Mito #3. Raúl Castro está dispuesto a dar concesiones. Los que esperan un cambio en Cuba están dispuestos a creer que los difíciles problemas que enfrentamos en Cuba serán resueltos fácilmente a través de incentivos al régimen de La Habana. No hay nada más lejos de la verdad. Ni las concesiones ni el castigo han funcionado. El régimen cubano se embolsó las concesiones de la anterior administración de Estados Unidos sin ofrecer concesiones importantes a cambio y continúa pidiendo nuevos y más sustanciales cambios unilaterales que incluyen el fin del embargo estadounidense, el retorno de la Base Naval de Guantánamo y miles de millones de dólares en compensación. Esto, sin dejar de insistir en que la revolución no cambiará.
Mito #4. Un más benévolo, bondadoso y pragmático Raúl Castro. Cuando Raúl Castro asumió el poder después de que su hermano enfermó, hubo una gran esperanza, en la isla y en el extranjero, de que Raúl iniciaría importantes cambios económicos y políticos. Algunos analistas lo calificaron de pragmático y menos despiadado que Fidel Castro.
Sin embargo, la década pasada ha confirmado el error de estos analistas. La legitimidad de Raúl se basa en su cercanía a las políticas de Fidel Castro de centralización económica, control y oposición a las políticas estadounidenses. Raúl no puede rechazar el legado de Fidel y acercarse a Estados Unidos. Un movimiento en esta dirección estaría lleno de peligros. Crearía incertidumbre entre las élites que gobiernan a Cuba e incrementaría la inestabilidad, ya que algunos abogarían por un cambio rápido, mientras que otros se aferrarían a políticas más ortodoxas. La población cubana también podría ver esto como una oportunidad de movilización, exigiendo reformas más rápidas.
Raúl tampoco está dispuesto a renunciar al apoyo y a la estrecha colaboración con países como Venezuela, China, Irán, Corea del Norte y Rusia a cambio de una relación incierta con Washington. Rusia y China han proporcionado recientemente billones de dólares en créditos a Cuba, y la ayuda de Venezuela a la isla supera los 7 mil millones de dólares anuales.
Raúl no es ni Gorbachov, ni Deng Xiaoping, ni amigo de los Estados Unidos, gobernando durante los peores períodos de represión política y centralización económica en Cuba.
Raúl ha sido un fiel seguidor de las políticas antiamericanas de Fidel y de las intervenciones militares en África y en otros lugares. En 1962, él y el primer ministro soviético Nikita Khrushchev conspiraron para introducir subrepticiamente misiles nucleares en Cuba. Raúl también supervisó el Departamento de las Américas en Cuba, apoyando a grupos terroristas, guerrilleros y revolucionarios en toda América Latina, y en 1996 ordenó personalmente el derribo de dos avionetas civiles desarmadas en aguas internacionales, matando a tres ciudadanos estadounidenses y un residente cubano-americano. La reciente ola de represión en la isla indica que el estalinista Raúl Castro no es ni más benévolo ni más bondadoso.
**Este artículo fue publicado en el Nuevo Herald el 31 de mayo de 2017.
*Jaime Suchlicki es Emilio Bacardi Moreau Catedrático y Director, Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos, Universidad de Miami. Es autor de Cuba: From Columbus to Castro, ahora en su quinta edición; Mexico: From Montezuma to the Rise of the PAN, ahora en su segunda edición y de la recién publicada Breve Historia de Cuba.
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