sábado, 1 de agosto de 2015

¿El día más alegre?

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Ya ni conmemoraciones del 26 de Julio son lo que eran.
Uno de los varios conjuntos surgidos al compás del oportunismo político musical denominado Nueva Trova, afirma esto machaconamente respecto al 26 de julio (el día más alegre), para satisfacer al autor material de aquel desastre militar, paradójicamente devenido en gran éxito político.
La reciente celebración de la fecha, convocada nada menos que para las 5 y 15 de la mañana en el propio escenario de los hechos, indica la escasa importancia política que actualmente le atribuyen al acto los "iluminados"que nos gobiernan a perpetuidad. Sencillamente, les da lo mismo que los escuchemos o no. Su poder real se ejerce lejos de las cámaras y los micrófonos públicos.
No siempre fue así. Recuerdo el primero, marcado por la astuta renuncia del jefe de la revolución, que, en realidad, era un golpe de Estado sui géneris contra el Presidente Manuel Urrutia, y por la insólita presencia en La Habana de cientos de guajiros quienes, literalmente, invadieron la capital.
Otra celebración inolvidable fue la del 70, en pleno fracaso de la Zafra de los Diez Millones, cuando Castro anunció desde la Tribuna la debacle económica y otra vez amagó retóricamente con presentar "la renuncia". En el libro del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, En Cuba, se incluye un capítulo acerca de aquel discurso, pues Cardenal —presente en la Isla como miembro del Jurado de Poesía del Concurso anual de la Casa de las Américas— estaba allí, sentado en las gradas de la tribuna.
Luego las celebraciones fueron tornándose más monótonas, pero siempre servían de marco para que el líder en Jefe realizase un resumen de sus logros a lo largo del año y de sus esperanzas para el venidero. Muy raras veces incursionaba en la crítica, siempre por supuesto de errores ajenos, pero siempre cargados de una intensidad emocional muy personal.
A diferencia de su hermano, Fidel Castro ejercía simultáneamente las funciones de orador y de Jefe de Estado, lo que convertía sus discursos en espectáculos a menudo sorprendentes, incluso para sus propios lugartenientes. En más de una ocasión, sobre todo en los primeros años, antes de que terminase de hablar ya se habían desencadenado operativos policiales en la capital contra sus víctimas de turno, "lumpens", "proxenetas", "homosexuales", etc. En más de una ocasión, cayeron en estos fulminantes redados "antisociales"tan peligrosos como el dramaturgo Virgilio Piñera o el joven artista plástico Juan Gualberto Ibáñez Gómez, nieto del insigne Patriota Juan Gualberto Gómez.
Claro que ahora todo es más previsible y tranquilo. Además de efectuar la ceremonia solo para sus insomnes invitados, se designa como orador al Dr. José Ramón Machado Ventura, inefable funcionario de entera confianza, quien se desempeñó en tono menor, como le fue indicado, y solo cometió el lapsus de atribuirle a nuestro apóstol José Martí como único mérito, el de ser "autor intelectual del Asalto al Cuartel Moncada".
La conmemoración concebida para desarrollarse en Hialeah, tendrá que esperar por lo menos un año más.

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