Para: Gerardo Morera Le incluimos, con mucho gusto, los artículos "La misión de Biden: ¿salvar el comunismo cubano?" y "Gustavo Petro: el candidato del castrocomunismo con disfraz de 'demócrata'” publicados por El American. ¡Ojalá les guste! Atentamente,
Julio M. Shiling
Artículo 1. La misión de Biden: ¿salvar el comunismo cubano?
La misión de Biden: ¿salvar el comunismo cubano?Los cambios de política que se han promulgado constituyen un paquete de ayuda financiera de facto para el castrismo. AUTHOR JULIO M. SHILING 05.23.22 4 MINUTE READ El presidente Joe Biden ha comenzado su misión de salvar el comunismo cubano. Este curso político, anunciado durante la campaña presidencial de 2020, ha dejado de ser sigiloso. Las inconsistencias éticas y metodológicas que impregnan las decisiones de la actual administración, revelan un programa de política exterior que no tiene brújula moral. En lo que respecta a Ucrania, a pesar de un comienzo lento y tambaleante, Estados Unidos ha logrado ayudar al país europeo lo suficiente como para mantenerse libre y soberano de la agresión rusa. Esto es digno de aplauso. ¿Por qué las sanciones son aceptables para un enemigo como el régimen de Putin, pero no para la dictadura de Castro? ¿Por qué un doble rasero con Cuba?
Entre el 10 y el 16 de mayo, Biden anunció un reinicio de la política americana hacia Cuba comunista. Se le concederá al régimen castrista gran parte de lo que ha estado presionando desde que Donald Trump dejó la Casa Blanca. Los cambios propuestos situarían el pacto Obama-Castro en una escala mayor. Estas acciones, si se implementan, abrirán las puertas del dinero a las arcas del castrocomunismo. Descaradamente, Biden afirma que estas medidas “se centrarán en primer lugar en el apoyo al pueblo cubano, incluyendo sus derechos humanos y su bienestar político y económico”. Esto es un disparate. La actual administración confunde al pueblo de Cuba con el régimen marxista-leninista en el poder. Biden ha dado la espalda a la causa de la libertad de Cuba y ha traicionado los valores americanos fundamentales de la solidaridad democrática. Los cambios de política que se han promulgado constituyen un paquete de ayuda financiera de facto para el castrismo. La ayuda americana al régimen marxista vendrá en los campos de la inversión directa de capital, el turismo, la transferencia de riqueza y el trato preferencial en la inmigración. Lo más inquietante del paquete de ayuda de Biden a la tiranía cubana es el uso de dólares capitalistas americanos para apuntalar el capitalismo de Estado castrista, corrupto y concesionario. Esto parece violar directamente la ley americana. El 10 de mayo, la Oficina de Control de Activos Extranjeros, una agencia dentro del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, emitió una licencia que autoriza a una empresa de capital americano a iniciar una inversión extranjera directa (IED) en una empresa cubana. Esto no se ha hecho desde 1960. Hay serios problemas con esta propuesta específica de Biden. Uno es legal y el otro son los falsos supuestos subyacentes en los que se basa la autoridad para la IED hacia Cuba comunista. El embargo americano contra la dictadura socialista de La Habana prohíbe la inversión directa de Estados Unidos en una empresa cubana. El esquema de IED de Biden claramente logra esto. Además, la Ley de Libertad y Solidaridad Democrática de Cuba (1996) modificó el embargo en muchos aspectos. Si bien permite la venta de productos agrícolas y otros productos americanos a la isla, las compras por parte del régimen de Castro deben hacerse en efectivo, pagando por adelantado. No se permite ninguna financiación, ni pública ni privada. Las inversiones extranjeras directas permiten la transferencia de capital a empresas extranjeras sin la adquisición de acciones. La participación en el “capital” que la empresa americana construirá, puede interpretarse fácilmente como un préstamo o un acuerdo indirecto de empresa conjunta. Esto es algo que el castrocomunismo ha estado haciendo con las empresas occidentales desde principios de la década de 1990. Un programa de IED americano para el comunismo cubano debería ser impugnado en la Corte. Tal vez, esto es lo que Biden, y los apologistas del comercio con Cuba, quieren. No sería la primera vez que los casos judiciales se preparan deliberadamente para realizar maniobras legales estratégicas con el fin de avanzar, en dominios jurisdiccionales ideológicamente amigables, el tema del embargo en general. A la izquierda le encanta utilizar los tribunales para anular leyes. La ilegalidad de la licencia de IED no es la única deficiencia grave. Cuba no tiene sociedad civil, ni sector privado. El propio régimen castrista se refiere a lo que algunos comentaristas llaman erróneamente “privado”, como el sector no estatal. Esto es precisamente lo que es. Es una porción insignificantemente minúscula del PIB de Cuba. El sector no estatal en Cuba existe para confundir al mundo libre con ilusiones ópticas. El 75 % de la economía cubana está impulsada por las empresas estatales del régimen comunista, dirigidas por las fuerzas armadas. En el sector turístico, el dominio de las empresas estatales es del 90 %. ¿En quién van a invertir las empresas de capital americanas, si no es en las entidades capitalistas estatales comunistas cubanas? La caída del comunismo soviético fue testigo de diferentes caminos hacia la democratización (supuestamente). Rusia llevó a cabo el mayor plan de “privatización” de la historia. Lo que terminó sucediendo fue que los gerentes de las empresas estatales rusas “compraron” esas empresas estatales, en su totalidad o en partes. Se hizo con financiación estatal subvencionada. Los productos se compraron a precios subsidiados para el consumo interno. En consecuencia, la nueva clase oligarca recibió licencias para exportarlas a precios de mercado. De la noche a la mañana, la antigua nomenklatura soviética se hizo millonaria y multimillonaria. Al no existir un Estado de derecho, ni protección de los derechos de propiedad, ni instituciones independientes que salvaguardaran el sistema político, Rusia se convirtió en una cleptocracia. Occidente lo aprobó. Se hizo con la fachada de potenciar el sector “privado”. ¿Es esto lo que Biden, la izquierda y los publicistas castristas tienen en mente para Cuba? Leer en El American Artículo 2. Gustavo Petro: el candidato del castrocomunismo con disfraz de “demócrata”
Gustavo Petro: el candidato del castrocomunismo con disfraz de “demócrata”El paradigma dictatorial del FSP persigue a Colombia. Petro es el hombre de La Habana en las elecciones presidenciales de 2022. AUTHOR JULIO M. SHILING 05.19.22 4 MINUTE READ Colombia tendrá pronto elecciones presidenciales. Su estable democracia, a pesar de casi 62 años no consecutivos de violencia política instigada principalmente por grupos subversivos de izquierda (1948-1958, 1964-2016), puede estar enfrentando su mayor amenaza. Gustavo Petro, el favorito en la carrera presidencial de Colombia, es un producto totalmente fabricado por el castrocomunismo. Petro es el candidato manchuriano del socialismo. El apetito del comunismo en las Américas se remonta a la fundación de la Unión Soviética. En Colombia, la operación marxista más exitosa fue el “Bogotazo”. Allí, en la IX Conferencia Panamericana celebrada el 9 de abril de 1948, se produjo el primer intento agresivo del comunismo internacional de asaltar el poder en el país sudamericano. El asesinato del candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán desencadenó disturbios masivos que surgieron de la desinformación ideada por los soviéticos. Entre los presentes en aquel “viernes negro” se encuentran los comunistas cubanos Fidel Castro y Rafael del Pino. Gustavo Petro, el hombre de La Habana
La Cuba comunista se convirtió desde el principio en una plataforma de lanzamiento soviética. Desde 1959, el castrocomunismo inicia una campaña subversiva dirigida a sumergirse en los asuntos de todos los países de América. De especial interés para el régimen castrista fueron Argentina, Colombia y Venezuela. En el caso colombiano, las tres principales organizaciones terroristas marxistas que se formaron con ayuda cubana fueron el Ejército de Liberación Nacional (ELN) (1964), las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) (1964) y el Movimiento 19 de Abril (M-19) (años 70). El ELN y el M-19 se formularon estructuralmente en La Habana. Mientras los subsidios soviéticos llegaron a la isla, las revoluciones violentas fueron la norma. La caída de la URSS cambió todo eso. Al no poder financiar ya los costes de las insurgencias comunistas, hubo que reinventar la adquisición del poder político mediante la agresión armada. El régimen marxista de La Habana buscó nuevas vías de poder para América Latina, en el Foro de São Paulo (FSP) de 1990. El tirano cubano Fidel Castro y su protegido, Lula de Silva, idearon un nuevo modelo dictatorial. El prototipo del FSP dictaba que el poder se adquiría haciendo uso de la democracia. La regla era competir en las elecciones, subvertir las instituciones democráticas después de haber ganado, y luego deconstruir las instituciones republicanas. Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia fueron los primeros casos de éxito del modelo del FSP. El fallecido dictador cubano ejerció una enorme presión y las tres guerrillas comunistas colombianas adoptaron la nueva estrategia socialista post-soviética diseñada en 1990. El M-19 fue el primero en acatar las instrucciones de Castro. Poco a poco, el ELN siguió su ejemplo. Las FARC se mostraron más indecisas. El lucrativo negocio de la droga, junto con las políticas laxas de los presidentes César Gaviria, Ernesto Samper y Andrés Pastrana, contribuyeron sin duda a ello. El ascenso de Álvaro Uribe en 2002 cambió la dinámica. Al hacer la guerra para derrotar a las FARC y pacificar Colombia, Uribe logró lo que buscaba. Gustavo Petro se unió al M-19 a los 17 años. Entrenado a fondo como terrorista, Petro se puso rápidamente al frente del plan castrista. A petición del tirano cubano, hacia 1990 Petro cambió el uniforme de guerrillero por el disfraz de “demócrata”. En 1991, Petro comenzó su ascenso por diferentes ramas y cargos de la política colombiana. Con habilidad, disfrazado de socialdemócrata, sigue siendo un socialista estructurado. El recorrido del castrismo, para instituir la guerrilla radical marxista en la política colombiana, comenzó oficialmente con una visita de Estado del déspota cubano a Colombia en 1993. Para 2012, con la victoria militar del gobierno colombiano sobre los subversivos de las FARC, el régimen castrista, apoyado por el Vaticano del papa Francisco, y la administración de Obama, inició un esquema de acuerdo de “paz”. Cuatro años de negociación buscaron otorgar impunidad de ser juzgado al grupo terrorista colombiano por los crímenes de guerra y de lesa humanidad que venía cometiendo desde 1964. Entendiendo que una nueva administración en Bogotá, bajo el liderazgo de Juan Manuel Santos, tenía más posibilidades de conseguir dicho acuerdo, se puso a prueba en un referéndum popular. El acuerdo de “paz” orquestado por el comunismo cubano fue rechazado por el pueblo colombiano el 2 de octubre de 2016. A pesar de la voluntad y el principio de soberanía popular, Santos pasó por encima del deseo del pueblo colombiano, “revisó” el acuerdo y maniobró en el Congreso para conseguir su aprobación. El plan del régimen castrista de incorporar a las FARC al panorama político colombiano se logró finalmente. Petro ha interpretado el papel siguiendo estrictamente el libro de jugadas de la dictadura cubana. El antiguo terrorista del M-19 (Petro) ha logrado disfrazar su candidatura como de “centroizquierda”. La existencia de políticos apoyados por las FARC se presta a este engaño. La Habana ha sido el artífice de todos los disturbios que han asolado la presidencia de Duque. Hay una increíble similitud táctica entre la actividad subversiva que prevalece en las ciudades colombianas y chilenas (antes de Boric). El paradigma dictatorial del FSP persigue a Colombia. Petro es el hombre de La Habana en las elecciones presidenciales de 2022. Leer en El American El American © 2021
Author Julio M Shiling Julio M. Shiling is a political scientist, writer, speaker, commentator, and Director of Patria de Martí , and The CubanAmerican Voice, and columnist for El American. He holds a master’s degree in Political Science from Florida International University (FIU) in Miami, Florida. He is a member of The American Political Science Association, The International Political Science Association and The PEN Club (Cuban Writers in Exile Chapter).. Otros artículos de Julio M. Shiling publicados en "El American":
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