Estimados amigos de Cubanos Unidos de Puerto Rico:
Estamos enviando adjunto la
invitación al sencillo homenaje de recordación al insigne periodista,
intelectual y hombre de letras cubano, Gastón Baquero, organizado por el Comité
Cubano de la Historia y la Cultura, que tendrá lugar el próximo domingo 4 de
mayo, a las 5:30 pm. en la casa de los Caballeros de Colon en Isla Verde. En la
carta que se acompaña, se hace referencia a
datos relevantes de la vida de este compatriota que lo hacen merecedor
de este acto y la dirección exacta para llegar al lugar.
Cubanos Unidos se une
solidariamente a este sencillo y sentido homenaje y exhorta muy encarecidamente
a nuestros miembros, amigos y a todos los cubanos residentes en Puerto Rico, a sumarse
activamente en este acto de reconocimiento.
En la invitación se informa en detalle lugar, día y hora de la actividad.
También se incluye el poema del autor: “Testamento del Pez”, que será recitado
frente al mar, como homenaje al poeta.
Rindamos tributo al hombre
que nos ha legado, en sus versos parte, inmortal de su espíritu patriótico.
Arq. Manuel Fernandez, Coordinador
Muy estimado amigo:
Queremos
invitarte a compartir con nosotros una linda experiencia.
El 4 de
mayo próximo, se cumplen cien años del nacimiento de Gastón Baquero, ocurrido en Banes en 1914.
Poeta, ensayista y periodista cubano, Doctor en Ciencias Naturales e Ingeniero
agrónomo graduado de la Universidad de La Habana, colaboró en las revistas
literarias Verbum,Espuela de Plata, y
fundó los cuadernos poéticos Clavileños. Vinculado a la generación de la
revista Orígenes, de Lezama Lima. Fue jefe de redacción del diario de la Marina
y miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras de Cuba.
Asilado en
Madrid desde 1959, trabajó en el Instituto de Cooperación Iberoamericana y en
Radio Exterior de España, recibió un homenaje internacional como poeta en
Salamanca en 1994, y otros muchos reconocimientos en ese país, donde fallecíó
en Madrid en 1997. Baquero como señala el poeta y editor cubano Felipe Lázaro
en uno de sus varios libros dedicados a este maestro, “es una constante referencia recurrente –un
puente de unión- entre todos los poetas cubanos, residan dentro o fuera de la
isla, y su obra poética, su ensayística y su no menos importante periodismo
cultural (más de veinte obras publicadas) se valoran en las letras hispanas
como una de las grandes voces del pasado siglo XX”
Aunque
verticalmente opuesto al régimen político cubano, Baquero profesaba simpatía por los jóvenes
poetas de fuera y dentro de Cuba, donde era bien conocido pese a todas las
trabas que conocemos.
Entre sus
obras más destacadas, hay un poema titulado “El testamento del pez”, un canto de amor, de muerte y resurrección, a
una ciudad contemplada por el poeta, con ojos de niño o de pez. Un pez que se
siente libre, y canta una oda a La Habana.
Se nos
ocurrió a la doctora Uva de Aragón y a un servidor, que sería buena idea, en la
fecha del centenario de su nacimiento,
recitar ese poema en el muro del Malecón de La Habana, para que allí lo
hagan los que puedan, y para los demás, en cualquier sitio del mundo en que
puedan reunirse cubanos y amigos de Cuba, para rendir un sencillo homenaje a
Baquero y su obra, y un mensaje de esperanza para Cuba.
Y como el
mar, el agua, une a todos los seres de este planeta, la idea se ha propagado, y el cuatro de mayo
próximo habrá grupos reunidos por todo el mundo, en playas, ríos o cualquier
cuerpo de agua; ya sea en varios lugares de España, donde Baquero tiene muchos
admiradores y otras ciudades de Europa, como París.
En Miami,
habrá también un importante grupo, como lo habrá también en Nueva York y otras
ciudades de los Estados Unidos. En Cuba, se celebrará en Banes, con poetas
amigos del difunto, posiblemente en otras ciudades y seguramente en el muro del
Malecón, con trovadores y poetas cubanos.
Con la
magia de la tecnología moderna, habrá fotos y
tomas cinematográficas, que a través de los medios cibernéticos
universales, se darán a conocer en todo el mundo. El pez cubano tendrá un
amplio recorrido… No es un acto académico, pero si ecuménico. No aspiramos a
una reunión de multitudes, sino a una celebración breve, íntima, poética, sentida, en que cubanos y no
cubanos nos reunamos un rato a la caída de la tarde del domingo 4 de mayo, y
algunos de nosotros vayan recitando los
versos del citado poema, que acompañamos
a esta carta, para que se vayan familiarizando con el mismo.
Por favor,
contéstenme lo más pronto posible los que estén interesados en asistir. Me
están ayudando en esta labor el Lic.
Antonio Molina, el Arq. Manuel Fernández,
y el siempre entusiasta Vicente García (787-467-5130. Será una ceremonia
breve, a celebrarse el próximo domingo cuatro de mayo a las 5:30 pm, en el
local de Los Caballeros de Colón,
situado en la Avenida Isla verde, en el área en que comienzan los
hoteles, después que pasan el Hotel Howard Johnson a su derecha, y su
izquierda, del lado del mar, tan pronto se
pasa el condominio Girasol, se verá el letrero de Los Caballeros de
Colón, y el portón estará abierto. El lugar tiene espacio de estacionamiento, y
una glorieta cercana al mar, donde nos reuniremos. Pero como los espacios de
estacionamiento son limitados, por favor comuníquense conmigo lo más pronto
posible, para reservarles su espacio de estacionamiento. Un abrazo, y gracias
por su asistencia, Cristóbal Díaz Ayala cel.
787-461-6621 o casa, 787-200-4513.
Testamento del pez
Gastón Baquero
Yo te amo, ciudad,
aunque sólo escucho de ti el lejano rumor,
aunque soy en tu olvido una isla invisible,
porque resuenas y tiemblas y me olvidas,
yo te amo, ciudad.
Yo te amo, ciudad,
cuando la lluvia nace súbita en tu cabeza
amenazando disolverte el rostro numeroso,
cuando hasta el silente cristal en que resido
las estrellas arrojan su esperanza,
cuando sé que padeces,
cuando tu risa espectral se deshace en mis oídos,
cuando mi piel te arde en la memoria,
cuando recuerdas, niegas, resucitas, pereces,
yo te amo, ciudad.
Yo te amo, ciudad,
cuando desciendes lívida y extática
en el sepulcro breve de la noche,
cuando alzas los párpados fugaces
ante el fervor castísimo,
cuando dejas que el sol se precipite
como un río de abejas silenciosas,
como un rostro inocente de manzana,
como un niño que dice acepto y pone su mejilla.
Yo te amo, ciudad,
porque te veo lejos de la muerte,
porque la muerte pasa y tú la miras
con tus ojos de pez, con tu radiante
rostro de un pez que se presiente libre;
porque la muerte llega y tú la sientes
cómo mueve sus manos invisibles,
cómo arrebata y pide, cómo muerde
y tú la miras, la oyes sin moverte, la desdeñas,
vistes la muerte de ropajes pétreos,
la vistes de ciudad, la desfiguras
dándole el rostro múltiple que tienes,
vistiéndola de iglesia, de plaza o cementerio,
haciéndola quedarse inmóvil bajo el río,
haciéndola sentirse un puente milenario,
volviéndola de piedra, volviéndola de noche
volviéndola ciudad enamorada, y la desdeñas,
la vences, la reclinas,
como si fuese un perro disecado,
o el bastón de un difunto,
o las palabras muertas de un difunto.
Yo te amo, ciudad
porque la muerte nunca te abandona,
porque te sigue el perro de la muerte
y te dejas lamer desde los pies al rostro,
porque la muerte es quien te hace el sueño,
te inventa lo nocturno en sus entrañas,
hace callar los ruidos fingiendo que dormitas,
y tú la ves crecer en tus entrañas,
pasearse en tus jardines con sus ojos color de amapola,
con su boca amorosa, su luz de estrella en los labios,
la escuchas cómo roe y cómo lame,
cómo de pronto te arrebata un hijo,
te arrebata una flor, te destruye un jardín,
y te golpea los ojos y la miras
sacando tu sonrisa indiferente,
dejándola que sueñe con su imperio,
soñándose tu nombre y tu destino.
Pero eres tú, ciudad, color del mundo,
tú eres quien haces que la muerte exista;
la muerte está en tus manos prisionera,
es tus casas de piedra, es tus calles, tu cielo.
Yo soy un pez, un eco de la muerte,
en mi cuerpo la muerte se aproxima
hacia los seres tiernos resonando,
y ahora la siento en mí incorporada,
ante tus ojos, ante tu olvido, ciudad, estoy muriendo,
me estoy volviendo un pez de forma indestructible,
me estoy quedando a solas con mi alma,
siento cómo la muerte me mira fijamente,
cómo ha iniciado un viaje extraño por mi alma,
cómo habita mi estancia más callada,
mientras descansas, ciudad, mientras olvidas.
Yo no quiero morir, ciudad, yo soy tu sombra,
yo soy quien vela el trazo de tu sueño,
quien conduce la luz hasta tus puertas,
quien vela tu dormir, quien te despierta;
yo soy un pez, he sido niño y nube,
por tus calles, ciudad, yo fui geranio,
bajo algún cielo fui la dulce lluvia,
luego la nieve pura, limpia lana, sonrisa de mujer,
sombrero, fruta, estrépito, silencio,
la aurora, lo nocturno, lo imposible,
el fruto que madura, el brillo de una espada,
yo soy un pez, ángel he sido,
cielo, paraíso, escala, estruendo,
el salterio, la flauta, la guitarra,
la carne, el esqueleto, la esperanza,
el tambor y la tumba.
Yo te amo, ciudad,
cuando persistes,
cuando la muerte tiene que sentarse
como un gigante ebrio a contemplarte,
porque alzas sin paz en cada instante
todo lo que destruye con sus ojos,
porque si un niño muere lo eternizas,
si un ruiseñor perece tú resuenas,
y siempre estás, ciudad, ensimismada,
creándote la eterna semejanza,
desdeñando la muerte,
cortándole el aliento con tu risa,
poniéndola de espalda contra un muro,
inventándote el mar, los cielos, los sonidos,
oponiendo a la muerte tu estructura
de impalpable tejido y de esperanza.
Quisiera ser mañana entre tus calles
una sombra cualquiera, un objeto, una estrella,
navegarte la dura superficie dejando el mar,
dejarlo con su espejo de formas moribundas,
donde nada recuerda tu existencia,
y perderme hacia ti, ciudad amada,
quedándome en tus manos recogido,
eterno pez, ojos eternos,
sintiéndote pasar por mi mirada
y perderme algún día dándome en nube y llanto,
contemplando, ciudad, desde tu cielo único y humilde
tu sombra gigantesca laborando,
en sueño y en vigilia,
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