“Cada vez es más difícil hacer humor en Venezuela”
A pesar de ser víctima de lo que llama una “censura disimulada”, el actor dice que no dejará de trabajar porque el público lo apoya
Las imitaciones y chistes de Emilio Lovera hacen reír a millones de personas. Su nombre es sinónimo de alegría desde hace más de tres décadas. Pero la seriedad de su rostro estos días sorprende.
El comediante asegura que cada vez le resulta más difícil hacer humor en Venezuela. Y aunque los chistes ya no le fluyen a borbotones, está empecinado: va a seguir hablando, va a continuar con sus tiras satíricas (La isla presidencial), aun cuando tenga que esperar algo de tiempo para poder arrancar risas de experiencias que para algunos son dolorosas.
El humorista, de gira por Estados Unidos con su obra La piñata latinoamericana, señala que a veces siente temor por ser abiertamente opositor y crítico del gobierno, pero que seguirá con su trabajo porque existe un público que lo apoya. Cuenta que hasta los empleados públicos quieren fotografiarse con él.
Indica que nunca ha dejado de hablar, pero eso ha tenido sus consecuencias. Considera que es víctima de lo que define como “una censura disimulada”. Como ejemplos menciona la cancelación de su programa Misión Emilio; la prohibición de entrada en hoteles administrados por el gobierno, sea para actuar o para hospedarse; y la inspección permanente a la que lo tiene sometido el Seniat. “La orden es multar a como dé lugar”, afirma.
Con ironía recuerda que todo empezó con el cierre de RCTV: “Yo tenía apenas 23 años allí cuando lo cerraron. Estaba a prueba para ver si quedaba fijo”.
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