¿En pañuelo de holán fino lloran la reina y el rey?

Lloran la niña, la madre, la abuela…
Lloran el niño, el padre, el abuelo…
Llora el buen señor: su vástago agoniza en una de las mazmorras del rey. Tuvo la valentía de oponerse al soberano.
Llora la buena señora: veinte años atrás trajo al mundo a una hermosa bebé que, siendo adolescente, exigió a los monarcas un cambio radical en su sistema de gobierno: «elecciones libres, libertad de expresión…» y una golpiza cercenó el pedido pacífico en la plaza cívica.
Llora la anciana: «Patria y vida» y el grito emancipador de su nieto provocó la ira de los esbirros de sus majestades. Estará n prisión los próximos tres lustros.
Lloran, de impotencia, de rabia, con ira contenida…
Lloran, se lamentan de tanta vida sin futuro.
Lloran, claman por alimentos, medicinas, por condiciones mínimas de existencia.
Lloran, angustian el adoctrinamiento, la mentira, los pedidos de sabcrificios, las promesas de «ahora sí vamos por el camino correcto», la represión, las torturas, los juicios sumarísimos, las desapariciones forzadas, los destierros, los asesinatos…
Lloran, desconsoladamente.
«En pañuelo de holán fino lloran la reina y el rey», escribió el poeta, el pensador, el prócer, el más universal de los nacidos en esos recodos; pero estos soberanos no lloran, se regocijan condenando al prójimo que lloran sin derecho a enjugar sus lágrimas… no hay posibilidad de pañuelos, mucho menos de holán fino
No hay comentarios:
Publicar un comentario