martes, 10 de marzo de 2015

UN DIA COMO HOY, EN LA HISTORIA DE CUBA: CONFERENCIA EN GALEON.

POR: GUIJE CUBA


El 10 de marzo en la Historia de Cuba

• 1896 -

- Máximo Gómez y Antonio Maceo conferencian en Galeón, Matanzas.

- José Miró Argenter en “Cuba Crónicas de la Guerra (La Campaña de Occidente) - Tomo II: Segunda Edición” de la Editorial Lex, 1942, páginas 126-132 describe los acontecimientos del 10 de marzo de 1896 en la Historia de Cuba:

   ...“Al divisarse la vanguardia del general Gómez, tocóse formación para recibir con los honores de ordenanza el jefe del ejército, que nos traía la infantería oriental y otros refuerzos, para con ellos nutrir la columna invasora al mando de Maceo. Conferenciaron los dos caudillos. Nuestra tropa prorrumpió en aclamaciones de júbilo, pero pudo observarse que la infantería de Oriente venía en estado deplorable, y que faltaban de sus filas algunos veteranos: el plomo enemigo había dado cuenta de muchos soldados valerosos. El semblante de Máximo Gómez no revelaba tampoco satisfacción, sino pesadumbre; había perdido recientemente a uno de sus subalternos más queridos, Angel Guerra, y experimentado otros quebrantos.

   “El general Gómez se separó de Maceo el día 21 de Febrero con el objeto de apresurar la marcha de la infantería de Oriente, cuya tardanza era inexplicable. El general Gómez, en su ruta hacia el Hanábana, tuvo que luchar con fuerzas españolas que se oponían a su paso al través de las líneas férreas; pero tuvo la buena oportunidad de revistar las fuerzas de Lacret, y abrirles camino para su incorporación inmediata al cuartel general de Maceo. Hasta el día 7 de Marzo anduvo Gómez en dirección al departamento central, y en las márgenes del río Hanábana sostuvo otro combate, sin que ello fuese obstáculo para que al día siguiente, en el punto conocido por Dos Rocas, tuviera ya bajo su mando a la infantería del brigadier Bandera, con más dos escuadrones de Antonio Núñez, algunas fuerzas de Francisco Pérez y otras fracciones de Las Villas al mando de José Camacho; como jefe expedicionario iba el brigadier Angel Guerra. La columna que reunió el general Gómez, ascendía próximamente a 3.000 hombres, pero de ellos sólo un millar estaba armado y con escasos pertrechos. Marchando Gómez al día siguiente en dirección opuesta, a fin de reunirse cuanto antes con Maceo, acampó en el ingenio Santa Rita, en una colonia denominada Algarrobo, en donde fue atacado por el general Prats, que le seguía la pista desde el 4, y sabía perfectamente el lugar que aquel ocupaba. Al anunciarse el enemigo por el tiroteo de las avanzadas de Gómez, este dispuso que la infantería de Bandera y los escuadrones de Núñez se alejaran del campo para que no experimentaran los efectos de la agresión, porque era su mayor empeño que dichas fuerzas se incorporaran a la columna de Maceo en el mejor estado posible. El fuego del enemigo arreciaba, y el general Gómez, impetuoso, como siempre, salió a contenerlo; pero como quiera que el acceso a las posiciones de los españoles tenía que verificarse por un callejón de monte, al desembocar por esta vía, recibieron los jinetes de Gómez el fuego mortífero de los infantes apostados, y sólo algunos lograron encararse con el enemigo, para pagar con la vida su temerario arrojo. Inútiles los esfuerzos de la tropa cubana para desbaratar las líneas del contrario, tuvo que retroceder con pérdidas considerables y muy sensibles: 12 muertos y 42 heridos. En la arremetida cayó Angel Guerra, hombre rudo, pero muy bravo, que había sido herido pocos días antes en el combate de la Olayita (otro desastre para las armas cubanas). La muerte de Angel Guerra fue llorada, por todos sus compañeros, y especialmente por el general Máximo Gómez a quien había acompañado en Santo Domingo, y vino con él en la expedición que lo condujo a las playas de Cuba, junto con Martí, Francisco Borrero y otros patriotas valerosos, casi todos desaparecidos. Para dar una idea de lo tremendo que fue el combate, bastará decir que la escolta del general Gómez, compuesta de 50 hombres, tuvo 16 bajas.

   “"El general Prats, desde el ingenio de Santa Rita de Baró, dijo el día 9 que estudiando el movimiento que imprimía a su marcha el general Máximo Gómez, trató de cortarle el avance, logrando encontrar al enemigo el 8 en el potrero del mismo ingenio, donde, por la línea que cubría, lo creyó en número de 4.000 hombres, diciéndose que iban los cabecillas Quintín Bandera, Angel Guerra y Morejón, todos mandados por Gómez. Del potrero los desalojó después de una hora de fuego en la colonia Algarrobo, donde se hicieron fuertes. A las cuatro de la tarde se retiraron hacia la Granja Modelo, donde se prepararon a la defensa de un arco de círculo, con ánimo de envolver a la caballería de Prats. Llegada la infantería, hizo fuego por descargas, tomándole las posiciones y dispersándolo hacia Marcos. La acción duró desde la una hasta las cinco y media. Resultaron heridos graves dos soldados y cuatro caballos muertos. El enemigo tuvo 24 muertos, que dejó sobre el campo, y muchos heridos, que se llevó, y 60 caballos muertos. Se
le cogieron armamentos y efectos. Continuó la operación por el callejón de Loma de Pájaro, dispersando varios grupos enemigos, a los que hizo tres muertos, cogiéndoles caballos, el 9. Seguido rastro, lo persiguió por el ingenio Asturias, hasta el demolido Marcos, donde había acampado Gómez con Qintín Bandera. Noticias de los alrededores dicen que las bajas han sido numerosas, y entre ellas un titulado general de prestigio. El enemigo continuaba con rumbo a la Ciénaga por Manjuarí".

   “Al día siguiente de la infortunada acción de Algarrobo, el general Gómez despachó a los heridos para Manjuarí y siguió la marcha a Galeón, enviando al coronel Núñez de vanguardia a fin de que Maceo supiera con algunas horas de anticipación la llegada del jefe del ejército. El día 10, como queda referido, llegó Gómez al campamento con la infantería de Oriente.”...

   ...“En el campamento de Galeón, en presencia de las tropas listas de marcha, despidiéronse Gómez y Maceo después de esbozar el plan de campaña que cada uno iba a desarrollar en su respectivo teatro: el primero en las Villas, y el segundo en Pinar del Río. Los dos caudillos se dieron un estrecho abrazo. Los designios del porvenir, siempre velados a la humana penetración, no podían infundir el temor ni la sospecha de que aquella despedida, tan ardorosa, sería la postrera: Los dos hombres extraordinarios que simbolizaban la vida de la Revolución y eran el alma de la guerra, no volverían a encontrarse juntos en ningún otro lugar de la batalla.”

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