Cuba actualidad, Marianao, La Habana, (PD) Cómo tantos cubanos necesitados, mi esposa Felina recibió en noviembre del pasado año los nuevos decretos referentes a la agricultura con gran esperanza. ¡Por fin mejorarían la oferta y los precios!
Aunque no solté a vuelo las campanas, lo cierto es que también albergué una cierta esperanza.
Sólo ahora, más de 4 meses después, confirmada la decepción, empiezo a percatarme de la estrategia seguida por la jefatura burocrática uniformada. Hay que admitirlo sin ambages: son unos bichos.
Cuando anunciaron la creación de cooperativas no agropecuarias, pensé que se trataba de una novedad liberalizadora, que efectivamente sacaría las engarrotadas manos de los burócratas de la dinámica productiva y mercantil de la tierra, cuyos frutos llegarían por fin, frescos y abundantes, a los platos de todos.
Reconozco que le debo a la prensa oficial, sobre todo al Diario Juventud Rebelde, haberme abierto los ojos, con una serie de buenos reportajes acerca de estos agromercados capitalinos, operados por cooperativas no agropecuarias (CNoA),que recomiendo a los interesados ( Una cooperativa en aprietos, Marianela Martín Gonzálea y René Tamayo León).
A la información que ofrecen, agregaré a continuación mis propias conclusiones.
En primer lugar, la (secreta) intención de los cachazudos gestores no es abaratar los precios de absolutamente ningún renglón, y mucho menos, liberalizar nada.
Dichos agromercados pertenecían a la estatal Empresa Provincial de Mercados Agropecuarios (EPMA), de la que eran emplantillados, es decir, burócratas a sueldo, la mayoría de los ahora flamantes socios de la cooperativa. La diferencia es muy ventajosa para la EPMA: si antes debía administrar y pagar sueldos, ahora no sólo no tiene que administrar ni soltar un centavo, sino que sus antiguos sueldistas, ahora le pagan a su empresa matriz el arriendo del local, así como sus respectivas licencias como cuentapropistas. Encima de eso, la inocente EPMA ya no asume ninguna responsabilidad respecto al alza de los precios. Así, las instancias políticas salvan aparentemente la cara.
Sospecho que si contásemos con información detallada respecto a los socios, nos percataríamos de que muchos, si no todos, son oficiales jubilados de las FAR, a quienes se les coloca en esta "nueva trinchera" para que legitimen mejores entradas monetarias. Así, con estos capitalistas de nuevo tipo, todo queda en la familia: está garantizado que no intentarán introducir cambios políticos desde sus ventajas económicas.
Me gustaría que los colegas averiguasen si la tal EPMA se dedica ahora a alguna labor productiva o si solo se concentra en recaudar las tasas impositivas a favor suyo.
Después de todo, nuestro maravilloso Estado Socialista sigue siendo el poseedor de la inmensa mayoría de las tierras en Cuba y, como megaterrateniente, es el máximo responsable de las (no) cosechadas riquezas prometidas.
Para Cuba actualidad: rhur46@yahoo.com
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