LA DEMAJAGUA Y BAYAMO: A LA GLORIA O AL CADALSO CON CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES
POR OSCAR ELIAS BISCET
Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos
Presidente del Proyecto Emilia
Medalla Presidencial de la Libertad
POR OSCAR ELIAS BISCET
Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos
Presidente del Proyecto Emilia
Medalla Presidencial de la Libertad
La Demajagua y Bayamo: A la gloria o al cadalso con Carlos Manuel de Céspedes
El 10 de octubre de 1868 el patricio Carlos Manuel de Céspedes dio el Grito de La Demajagua y proclamó la independencia de Cuba y el fin de la esclavitud.
El Grito de la Demajagua y después la toma e incendio de Bayamo constituyeron actos magnánimos de libertad y rebelión contra la tiranía colonial española y fructificó en una revolución independentista que se prolongó durante diez años de guerra (1868-1878), pero consolidaría la identidad del cubano y su propósito de vivir en una patria independiente, soberana y republicana, que en los campos de batalla llamaron Cuba libre.
El 10 de octubre de 1868 el patricio Carlos Manuel de Céspedes dio el Grito de La Demajagua y proclamó la independencia de Cuba y el fin de la esclavitud liberando a sus esclavos y más adelante por ley a todos en la isla, convirtiéndolos en ciudadano libre del nuevo país y de la República de Cuba.
El 10 de octubre de 1868 se cumplía 355 años y 10 meses del martirologio del Cacique Hatuey en Yara (1513), en las cercanías de la Demajagua, donde fue el primer combate del Ejercito Libertador Cubano con la guía de Céspedes (11/10/1868), y quedó reducido a un pequeño ejército, la vanagloria colonialista española y la desesperanza de algunos de sus valientes guerreros libertarios; entonces, Céspedes pronunció la célebre frase: “Aun me quedan doce hombres y basta para hacer la independencia de Cuba”.
En Bayamo surgió la Revolución Independentista de 1868 y fue preparada por el Comité Revolucionario dirigido por Francisco Vicente Aguilera, Secretario: Francisco Maceo Osorio y Vocal, Pedro (Perucho) Figueredo. Esto fue cimiento para la libertad de la nación y las palabras esperanzadoras de estos coincidieron con sus principios: “Lancemos a Cuba a la revolución”.
El alzamiento en arma de Céspedes fue aprobado por muchos, pero algunos de los conspiradores bayameses tenían cierto recelo por no estar bajo la autoridad del Comité Revolucionario guiado por su líder Vicente Aguilera. Este con su sapiencia, patriotismo y fervor independentista favoreció a Céspedes, como el iniciador, y aseguró el triunfo iniciar de la revolución cubana.
Del mismo modo, el vocal del Comité Revolucionario Perucho Figueredo había manifestado ya el apoyo al inicio de la Revolución de La Demajagua, cuando una Comisión del régimen colonial en Cuba a través de sus súbditos de la alcaldía de Bayamo busca dividir las fuerzas independentistas y socavar el movimiento patriótico y en ese entonces y luego antes los patriotas bayameses y en apoyo a las ideas de Aguilera de Cuba libre de la tiranía colonial española dijo: “Con Céspedes a la gloria o al cadalso”.
En el Grito de La Demajagua en la finca de Carlos Manuel de Céspedes se reunieron más de 500 cubanos de todas las clases, razas y sexos y 37 de esos patriotas eran ricos hacendados de la región y, ante todos ellos, Céspedes reveló sus deseos para la patria en el “Manifiesto de La Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba, dirigido a sus compatriotas y a todas las naciones”, o Manifiesto del 10 de octubre de 1868.
El General en Jefe del Ejército Libertador de Cuba en su declaración del Manifiesto del 10 de octubre de 1868 exacerba la libertad de Cuba, su independencia y la creación de un Estado soberano.
ALGUNAS DE LAS CÉLEBRES FRASES DE ESE HISTÓRICO DOCUMENTO SON:
España gobierna a la Isla de Cuba con un brazo de hierro.
Cuba no puede pertenecer más a una potencia que como Caín mata a sus hermanos y como Saturno devora a sus hijos.
La tiene privada del derecho de reunión como no sea bajo la presidencia de un jefe.
Nos impone en nuestro territorio una fuerza armada que no lleva otro objeto que hacernos doblar el cuello al yugo férreo que nos degrada.
Sus desgraciados hijos se ven expulsados de su suelo a remotos climas o ejecutados sin forma de proceso por comisiones militares establecidas en plena paz con mengua del poder civil.
No puede pedir el remedio a sus males sin que se le trate como rebelde y no se le concede otro recurso que callar y obedecer.
Ha ofrecido respetarle sus derechos; pero hasta ahora no ha visto el cumplimiento de su palabra.
Creemos que todos los hombres somos hermanos, amamos la tolerancia, el orden y la justicia en todas las materias: respetamos las vidas y propiedades de los ciudadanos.
Admiramos el sufragio universal que asegura la soberanía del pueblo.
Sólo queremos ser libres e iguales como hizo el Creador a todos sus hijos.
La nación ya libre de sus enemigos y más ampliamente representada, se constituya en el modo y forma que juzgue más acertados.
Cuba aspira a ser una nación grande y civilizada para tender un brazo amigo y un corazón fraternal a todos los demás pueblos.
Ocho días después del Grito de Yara, el Ejercito Libertador atacó la ciudad de Bayamo y solo necesitó dos días para hacerla libre y ondeara la Bandera de La Demajagua en la más alta construcción y allí permaneció durante casi tres meses de gobierno independentista y republicano hasta que el incendio de la ciudad bayamesa la consumiera junto a las casas de familia y demás edificaciones. El
Gobierno Revolucionario, el pueblo bayamés y cubano cumplieron con su determinación de “¡Que arda la ciudad antes de someterla de nuevo al yugo del tirano!”.
El glorioso Ejercito Mambí y el pueblo bayamés dejaron la ciudad ardiendo y se internaron en los montes para cumplir el juramento ante Céspedes en La Demajagua, de hacer a Cuba libre y republicana en un Estado independiente y soberano, situación que se cumplimentó con la acción heroica de los mejores de sus hijos y 30 años después se constituyó oficialmente y con el apoyo de todos los países del mundo, en 1902, la República de Cuba.
Sin embargo, aquella República cubana fundada por los héroes patrios cayó destruida en 1959; cuando un grupo de malhechores fingiéndose de patriota y a la fuerza de las bayonetas, con su terrorismo sanguinolento superó el despotismo del imperio colonial e impuso un régimen de terror, la revolución socialista o tiranía totalitaria comunista de Fidel Castro.
El régimen castro-comunista resurgió el brazo de hierro ensangrentado colonial en la práctica y en sus leyes draconianas y odiadoras del género humano. Para defender ese fin inmoral crearon leyes como la Ley de Comunicación Social, los decretos leyes 35, 370 y 349, etc. Hoy es imprescindible el ejemplo de la Revolución de La Demajagua para restituir la libertad del pueblo cubano y debemos decir tal como el patriota Figueredo: “Con Céspedes a la gloria o al cadalso”.
El Dr. Oscar Elias Biscet es un líder de derechos humanos, ex preso de conciencia durante 12 años y ganador de la Medalla Presidencial de la Libertad. Vive en La Habana, Cuba, y puede ser contactado a través de su teléfono 011-537-699-1774. y de su sitio web: www.OscarBiscet.com.
La Nueva Nación es una publicación independiente cuyas metas son la defensa de la libertad, la preservación de la democracia y la promoción de la libre empresa. Visítenos en: http://www.lanuevanacion.com
Favor de incluirme en su lista de distribución de LA NUEVA NACION: alfredocepero@bellsouth.net.
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El Grito de la Demajagua y después la toma e incendio de Bayamo constituyeron actos magnánimos de libertad y rebelión contra la tiranía colonial española y fructificó en una revolución independentista que se prolongó durante diez años de guerra (1868-1878), pero consolidaría la identidad del cubano y su propósito de vivir en una patria independiente, soberana y republicana, que en los campos de batalla llamaron Cuba libre.
El 10 de octubre de 1868 el patricio Carlos Manuel de Céspedes dio el Grito de La Demajagua y proclamó la independencia de Cuba y el fin de la esclavitud liberando a sus esclavos y más adelante por ley a todos en la isla, convirtiéndolos en ciudadano libre del nuevo país y de la República de Cuba.
El 10 de octubre de 1868 se cumplía 355 años y 10 meses del martirologio del Cacique Hatuey en Yara (1513), en las cercanías de la Demajagua, donde fue el primer combate del Ejercito Libertador Cubano con la guía de Céspedes (11/10/1868), y quedó reducido a un pequeño ejército, la vanagloria colonialista española y la desesperanza de algunos de sus valientes guerreros libertarios; entonces, Céspedes pronunció la célebre frase: “Aun me quedan doce hombres y basta para hacer la independencia de Cuba”.
En Bayamo surgió la Revolución Independentista de 1868 y fue preparada por el Comité Revolucionario dirigido por Francisco Vicente Aguilera, Secretario: Francisco Maceo Osorio y Vocal, Pedro (Perucho) Figueredo. Esto fue cimiento para la libertad de la nación y las palabras esperanzadoras de estos coincidieron con sus principios: “Lancemos a Cuba a la revolución”.
El alzamiento en arma de Céspedes fue aprobado por muchos, pero algunos de los conspiradores bayameses tenían cierto recelo por no estar bajo la autoridad del Comité Revolucionario guiado por su líder Vicente Aguilera. Este con su sapiencia, patriotismo y fervor independentista favoreció a Céspedes, como el iniciador, y aseguró el triunfo iniciar de la revolución cubana.
Del mismo modo, el vocal del Comité Revolucionario Perucho Figueredo había manifestado ya el apoyo al inicio de la Revolución de La Demajagua, cuando una Comisión del régimen colonial en Cuba a través de sus súbditos de la alcaldía de Bayamo busca dividir las fuerzas independentistas y socavar el movimiento patriótico y en ese entonces y luego antes los patriotas bayameses y en apoyo a las ideas de Aguilera de Cuba libre de la tiranía colonial española dijo: “Con Céspedes a la gloria o al cadalso”.
En el Grito de La Demajagua en la finca de Carlos Manuel de Céspedes se reunieron más de 500 cubanos de todas las clases, razas y sexos y 37 de esos patriotas eran ricos hacendados de la región y, ante todos ellos, Céspedes reveló sus deseos para la patria en el “Manifiesto de La Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba, dirigido a sus compatriotas y a todas las naciones”, o Manifiesto del 10 de octubre de 1868.
El General en Jefe del Ejército Libertador de Cuba en su declaración del Manifiesto del 10 de octubre de 1868 exacerba la libertad de Cuba, su independencia y la creación de un Estado soberano.
ALGUNAS DE LAS CÉLEBRES FRASES DE ESE HISTÓRICO DOCUMENTO SON:
España gobierna a la Isla de Cuba con un brazo de hierro.
Cuba no puede pertenecer más a una potencia que como Caín mata a sus hermanos y como Saturno devora a sus hijos.
La tiene privada del derecho de reunión como no sea bajo la presidencia de un jefe.
Nos impone en nuestro territorio una fuerza armada que no lleva otro objeto que hacernos doblar el cuello al yugo férreo que nos degrada.
Sus desgraciados hijos se ven expulsados de su suelo a remotos climas o ejecutados sin forma de proceso por comisiones militares establecidas en plena paz con mengua del poder civil.
No puede pedir el remedio a sus males sin que se le trate como rebelde y no se le concede otro recurso que callar y obedecer.
Ha ofrecido respetarle sus derechos; pero hasta ahora no ha visto el cumplimiento de su palabra.
Creemos que todos los hombres somos hermanos, amamos la tolerancia, el orden y la justicia en todas las materias: respetamos las vidas y propiedades de los ciudadanos.
Admiramos el sufragio universal que asegura la soberanía del pueblo.
Sólo queremos ser libres e iguales como hizo el Creador a todos sus hijos.
La nación ya libre de sus enemigos y más ampliamente representada, se constituya en el modo y forma que juzgue más acertados.
Cuba aspira a ser una nación grande y civilizada para tender un brazo amigo y un corazón fraternal a todos los demás pueblos.
Ocho días después del Grito de Yara, el Ejercito Libertador atacó la ciudad de Bayamo y solo necesitó dos días para hacerla libre y ondeara la Bandera de La Demajagua en la más alta construcción y allí permaneció durante casi tres meses de gobierno independentista y republicano hasta que el incendio de la ciudad bayamesa la consumiera junto a las casas de familia y demás edificaciones. El
Gobierno Revolucionario, el pueblo bayamés y cubano cumplieron con su determinación de “¡Que arda la ciudad antes de someterla de nuevo al yugo del tirano!”.
El glorioso Ejercito Mambí y el pueblo bayamés dejaron la ciudad ardiendo y se internaron en los montes para cumplir el juramento ante Céspedes en La Demajagua, de hacer a Cuba libre y republicana en un Estado independiente y soberano, situación que se cumplimentó con la acción heroica de los mejores de sus hijos y 30 años después se constituyó oficialmente y con el apoyo de todos los países del mundo, en 1902, la República de Cuba.
Sin embargo, aquella República cubana fundada por los héroes patrios cayó destruida en 1959; cuando un grupo de malhechores fingiéndose de patriota y a la fuerza de las bayonetas, con su terrorismo sanguinolento superó el despotismo del imperio colonial e impuso un régimen de terror, la revolución socialista o tiranía totalitaria comunista de Fidel Castro.
El régimen castro-comunista resurgió el brazo de hierro ensangrentado colonial en la práctica y en sus leyes draconianas y odiadoras del género humano. Para defender ese fin inmoral crearon leyes como la Ley de Comunicación Social, los decretos leyes 35, 370 y 349, etc. Hoy es imprescindible el ejemplo de la Revolución de La Demajagua para restituir la libertad del pueblo cubano y debemos decir tal como el patriota Figueredo: “Con Céspedes a la gloria o al cadalso”.
El Dr. Oscar Elias Biscet es un líder de derechos humanos, ex preso de conciencia durante 12 años y ganador de la Medalla Presidencial de la Libertad. Vive en La Habana, Cuba, y puede ser contactado a través de su teléfono 011-537-699-1774. y de su sitio web: www.OscarBiscet.com.
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