sábado, 21 de diciembre de 2024

Un día como hoy, diciembre 21, en nuestra lucha contra la tiranía castrista.

Un día como hoy, diciembre 21, en nuestra lucha contra la tiranía castrista.

Dedicado a aquellos que dicen que en Cuba no se combatió el comunismo.

Comparta estas efemérides. Gracias.

PROHIBIDO OLVIDAR.

1959

Augusto Martínez Sánchez, ministro del Trabajo del régimen castrista es objeto de un atentado en la calle 25 y N en el Vedado, La Habana. En la acción resultaron heridos tres de sus escoltas.

1961

Casimiro Beitía Izirraga, Eusebio Cadalzo Mendoza y Ramón Calafel Mendoza, miembros de la guerrilla que operaba en Arroyo Blanco, Yateras, Oriente son fusilados en Arroyo Blanco. Otros miembros de esa guerrilla habían sido fusilados el día anterior.

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Fuerzas del clandestinaje incendian las oficinas y talleres del periódico Avance, en la La Habana.

1962

Pedro Comerón y Manuel del Valle Caral se infiltran en Cuba por Yamagua, Oriente, con el propósito de cumplir misiones de inteligencia y de gestar un foco guerrillero en la zona.

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El guerrillero José Díaz Alfonso, alzado en la zona noroeste de la provincia de Las Villas es fusilado. Su primo Ernesto Díaz Madruga fue el primer asesinado en el plan de trabajos forzados en Isla de Pinos.

1964

La radio comunista de Cuba anunció en San Juan y Martínez, provincia de Pinar del Río que fueron fusilados Ricardo Ulloa Olivera, Daniel Montero Camallieri y Desiderio Valladares Navarro y condenados a prisión otros acusados.  Fueron acusados de integrar una organización “Frente Unido Occidental” que lucha contra el régimen comunista de Cuba.  A los encartados no se les permitió utilizar el derecho de defensa.  Ulloa era el radio telegrafista del grupo de alzados en Pinar del Río. Fue fusilado herido. El 16 de mayo había muerto en combate su compañero telegrafista Gilberto Rodríguez San Román. La causa fue la 708 de 1964 de los tribunales de Pinar del Río.

(Parte de esta información aparece en el informe de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA. [11] Caso 35-X en los Archivos de la Comisión. / New York Times 12/22/1964)

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Modesto Orlando Orozco Basulto quien se había infiltrado en Cuba para luchar en contra del régimen castrista muere en combate.

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Agustín López Reyes, guerrillero del Frente Unido Occidental es fusilado en la fortaleza de La Cabaña.

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EL EMBARGO SI HA FUNCONADO.

Autor desconocido.

El embargo SÍ ha funcionado. Hace unos días el Comité de Asuntos Extranjeros de la Cámara de representantes de los Estados Unidos llevó a cabo una audiencia para discutir la reciente rebelión en Cuba.

Entre los invitados estuvo, además de nuestra admirada Rosa María Payá, el señor –¿debo decir compañero? – José Miguel Vivanco, director para la región de las Américas de la organización Human Rights Watch.

El verbo “to watch” en inglés es vigilar, pero es también mirar, como cuando miramos un filme con la cuba de papel encerado llena de palomitas de maíz, y la gaseosa bien fría a nuestro lado.

Parece que, con respecto a la situación de los derechos humanos en Cuba, el señor Vivanco se ha dedicado más a mirar que a vigilar. Lo digo porque en su deposición (valga la ambigüedad del término) ante el Comité de la Cámara, el señor Vivanco dedicó una buena parte de su tiempo a criticar el famoso embargo.

Así mismo como se los estoy contando.

Imagínense que un tipo robó en el banco del barrio y los banqueros decidieron no hacer más negocios con él.

Imagínense que durante años ese tipo se rio de los banqueros y prometió, absolutamente seguro de sí mismo, que algún día sería más rico que cualquier banco.

Imagínense que los años pasaron y que el tipo, lejos de enriquecerse, fue cada vez más pobre, llegó a tener cada vez más deudas y perdió su capacidad crediticia con el resto de los negocios del barrio.

Imagínense que ese tipo también se dedicaba a propinarle unas soberanas (valga una vez más la ambigüedad del término) palizas a su mujer y a sus hijos.

Un día, la familia del tipo decidió sublevarse contra tantos años de abuso y el barrio, en un gesto de solidaridad, decidió reunirse para decidir cómo ayudar a los apaleados.

A esa reunión llegó un mirador que después de relatar los pescozones, patadas, escupitajos, tiros y machetazos recibidos por la familia propuso que la solución para esos abusos era, nada más y nada menos, que los banqueros volvieran a hacer negocios con el abusador.

Algo así sucedió con la declaración del señor Vivanco frente al Comité de la Cámara de Representantes: después de decir lo que ya todos sabemos, o sea, que en Cuba se violan los derechos humanos de una forma brutal y descarada, el representante de Human Rights Watch se dedicó, sin que viniera al caso, a defender con ahínco la castrista idea de que para detener los abusos hay que quitar el embargo y empoderar aún más a los abusadores.

Los argumentos esgrimidos por el señor Vivanco fueron los lugares comunes de que el embargo no ha funcionado, que le permite al castrismo justificar sus abusos, y que ha aislado a los Estados Unidos en la arena internacional.

Como toda persona adoctrinada en la academia liberal estadounidense el señor Vivanco tiene una idea de Cuba, que probablemente solidificó durante sus estudios de maestría en Harvard, que está mucho más cerca de la propaganda del castrismo, y de la izquierda gringa, que de la realidad cubana.

Para empezar, cualquier cubano medianamente informado puede darle al señor Vivanco una lista de razones que explican por qué el tan cacareado embargo sí ha funcionado. Al vuelo, sin pensar mucho, se me ocurren las siguientes:

El embargo funcionó perfectamente para demostrar la estúpida ineficiencia económica de esa estafa criminal conocida como socialismo. La esencia de las decisiones de los comunistas cubanos –con Fidel Castro como “poster boy”– que llevaron a la imposición del embargo, entre las que resalta el robo de propiedades cubanas y extranjeras, era la creencia absoluta en la superioridad económica del socialismo y el hecho, imaginado, de que en unos años los capitalistas suplicarían comerciar con Cuba.

El embargo funcionó perfectamente para que Cuba les costara a los soviéticos, y al campo socialista, más que un hijo bobo estudiando en Harvard. Gracias al embargo se vieron obligados a gastarse en Cuba millardos y millardos de dólares que nunca les sobraron y que, para poder gastarlos en su títere caribeño, tuvieron que dejar de hacerlo en áreas verdaderamente estratégicas de su economía, un error que terminó contribuyendo, quién lo duda, al descalabro final de la URSS y el campo socialista.

El embargo funcionó perfectamente para que Fidel Castro tuviera que tragarse su fanfarronería y se viera obligado, después de décadas diciendo lo contrario, a reconocer que el socialismo es tan superior desde el punto de vista económico que para sobrevivir necesita del comercio y los créditos del capitalismo.

El embargo funcionó para salvar una enorme cantidad de vidas a todo lo largo y ancho de este mundo; porque si algo enseña la historia cubana de los últimos sesenta años (la real, no la que enseñan en Harvard), es que cada vez que el castrismo tuvo algo medianamente parecido a una bonanza económica, la usó para sembrar odio, violencia y muerte en decenas de países.

El embargo funcionó en la creación temprana de toda una infraestructura legal encaminada a la persecución de delitos financieros. Una infraestructura que después fue utilizada en la lucha contra el narcotráfico castrista, contra el narcotráfico no castrista, y en la persecución de la trata de mujeres y el tráfico de niños.

El embargo ha funcionado perfectamente para poner en evidencia inobjetable el carácter anti democrático y pro dictatorial de la mal llamada Organización de Naciones Unidas. Un circo que ya estaba condenado a ser eso que es hoy cuando decidió acoger en su seno a la URSS de Stalin. El régimen que, en 1933, cuando los nazis llegaron al poder, ya había asesinado a más seres humanos que los que el nazismo asesinaría después. El mismo totalitarismo criminal que se repartió Europa con el nazismo, en el tratado Ribbentrop-Molotov, y que invadió Finlandia y asesinó, en Polonia, a decenas de miles de polacos en el bosque de Katyn.

Ya desde su surgimiento, bajo la égida de Alger Hiss, el agente de Stalin en las administraciones de Roosevelt y Truman, la mal llamada ONU estaba condenada a ser eso que es hoy: un fórum con más de la mitad de sus miembros clasificados como regímenes totalitarios o semi totalitarios, y un circo macabro en el que los despotismos de Cuba y Venezuela se sientan en su comisión de derechos humanos.

El embargo también ha funcionado para poner en evidencia la hipocresía de muchas naciones que se precian de ser democráticas, como España o Canadá, y que hablan en contra del embargo mientras sus compañías en Cuba explotan a los cubanos –gracias al totalitarismo castrista– de una forma tan inhumana que esos países nunca osarían practicarla en su propio territorio.

El embargo ha funcionado para poner en evidencia el chantaje político que el castrismo impone a muchos otros países para que voten en contra o “denuncien” el embargo. Un chantaje de médicos y profesionales ofrecidos como zanahorias; o de palos insinuados con desestabilizaciones políticas provocadas por organizaciones y agentes pro castristas.

El embargo ha funcionado para poner en evidencia que ese odio que el castrismo siempre ha sentido por el mundo libre en general, y por los Estados Unidos en particular, es irracional. Cuando el presidente Barack Hussein fue a La Habana, y empezó a desmontar una buena parte del embargo, la respuesta del castrismo fue atacar a diplomáticos estadounidenses con armas de destrucción neurológica.

El embargo ha funcionado para ilustrar la enorme ignorancia que muchos tienen sobre la naturaleza de los totalitarismos de izquierda. Todos esos que insisten en que el levantamiento del embargo redundaría en un aumento del bienestar de los cubanos y que ese bienestar traería, inevitablemente, cambios políticos ignoran la teoría leninista de la revolución.

Esa teoría explica que las revoluciones suceden cuando la pobreza es suficiente para generar descontento, pero no cuando es tan alta que la gente solo puede pensar en su sobrevivencia. Un colofón lógico de ese axioma leninista es que, una vez alcanzado el poder, la mejor forma de no perderlo es manteniendo a la población en niveles de pobreza que nunca le permitan organizar verdaderas revoluciones, solo sublevaciones.

La pobreza extrema es, entonces, consustancial a la permanencia de los socialistas en el poder; y no hay levantamiento de sanción económica alguna que haga cambiar esa necesidad.

Por último, el embargo ha funcionado para que después del 11 de julio pasado podamos asistir al espectáculo de ver al castrismo movilizar a sus agentes de influencia, los de Harvard incluidos, para que insistan en que hay que quitar el embargo.

Es divertido verlos saltar, como ratas del barco que se hunde, mientras comemos rositas de maíz y nos tomamos una gaseosa bien fría.

Jose manuel vivanco.jpg

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