miércoles, 9 de septiembre de 2015

UN DIA COMO HOY, EN LA HISTORIA DE CUBA: BRITANICOS EN EL CABO DE SAN ANTONIO.

POR: GUIJE CUBA


Guije.com - estudios en la cultura y la historia de Cuba El 10 de septiembre en la Historia de Cuba

• 1798 -

- Británicos en el Cabo de San Antonio.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 513-514 nos describe los acontecimientos del 10 de septiembre de 1798 en la Historia de Cuba:

   “De los excesos de que los extranjeros hicieron a Cuba víctima a través del mando de la Isla por el teniente general Juan Procopio Bassecourt, conde de Santa Clara, fueron ejemplo acabado las agresiones realizadas por los británicos en las inmediaciones del cabo de San Antonio. Ocurrió ello en los días 10 y siguientes de septiembre de 1798. La parte occidental de la Colonia, por indefensa, pareció al enemigo propicia al buen éxito de sus intenciones. El objeto principal, y casi único, de los corsarios, por entonces, era recoger negros, azúcar u otros frutos de tal cual hacienda aislada. Sus depredaciones se dirigían a lesionar el patrimonio de los habitantes del país.

   “Tres buques de guerra, aunque balandras solamente, se corrieron hacia el cabo de San Antonio, de antiguo llamado San Antón, el 10 de septiembre de 1798. Las condiciones en que se encontraba la sección occidental del país eran todavía deplorables desde el punto de vista español. La tenencia de gobierno de Filipina aun se hallaba en embrión. En medio de grandes heredades, dedicadas a la cría de ganados y a la industria de la miel y de la cera de abejas, se levantaban los modestos caseríos de embarrado y guano descritos por José María de la Torre y Antonio López Gómez en la memoria que redactaron por aquellos días finales del siglo XVIII. Todo resultaba favorable al desarrollo de los planes del adversario.

   “Los vecinos de las casi inermes comarcas occidentales se habían aprovechado de tres piezas de un buque naufragado en el archipiélago de Guaniguanico, emplazándolas en un reducto, para impedir la entrada de enemigos en un surgidero no distante del cabo de San Antonio. Con ánimo y valor notables, resueltos a defenderse con bizarría, aquellos guajiros se prepararon para hacer frente a cualquier agresión. Pero la buena suerte no acompañó sus designios.

   “Con sólo siete hombres a sus órdenes, un mulato bravo y temerario, José Noroña, se hizo cargo de la defensa del reducto en que se hallaban emplazadas las tres piezas. Los criollos, como supliendo con el denuedo lo escaso de su número, resistieron por algún tiempo valientemente. Mas el mismo fuego certero que realizaban contra los británicos agresores acabó por exasperar a éstos, pronto decididos a desembarcar a todo trance. Unos cien hombres saltaron a tierra. Noroña, herido, tuvo que retirarse con los suyos ante la imposibilidad absoluta de contener el avance de quienes los superaban de manera extraordinaria. Los invasores quedaron dueños del terreno y se dieron prisa en apoderarse de los víveres y aguardientes de la finca de un Mariano Carbó, víctima propiciatoria de los provocadores de tan desigual lance.”

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