miércoles, 21 de agosto de 2024

EL REGRESO

EL REGRESO
Por Alfredo M. Cepero
Director de La Nueva Nación
www.lanuevanacion.com/index.php

 
Nunca pensé que el amor fuera una medicina tan eficaz para levantar el ánimo y restaurar la voluntad.

Los días 26 a 28 de julio estuve ingresado en el Hospital Baptist ubicado en la avenida 162 y la calle 92 del suroeste de Miami. Se me paralizaron las piernas y no podía dar un solo paso. Un regalito del chino con expresión inescrutable—casi como todos los chinos—que esclaviza a millones de sus compatriotas para que produzcan artefactos de cuarta calidad con los cuales inundar al  mundo.
Al mismo tiempo, el personal profesional del Baptist restauró este artefacto con el cual me desplazo por el mundo. Me trataron con deferencia, profesionalismo y, sobre todo, una cantidad inagotable de amor. Nunca pensé que el amor fuera una medicina tan eficaz para levantar el ánimo y restaurar la voluntad. Esta mañana les escribo porque ustedes son parte de mi familia grande.
Estoy de regreso en mi oficina y empiezo el proceso de familiarizarme con artefactos y detalles con los cuales escribo mis artículos. Aunque parezca increíble he sufrido una metamorfosis a la inversa de maestro a alumno. Pero eso son los retos con que nos confronta la vida y la única opción es enfrentarlos o rendirnos. Yo jamás he sido de los que se rinden y estoy muy viejo para aprender la tarea desagradable  de rendirme.
Por otra parte, LA NUEVA NACION es mi siquiatra. Lo saben mi mujer y mis hijos y no me molestan cuando me encierro en la oficina para editar la revista. Todos me cuidan al extremo de “malcriarme”. Ahora que me veo rodeado por el amor de 24 familiares—la más importante Conchita mi compañera de 59 años—comprendo la importancia de haber criado a mis cinco hijos. ¡Quien siembra hijos siembra con frecuencia seguridad para los años del crepúsculo!
Al mismo tiempo, mis hijos y nietos compiten por ser los más solícitos con este joven terco de 86 años. Un joven que tiene un pacto con Dios de no morir hasta ser testigo de la caída del régimen que ha oprimido a Cuba por más de 65 años. Hasta mi bisnieta Olivia Sofía—todavía en el vientre de mi nieta Natalia—salta de alegría cuando acaricio el vientre de su madre. Desde luego con el permiso de su marido Shayan!
Hoy escribo más breve que otras veces. Algo así como calentar el brazo del lanzador sustituto. En el futuro les prometo darle “rienda suelta” a mi imaginación. Por ahora “colorin colorao este cuento se ha acabado”.

Favor de incluirme en su lista de distribución de LA NUEVA NACION: alfredocepero@bellsouth.net.
Si usted desea ser borrado de esta lista de distribución, favor de enviarnos un correo electrónico a: lanuevanacion@bellsouth.net

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario