La Habana, entre culés y merengues
Cuando termine el duelo Madrid-Barcelona, los aficionados deportivos habaneros no irán a ver el partido entre Industriales y Villa Clara.
Hoy sábado, 25 de octubre, apenas concluido el clásico de la liga española de fútbol entre Real Madrid y Barcelona, en el viejo estadio del Cerro comenzará el segundo juego de un clásico beisbolero venido a menos: Industriales y Villa Clara.
Es de suponer, según la tendencia de la actual temporada, que el mayor recinto deportivo de Cuba, con capacidad para 55 mil espectadores, apenas reciba a 4 o 5 mil aficionados.
Ni siquiera encaja la expresión de medio lleno o medio vacío. El Latinoamericano estará desierto. Varios son los motivos.
Es sábado, tiempo lluvioso, caótico servicio de transporte público, una calidad de juego pésima.
Y además tenemos al fútbol. Un competidor que ha desbancado al béisbol en un amplio segmento de cubanos.
Se puede pensar que el retroceso cualitativo de la pelota en la Isla puede ser una de las causas. Pero no. También han disminuido los seguidores al mejor béisbol del mundo, el jugado en Estados Unidos.
A la par del Clásico entre merengues y culés en España, en la MLB se juega la Serie Mundial, donde los Gigantes de San Francisco y los sorprendentes Reales de Kansas City dirimen una serie de 7 partidos a ver quien se convierte en campeón absoluto.
Los detractores del béisbol argumentan que la pelota es un deporte excesivamente largo, soso y aburrido. Pero siempre lo fue. ¿O es que acaso desde que surgió el béisbol moderno, con tres outs y nueve innings, los partidos se jugaban en una hora y media? También siempre fue complicado. Repleto de estadísticas, estrategias y un libro con varias páginas de reglas.
El béisbol en Cuba se va convirtiendo en un deporte de viejos. Todavía muchos jóvenes lo siguen, pero son más los menores de 30 años que prefieren un partido de fútbol internacional que un juego de pelota.
Cuando en el otoño de 1997 el lanzador Liván Hernández guió con su soberbia actuación a los Marlins de la Florida al título, en la concurrida peña del Parque Central, en el corazón de La Habana, pululaban las camisas con el número 61.
Cuando su hermano "El Duque" Hernández, el pitcher cubano con el balanceo más espectacular, ganó sus tres anillos con los Mulos de Manhattan, fue todo un suceso en La Habana.
No es una simple ecuación de fútbol contra béisbol. Nadie discute la preeminencia universal del primero. Es un deporte simple. Entretenido, con gancho. Trasmisiones televisivas de altísimo nivel. Campos que parecen paños de billar. Con equipos y jugadores de primera como Cristiano Ronaldo, Messi, Neymar o "el caníbal" Luis Suárez. Aunque también hay tostones. Nadie habla, por ejemplo, de un juego entre el Éibar y el Rayo Vallecano.
Y ya no hablar de un partido de la selección cubana de fútbol: asisten menos aficionados al destartalado estadio de La Tropical que fanáticos al peor partido de la temporada de pelota local.
La hinchada futbolera en Cuba es seguidora del mejor fútbol, no de
un fútbol cualquiera. Hay quienes prefieren la premier inglesa o la liga alemana. Otros el fútbol rácano y duro del calcio italiano. Pero la mayoría son fanáticos de la liga española. O mejor, del Barcelona y el Madrid.
Es difícil precisar cuándo comenzó esa escalada de preferencia en la Isla. Los fanáticos al fútbol de toda la vida escuchaban los partidos los fines de semana, en Radio Exterior de España, Radiogaceta de los Deportes y Tablero Deportivo. Así estaban al tanto lo mismo de la liga de la península que de la europea.
Era una manera diferente de hacer radio. Desde las crónicas de Julio César Iglesias o Juan Manuel Gonzalo, fallecido en 2010, hasta la manera de narrar los partidos de Chema Abad o la de cantar los goles de Germán García.
Pero la radio no tiene el tirón de la tele. Ya entonces brillaba "el fenómeno" Ronaldo, Rivaldo, Raúl, Figo o Zidane. La televisión nacional, con retraso, una vez a la semana, retrasmitía algunos partidos.
Internet sonaba entonces a ciencia ficción. Los aficionados al futbol español lo seguíamos por Radio Exterior de España, por algún ejemplar del ABC, El Mundo o El País que nos cayera en la mano o por los breves resúmenes de la programación deportiva cubana.
A mediados de la primera década del siglo XXI, la televisión comenzó a transmitir en vivo los clásicos Madrid-Barcelona. Pero desde hace cuatro años, no solo se emite el partido, también se hacen porras y se crea todo un ambientazo.
En cientos de bares refrigerados en moneda dura se retransmite el partido y numerosos hinchas se llegan a beber cerveza, con sus bufandas blancas o azulgranas y camisetas piratas de Neymar, Messi, CR7 o Benzemá.
Este sábado, desde las 12 del día, el canal Tele Rebelde comenzará con la previa al monumental duelo. Ya se han activados las apuestas entre los seguidores: van desde un litro de ron a cientos de pesos convertibles.
Cuando a las 2 de la tarde arranque el juego en el Santiago Bernabéu, La Habana se convertirá en un balón de fútbol. Al terminar, los fanáticos habaneros no se llegarán al estadio del Cerro, para ver el clásico beisbolero entre Naranjas y Leones. Ya no está de moda.
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