Cuba actualidad, Matanzas, (PD) Hace trescientos veinte años, un 12 de octubre de 1693, fue fundada la ciudad de Matanzas por un grupo de canarios, acontecimiento que saludo como matancero que soy al fin y al cabo.
Aunque las autoridades políticas no tienen en cuenta a quien escribe estas líneas, me siento orgulloso de ser matancero, con todo lo bueno y no tan bueno, como cualquiera de mis conciudadanos.
Nadie puede quitarme mi lugar de procedencia, que llevo con mucho orgullo. Y no sólo yo. Los que viven fuera de la isla, cuando me escriben, lo primero que me peguntan es "¿Cómo está Matanzas?", a veces con cierta nostalgia a pesar de que su entorno económico actual pueda ser mejor.
Ese rasgo lo arrastran aun hasta los que migran hacia la capital, según ellos, porque no les queda otro remedio, y de vez en cuando regresan unos días para respirar ese aire misterioso que solamente posee Matanzas. Y no solo eso, sino también transitar por sus calles hoy bastante deterioradas, o sentarse un rato en el Malecón al atardecer y contemplarla desde sus áreas más bajas hasta cuando se empina por el norte y abarca La Cumbre. O cuando, más al este, las calles Milanés y Contreras desearían llegar a la cúspide de algo todavía desconocido. O si no, detenerse en el puente de la Concordia y contemplar el paso suave y callado del río San Juan, vía acuática preferida por nuestro poeta José Jacinto Milanés, que según se conoce se recostaba por las noches en la baranda del puente para contemplar el paisaje, meditar o decirle a Dios lo que no podía confesar a otros.
Estas impresiones no hay quien pueda quitárnoslas. Son tan nuestras como transitar por las noches, cuando la ciudad es otra, misteriosa, silenciosa, despojada de voces.
Recordamos cuando la poetisa Carilda Oliver Labra buscaba la palabra exacta para un verso de su poema "Canto a Matanzas", verdadera prueba de que quien ama a esta ciudad no la olvida, esté donde esté.
Por eso expreso mi disgusto cuando observo que la tienen abandonada los que debieran cuidarla.
Me siento matancero cien por cien. Confieso que a veces la laxitud de esta urbe me saca un poco de quicio, pero aun así la amo como a una amante fiel que solamente pide que no la olvidemos ni siquiera cuando habitemos para siempre bajo una losa, allá en San Carlos.
Para Cuba actualidad: ugosanchoyerto@gmail.com
Fotos: Osmar Laffita
Fotos: Osmar Laffita