Madrid, 29 de octubre de 2019
El preso político cubano con más años en prisión, Armando Sosa Fortuny, ha muerto en la sala de penados del hospital Amalia Simoni, de Camagüey, tras pasar más de 43 de sus 76 años en cárceles cubanas.
El Observatorio Cubano de Derechos Humanos lamenta el fallecimiento de Sosa Fortuny y condena el ensañamiento al que fue sometido. Por razones humanitarias, debía haber estado en libertad condicional desde hace mucho tiempo, pero el gobierno cubano decidió que muriera en prisión y allí murió.
Liberar a Armando no era un asunto político, ni siquiera jurídico, era un asunto de humanidad. Su "culpa" fue defender con las armas la libertad que le arrebataron. Podemos estar de acuerdo o no con el método que Sosa Fortuny eligió para conseguirla, pero coincidiremos en que 43 años de prisión son demasiados años. Armando, en cualquier caso, recurrió "al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión", como expresa la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Hay que recordar que quienes mantuvieron encarcelado a Sosa Fortuny por 43 años, asaltaron un cuartel la noche del 26 de julio de 1953, fueron amnistiados, y años más tarde consiguieron el poder cegando la vida de centenares de cubanos. Todo en nombre de una libertad que luego quebrantaron. Rebelarse contra ese despojo fue su culpa. Y si esa "culpa" estaba viva para sus carceleros (que también fueron sus jueces), es la muestra de que los principios que impulsaron a Sosa Fortuny mantienen hoy toda su vigencia.
El OCDH condena el tratamiento cruel que el gobierno cubano ofrece a los reclusos, especialmente a los prisioneros políticos.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario