domingo, 30 de agosto de 2015

Las multas no disuaden, se acumulan




Un policía comprueba los papeles y la mercancía de una vendedora ambulante (Foto Reinaldo Escobar/14ymedio)
Un policía comprueba los papeles y la mercancía de una vendedora ambulante (Reinaldo Escobar/14ymedio)


A las afueras del mercado de la calle 17 y K en La Habana se sitúan los vendedores informales a pesar de las batidas policiales. Niurka es una de ellas y su “oferta” se reduce a bolsas de nylon que vende a un peso cubano cada una. “La última vez que me cargaron, me pusieron mil pesos de multa”, cuenta la mujer sobre su más reciente detención. Sin embargo, asegura que no piensa pagarla y que seguirá ofreciendo su mercancía.
“Aquí la gente viene cuando tiene un viaje o va a hacer algún trámite y no quiere que le salga una multa sin pagar”, comenta una empleada de la oficina de pago de multas del municipio Plaza de la Revolución. En la fila para pasar por el mostrador de cobro, un joven llamado Diego lleva en su mano el papel con el monto por alguna infracción cometida. “Estaba sentado en un muro y un policía me multó por daño al ornato público”, comenta con molestia.
“Estaba sentado en un muro y un policía me multó por daño al ornato público”, comenta con molestia
A la pregunta de si a partir de ahora evitará volver a subirse al lugar, Diego hace con la boca ese sonido desafiante que popularmente se conoce como “freír un huevo”. Varios en la fila se ríen con complicidad. Los que han llegado hasta ahí son apenas una parte de los multados, el resto esperará hasta el último momento para saldar su deuda o nunca la pagará.
Las multas acumuladas no solo tienen una alta incidencia en la capital. Según la prensa local de Ciego de Ávila las deudas al erario público, al cierre de julio, sumaban 21.600 multas por 4.473.000 pesos aún sin pagar en esa provincia. El 90% de ellas “en apremio”, o sea que se duplican pasado 30 días hábiles desde su imposición.
La falta de gestores de cobro que vayan hasta la casa de los morosos es una de las causas que ralentizan todo el proceso. “Antes, muchos venían y pagaban para que los vecinos no se enteraran de que les habían puesto una multa”, explica una empleada, que pidió el anonimato, en la oficina del Departamento de Multas de la Dirección Provincial de Finanzas y Precios en La Habana.
La opinión de los multados se aleja bastante de la versión oficial. Eduardo, un vendedor ambulante de dulces que se desplaza fundamentalmente en el municipio Cerro, cerca de las esquinas de Infanta y Manglar, cree que “a veces ponen multas hasta por gusto”. Cuenta el cuentapropista: “me han penalizado por quedarme parado unos minutos en un lugar comerciando mis productos”.
Muchos gestores de cobro tienen un sistema de pago por resultados. Significa que cuantas más multas cobren más ganan
Muchos gestores de cobro tienen un sistema de pago por resultados. Significa que cuantas más multas cobren más ganan. “A final de mes tú los ves como locos para tratar de poner todas las multas que se les han acumulado”, explica Samuel, chofer de un taxi colectivo que hace la ruta desde el Parque de la Fraternidad hasta Santiago de las Vegas.
El sistema de cobro por infracciones está plagado de deficiencias y excesos burocráticos, como pudo comprobar 14ymedio. Si un policía o un inspector impone una multa en La Habana a un ciudadano cuyo carné de identidad fija su residencia en otra provincia, la contravención quedará asentada en el municipio de procedencia. Será un dolor de cabeza para esa oficina localizar al infractor y obligarlo a pagar.
“Debo tener una fortuna en multas en Sagua de Tánamo, por eso hace años que no visito a mi familia”, confiesa el conductor ilegal de un almendrón. Sin embargo, ninguno de los encuestados para este artículo ha sufrido el embargo de su salario a consecuencia de no pagar su deuda con el erario público, y ninguno tampoco ha sido llevado ante un tribunal o ha resultado recluido.
Las multas crecen. Se duplican y algunas alcanzan cifras impagables, pero parecen no disuadir a muchos de cometer una infracción. “El problema es que aquí todo está prohibido, por eso la gente le ha perdido el respeto a la ley”, espeta Niurka. Agrega, desafiante: “esta semana me esconderé mejor, para que no me vean los inspectores”.

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