Por Alfredo M. Cepero
Director de La Nueva Nación
En medio de una polarización que ha dividido al país y una violencia retórica que envenena el discurso público, Harris podría llevar a los Estados Unidos a un verdadero precipicio.
El Partido Demócrata de Estados Unidos tiene sus raíces en el Partido Demócrata-Republicano, fundado a principios del siglo XIX por Thomas Jefferson y James Madison como contrapeso al federalismo de Alexander Hamilton. Su plataforma inicial defendía los derechos de los estados y una economía agraria. Bajo Andrew Jackson, el primer presidente demócrata en 1829, el partido adoptó un enfoque populista, abogando por los intereses de los ciudadanos comunes contra las élites.
Fue fundado alrededor de 1828 por seguidores de Andrew Jackson, convirtiéndolo en el partido político activo más antiguo del mundo. Quince demócratas se han desempeñado como presidentes de los Estados Unidos. El primero fue Andrew Jackson, quien fue el séptimo presidente y sirvió de 1829 a 1837. El más reciente fue Joe Biden, quien fue el 45.º y ocupó el cargo de 2020 a 2024. Dicho sea de paso, las veces que los demócratas han llegado a la Casa Blanca han sido 15.
Durante el siglo XIX, el Partido Demócrata estuvo asociado con el Sur y el apoyo a la esclavitud. Sin embargo, tras la Guerra Civil y la abolición de la esclavitud, el partido enfrentó una profunda crisis de identidad durante la Reconstrucción. Se dividió entre quienes resistieron las reformas y quienes se adaptaron al nuevo contexto político y social.
La Gran Depresión y el New Deal de Franklin D. Roosevelt en los años 1930 fueron decisivos para el partido y para Estados Unidos. Roosevelt implementó reformas que ampliaron el papel del gobierno federal y redefinieron su relación con la ciudadanía. Aunque estas políticas consolidaron al Partido Demócrata como defensor de las clases trabajadoras, también generaron críticas por la expansión del estado y su impacto en la economía, lo que fue objeto de controversia durante décadas.
La seguridad social, la regulación financiera y los programas de empleo de Roosevelt consolidaron al partido como referente del liberalismo moderno en Estados Unidos. En la segunda mitad del siglo XX, la presidencia de John F. Kennedy fue crucial para redefinir al partido como una fuerza progresista y defensora de la igualdad racial. 1837 fue la primera aparición del asno demócrata en una caricatura con Andrew Jackson y Martin Van Buren.
El siglo XXI trajo nuevas dinámicas. La elección de Barack Obama en 2008 fue histórica, no solo por ser el primer presidente afroamericano, sino por su enfoque en la reforma del sistema de salud, la regulación financiera tras la crisis de 2008 y la promoción de nuevas políticas. Una presidencia de Kamala Harris podría marcar una nueva era en la política estadounidense y cambiaría la forma de gobierno en un giro de 180 grados. La realidad es que los desafíos son enormes. En medio de una polarización que ha dividido al país y una violencia retórica que envenena el discurso público, Harris podría llevar a los Estados Unidos a un verdadero precipicio.
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