades que si bien no generan ganancias, son necesaria para el desarrollo y la sostenibilidad del país.
Pero el gobierno de Raúl Castro ha hecho en esto cinco años todo lo contrario. En contra de toda lógica, se ha producido una desaceleración de la Inversión Extranjera Directa (IED), al extremo de que se disuelven más asociaciones de las que se aprueban.
Al cierre de 2011 solo funcionaban en Cuba 170 Asociaciones Económicas Internacionales (AEI). De ese total, el turismo concentra el 40%. En sectores productores de bienes y servicios y que son la base del desarrollo sostenible del país, como el agroalimentario, la construcción, el inmobiliario, la industria ligera, el energético, los materiales de construcción, las comunicaciones y el financiero- bancario, el número de AEI presentes solo representa el 15% de las existentes en Cuba.
Tal como se puede apreciar, los cinco años de gobierno del general Raúl Castro se han caracterizado por la aplicación de una abusiva e implacable política de ajuste estructural, en la que han sido perjudicados amplios sectores de la población. A cientos de miles de cubanos al borde de la indigencia, el gobierno no les ofrece perspectiva alguna de progreso y bienestar.
Para Cuba actualidad: ramsetgandhi@yahoo.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario