POR: GUIJE CUBA
El 29 de agosto en la Historia de Cuba
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• 1851 -
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- Aprehensión de Narciso López.
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Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 489-490 nos describe los acontecimientos del 29 de Agosto de 1851 en la Historia de Cuba:
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“Con la caída en manos de los españoles del coronel Crittenden y de los que con él habían quedado en las inmediaciones de Playitas del Morrillo se inició la mala ventura de la expedición del general Narciso López. La adversidad pronto se mostró implacable para con el caudillo. Y él no tardó en penetrarse de la realidad abrumadora que lo circundaba: era víctima de un engaño más. Por todas partes encontraba enemigos. La persecución organizada por los leales a España era temible, y el país cubano permanecía casi inmoto en relación con la causa que tenía al guerrero, en el campo de la pelea.
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“López se vio precisado, en presencia de tales obstáculos, a abandonar Las Pozas. Se internó en el bosque, dispuesto a luchar en mejores condiciones defensivas. Pero los seis mil hombres echados a perseguirlo, a hostigarlo, no descansabais. Tuvo él que convencerse otra vez de que la adversidad se le había enfrentado. Sus prisioneros eran fusilados en el acto. Sus huellas eran seguidas de cerca e incesantemente. Todo se revolvía contra su fortuna.
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“Días hubo en que el general López, olvidando sin duda la culpable actitud de los hijos del país para con su empresa liberadora, se plantó con la valentía y el denuedo propios de quien se creía seguro de vencer. A tres leguas de Candelaria, pues pronto se corrió a la parte central de la región, en el cafetal de Arrasti, logró repeler fiera acometida del insaciable adversario. Desde allí, desde el cafetal de Arrasti, pasó al de Frías, donde al cabo de rudo combate, abrumado por la superioridad numérica del enemigo, dejó el campo de la pelea, y a los muertos, y a los heridos, a la vez que los españoles mandados por el general Ena y el brigadier Rosales contaron entre sus bajas al primero, que, herido mortalmente, no tardó en sucumbir.
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“A la ventura tuvo ya que andar el caudillo, perseguido y acorralado. Intentó vivaquear, después del encuentro del cafetal de Frías, en Marticorena, pero también allí fue atacado, de improviso y bajo un temporal de agua y viento, por el coronel Angel Elizalde con gente de todas las armas. Su estrella quedó entonces eclipsada. La persecución arreciaba cada vez más, sin tregua ni descanso. Volvió a ser batido en el demolido ingenio Aguacate y en las serranías de Arroyo Grande. Lucha tan desigual duró hasta el 29 de agosto de 1851, en que un protegido suyo de otros días, José Antonio Castañeda, traicionándolo, lo entregó al enemigo en Pinos de Rangel.”
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