sábado, 29 de febrero de 2020

Pelea de gallos, en el punto de mira


Pese a que están prohibidas desde los años sesenta, las peleas de gallos tienen gran cantidad de seguidores en Cuba, incluso entre la élite dirigente
(Foto de la autora)
SANTIAGO, Cuba. – Aunque prohibidas en los años 60, las peleas de gallos jamás desaparecieron en Cuba por la cantidad de seguidores que tienen incluso entre la elite dirigente, quienes han buscado “variantes” para hacer legal lo que ellos mismos convirtieron en delito.
Están ahí las vallas de pelea en las fincas de Alcona S.A., empresa estatal bajo la dirección de Guillermo García Frías y su familia, donde el espectáculo y las apuestas son legales, pero no sucede así con aquellos lugares que no cuentan con la aprobación del régimen y que, por tanto, funcionan de modo clandestino.
Unas veces son tolerados pero otras, no. Y al parecer, al menos en Santiago de Cuba, han vuelto a ser un objetivo de la policía.
En los últimos meses, han sido desmanteladas al menos cinco vallas que funcionaban en la provincia, de acuerdo con la información ofrecida por personas que participan de la actividad, de las que no revelaremos la identidad para evitarles represalias.
“La única valla que está ahora mismo peleando es ‘Puente 10’, que queda en Cabaña (poblado de Songo-La Maya), todas las otras han sido destruidas”, aseguró una de las fuentes.
Entre las galleras desaparecidas se encuentran el “El Oasis”, de la ciudad de Santiago; “La República”, “El Chote” y “El Bullón”, estas últimas del municipio de Songo-La Maya. Algunas hasta fueron quemadas.
No obstante, otras vallas de las que no conocemos al parecer han continuado en activo pues la temporada, que comenzó en octubre del año pasado, se ha podido desarrollar de acuerdo con las fechas programadas.
Cada año, durante seis meses, la “fiesta de los gallos” se inicia y los fanáticos se alistan a participar en los topes que se realizan durante los fines de semana.
El resto del año, los criadores se dedican a atender las aves, y prepararlas  para las peleas sin ningún tipo de precaución puesto que, a pesar de la prohibición, las convocatorias aunque no se hacen públicas por no haber vías para promocionarlas, tampoco son demasiado ocultas.
“Todos saben que no se puede pelear gallos pero nadie hace caso. Cuando la situación se pone mala se tiene un poco más de cuidado pero nada es oculto”, dice uno de los galleros.
Normalmente en las galleras ilegales no hay muchas reglas, solo las básicas que, como en todo juego de azar, obligan al que apuesta y pierde a pagar lo que puso en juego. La otra regla es que ninguna persona puede entrar al “vallín” (llaman así al lugar donde se lleva a cabo la pelea) durante los veinte minutos reglamentarios que dura el tope, al que puede asistir cualquier público, incluso menores de edad.
El público, que supera el centenar, es principalmente masculino y la entrada cuesta 10 pesos.
Como los eventos se extienden unas diez horas a lo máximo, los vendedores ambulantes llevan alimentos y bebidas, con y sin alcohol, para ofertarlas a los presentes.
Nos existen límites en la cantidad de dinero por el que pueda “casarse” un tope de gallos, todo depende del poder adquisitivo de los dueños, y a estos lugares acostumbran ir personas con bastante dinero o “poderosos”, como los llaman popularmente.
En las vallas estatales, los menores de 18 años tienen prohibida la entrada. También los que asisten deben usar una “vestimenta apropiada” y suele haber presencia policial.
Después que los dueños se ponen de acuerdo con el monto de la apuesta, le entregan el dinero al árbitro, que suele ser el mismo dueño de la valla, y luego se hacen las apuestas personales.
Los participantes que deseen “ponerle” a un gallo u otro deben dar su nombre para que el receptor de las apuestas lo anote en una lista que más adelante será entregada al árbitro. Este solo revelará el nombre y la cantidad empeñada después de conocerse el vencedor.
Es cierto que los combates son a muerte pero existen casos en que no se llegará hasta ese punto.
Durante el tiempo reglamentado, si ninguno de los contrincantes ha caído, entonces servirán las heridas del animal para elegir al ganador. También, perderá el gallo que se “echa” o que huye en señal de rendición.
En cuanto a las riñas, se desatan casi siempre porque los perdedores se niegan a pagar, aunque son más frecuentes en los juegos de mesa, como el dominó, que se realizan en estos lugares de forma paralela a las peleas de gallos.
Pero solo en las vallas estatales los culpables son detenidos, multados o advertidos, aunque liberados más tarde en casi todos los casos.
De abril de 2017 es la noticia más reciente sobre un operativo policial contra las peleas de gallos y sucedió en la actual provincia de Artemisa donde, según la nota publicada por el Ministerio del Interior, fueron detenidas trece personas, aunque a solo dos de ellas les fueron formuladas acusaciones. El resto fue liberado solo con multas y actas de advertencia.
Sobre el cierre de las vallas en Santiago de Cuba no se ha emitido información oficial hasta el momento. No sabemos si lo sucedido son apenas casualidades o excepciones o si, por el contrario, es el inicio de una ofensiva mayor.

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