Faisel, un desertor del cielo.
Por Luis Alberto Perez de Castro
Escritor y editor cubano.
El pacto social posmoderno está pensado y escrito con la meticulosidad propia de unhombre acostumbrado a pensar, a escribir, según Flaubert, con pluma y tinta propia de unadolescentario. Cada concepto, cada similitud a la mundo de la jurisprudencia, su ensayística toda,expresa deseos de aprehender la naturaleza de las palabras y de los hechos, la de las imágenes, lade los adjetivos metaforizantes, la de los ritmos y la de los silencios, sobre todo de los silencios—pura esencia de mundo, contención de mundo interior, sufrimiento por el prójimo—, y nosayuda a encontrar la trama analítica para resolver la compleja problemática del quehacerhumano, sus derechos alienables en un mundo cada vez más unipolar, más sufrido y decadente.En su proximidad al misterio, en su hondo espejo del cosmos, en su insondable silencio,Faisel revela el ángulo desde el cual nos mira, percibe, asimila la experiencia de sus antepasados;nos revela sus ansias ante el ser y su estar en el mundo: ineludiblemente inasible, como el fuego:el que lo devora ante tantas incomprensiones y está dentro de él y solo de cuando en cuando lotrasmite, haciendo posible el ángel y el demonio y, en ocasiones, cuando nadie toca a la puerta desu yo interior para importunar su serenidad y, con ello, crear el caos, entonces logra hilvanar todala reverberante ira que lo transporta a la reconstrucción del Derecho en toda su magnitud, a hacerun análisis desde su surgimiento y al estilo de Justiniani, tallar sobre las tablas el sufrimiento quelo hace padecer. Como todo buen ensayista se embriaga en la duda, se acerca a lo desconocido ylos enigmas del ser le tienden una red oscura a su alrededor y se interroga con la misma preguntade Rilke: «¿Moriré de mi muerte? Ya nada sé, yo tiemblo apenas y uñas se me clavan buscandolugar».Estamos en presencia de una investigación cuidadosamente pensada y trabajada, donde elsujeto lirico, el que desanda sobre las páginas, ha logrado recopilar una serie de datos y con unmagistral discurso coloquial, alejado de florituras, muy de moda por estos tiempos, hacernoscómplices de cada investigación, de cada historia y sus surgimiento que encantará a todos, comosi fuera traída a través de una varita magina, al estilo de los grandes acontecimientos y, tambiénpor qué no, de los había una vez.
El hombre con sus preocupaciones y/o frustraciones, el amor y el odio, las sombras deuna sociedad que se desvanece ante la ignorancia, la vida y la muerte parecen ser el catalizadorque ayuda a construir el paisaje de su ensayística, el que adquiere, bajo su suspicaz mirada,cuerpo. El pacto social posmoderno, en su conjunto y por separado, presenta una pluralidad deniveles interconectados entre sí y donde él, como autor discursivo, explora la fugacidad de unpresente —donde todos adquirimos la noble condición de héroes—, que cesa de serlo en cuantose le roza o se le menciona, viéndolo, además, como un continuum, como una dimensión en lacual ciertas vivencias casi alucinadoras nos permiten rescatar remiendos del pasado o andar, consumo cuidado a ser descubiertos, hacia nuestros antepasados y al desandar el camino de éstosdejar ligeras huellas. Una historia —¿Ficción o no ficción—, con una gran diversidad deimágenes y metáforas, y una bien lograda cohesión y unidad de concepto, donde predomina labúsqueda de la belleza, un lenguaje diáfano y locuaz y donde, hasta los críticos más acérrimos,tendrán que reconocer el espíritu y lo trascendental de cada propuesta, el ánimo reconciliadorque merodea en sus páginas, que no es más que su espíritu de hombre con sus virtudes ydefectos, como un gladiador que, sin olvidar a sus iguales y con ello protegerlos, se nosconvierte, contra toda voluntad, en un desertor del cielo.Estamos en presencia de un libro que ningún lector, en su más sano juicio, rechazaría
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