Menores en Prisión
La dictadura totalitaria castrista demuestra una vez más que nunca ha tenido reparos en encarcelar a menores de edad como reafirma un informe de la Fiscalía General de la República publicado el pasado martes, que señala que como consecuencia de las protestas ocurridas el 11 de julio del año 2021 se han procesadas 790 personas, entre ellas 55 menores de edad.
Las dictaduras son por naturaleza criminales, pero el régimen de La Habana en su supuesta transparencia muestra un cinismo solo comparable al de los nazis en el campo de exterminio de Auschwitz, con aquel fatídico letrero que decía, “El Trabajo os hará libres”. Los funcionarios de estos regímenes procesan personas, menores de edad incluidos, por participar en protestas pacíficas, nada comparado con la lucha armada y actos terroristas a los que recurrió Fidel Castro con su Movimiento 26 de Julio.
Castro atacó un cuartel con decenas de muertos de ambos bandos. La sentencia que le impusieron fue de 15 años, de los cuales solo estuvo 22 meses en una celda tipo resort. Durante años asolaron la sociedad con acciones terroristas, hasta implementaron una consigna Cero-3- C, para que la ciudadanía no saliera de sus casas, hasta imponer su mandato a sangre y fuego, sellándolo con paredón y cárcel hasta el presente.
Las condenas que el castrismo impone a la oposición son sumamente crueles. Sus espureos jueces condenan por convicción, recordemos las sentencias dictadas contra educadores, periodistas y bibliotecarios de la Primavera Negra, 2003.
El abuso del castrismo contra los menores ha sido una constante desde el mismo año 1959. En un libro de reciente publicación titulado “Reafirmación Democrática” de Francisco “Paco” Talavera y de quien escribe esta columna, aparecen testimonios de menores de edad, entre ellos, José A. García Vera y Oscarito Pla, quienes estuvieron encarcelados en La Cabaña, San Severino, y otras prisiones de la tiranía padeciendo las mismas crueldades que los mayores como pueden atestiguar, entre otros, Juan Oscar Sánchez, Robertico Núñez, Joseito Estrada y el inolvidable Héctor Yera, que con solo 18 años sufrió los espantos del campo de concentración de El Condado.
El castrismo encarcela y es capaz de matar o desaparecer menores de edad como fue el caso del adolescente Andy de Graux Villafaña, guerrillero del Escambray herido en combate, desaparecido en un hospital de la ciudad de Cienfuegos en septiembre de 1962 como testimonia su hermana Mary de Graux. La insensibilidad del totalitarismo no conoce límites como evidencia un reciente comunicado del Centro para una Cuba Libre que certifica el fusilamiento el 12 de abril de 1964, de dos menores de 16 años, Julio García y Rubén Acosta, en la ciudad de Calimete, Matanzas, acusados de quemar campos de caña de azúcar.
El régimen nunca ha considerado la edad ni la madurez física o mental de quienes cree sus enemigos, por eso el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, radicado en Madrid, denuncio ante el Grupo de Trabajo sobre Detencion Arbitraria de Naciones Unidas la condena a 23 años de cárcel de Wainier Luis Aguilar Rivera por participar en las protestas pacíficas del pasado 11 de julio. El sancionado sufre de incapacidad intelectual, lo que esta certificado por un equipo medico forense del régimen que lo considero no apto para sumir obligaciones naturales o cotidianas.
Por su parte la colega de Radio Martí, Ivette Pacheco, nos recuerda que el joven en prision Jonathan Torres Farrat, cumplió los 17 años el mismo día de las protestas del 11 de julio y Tomas Cardoso reseña en otro trabajo, que Nelson Néstor Rivero Garzón y Emiyoslán Román Rodríguez, de 17 años de edad, y Yensy Jorge Machado González, de 18 años, fueron sentenciados a siete años de cárcel después de peticiones fiscales de 15 o 20 años de prisión.
Después de este apretado recuento de horrores y terrores es difícil entender a las instituciones y personas que en vez de condenar estos regímenes los siguen defendiendo. Los abusos que se producen en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y hasta en una gran potencia como la República Popular China, una especie de mentor para tiranos, no tienen fundamento alguno.
Las tiranías deben ser aisladas, sometidas a un cordón sanitario para que no cuenten con recursos para seguir sometiendo a sus ciudadanos.
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