lunes, 20 de octubre de 2025

Un día como hoy, octubre 20, en nuestra lucha contra el castrismo.

Un día como hoy, octubre 20, en nuestra lucha contra el castrismo.

Dedicado a aquellos que dicen que en Cuba no se combatió el comunismo.

Comparta estas efemérides. Gracias.

PROHIBIDO OLVIDAR.

1868

Carlos Manuel de Céspedes.jpg

Durante el asalto a Bayamo por las tropas independentistas al mando de Carlos Manuel de Céspedes se canta el himno compuesto por Perucho Figueredo el cual fue conocido posteriormente como La Bayamesa.

1959

Alfredo Romero es fusilado en el Central Maceo, Oriente.

1960

Jesús Carreras Zayas.jpg

El comandante del Ejército Rebelde Zayas, Jesús Carreras es arrestado y es acusado de conspirar contra la revolución.

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Gerardo Fundora Nuñez.jpg

El jefe guerrillero y líder sindical Gerardo Fundora Nuñez cae prisionero de las fuerzas del régimen. La guerrilla que combatió hasta que se le agotaron las municiones había sido delatada por dos agentes de la Seguridad del Estado que estaban infiltrados.

1961

Miembros de la resistencia hacen estallar 3 bombas en distinto lugares de La Habana, una en la calle Concordia, otra en el Cine Patria y una última en las proximidades de la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores.

1963

El guerrillero José Isabel Bonet es capturado en el Escambray Las Villas y fusilado en el mismo lugar sin celebrarle juico.

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Tres embarcaciones fuertemente armadas y tripuladas por 21 cubanos fueron detenidos por los guardacostas cuando se dirigían hacia Cuba en una operación organizada por Comandos L. A bordo de las embarcaciones se encontraron numerosas armas. Una cuarta unidad, cargada con combustible, fue encontrada en el Río Miami.

Fuente: Enrique Ros, El Clandestinaje y la Lucha Armada Contra Castro, página 389.

1964

Benito Rodríguez Lugones es fusilado en La Cabaña.

1968

El opositor Pedro Dávila Rodríguez es asesinado en la finca “La Catalina”, La Habana.

1986

El opositor Alexis Zúñiga desaparece en el mar cuando perseguido por la Seguridad del Estado trató de cruzar el Estrecho de la Florida.

1988

Afiliados a la Asociación Pro Arte Libre intentaron depositar una ofrenda floral ante el busto de José Martí en la Calle Cárcel de La Habana. Seis fueron arrestados por las autoridades castristas y condenado a penas carcelarias de siete meses a un año.

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 PETRO, El NUEVO MADURO

Eduardo Mesa

La experiencia de Colombia ha demostrado que los grupos guerrilleros que se convierten en movimientos políticos no son el camino para la paz. Detrás de los acuerdos, de las firmas solemnes y de las fotografías oficiales, suele ocultarse una verdad más dura: la violencia no desaparece cuando cambia de nombre. En el caso colombiano, las desmovilizaciones del M-19 y de las FARC, así como los intentos frustrados con el ELN, revelan un patrón constante. Las armas se silencian por un tiempo, pero las estructuras ideológicas y criminales permanecen. La infiltración en la política, el control territorial, el narcotráfico y la manipulación del discurso de los derechos humanos se convierten en nuevas formas de dominación.

La elección de Gustavo Petro como presidente de la República de Colombia ha sido el colofón de ese error en el país sudamericano. Su llegada al poder, más que un triunfo democrático, simboliza la consolidación política de una corriente que nunca renunció del todo a su pasado subversivo. Lo que se presenta como reconciliación nacional es, en muchos sentidos, la consumación de una estrategia de largo aliento: sustituir la conquista armada por la toma ideológica del Estado.

La paz verdadera no se construye sobre la impunidad, sino sobre la justicia, la verdad y el arrepentimiento auténtico. Sin esos pilares, todo proceso de negociación con el crimen organizado —sea guerrilla, cartel o dictadura— no es más que una pausa táctica antes del próximo asalto.

Que el presidente Donald Trump calificara a Gustavo Petro de narcotraficante y que Estados Unidos suspendiera la ayuda financiera a Colombia en la lucha contra el narcotráfico constituyen un nuevo aldabonazo en la política exterior norteamericana. Trump ha hecho sonar con fuerza una advertencia: Washington no respaldará gobiernos aliados con estructuras criminales, ni tolerará que bajo el pretexto de la “paz total” se normalice la impunidad y el narcotráfico. Al calificar a Petro como líder del narcotráfico, esta administración lo deslegitima políticamente y lo coloca fuera del margen de la cooperación internacional seria. Petro ha dejado de ser un aliado imperfecto y se ha convertido en una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos.

Lo que está ocurriendo con Nicolás Maduro en Venezuela y ahora con Gustavo Petro en Colombia funciona como una advertencia para todos los líderes de la región: si no controlan su territorio y no eliminan el narcotráfico en sus propios países, se les tratará —en los hechos— como enemigos de los Estados Unidos. El mensaje es claro y frío: la tolerancia tiene un límite, y cuando el Poder Nacional se confunde con redes criminales, el costo será la pérdida de legitimidad, la exclusión de la cooperación estratégica, y (perdonen la reiteración) se les tratará como enemigos.

Todo esto supone un importante giro estratégico en la región. Los Estados Unidos no están discutiendo si deben tomar cartas en el asunto, sino cómo lo harán. Y todo parece indicar que la fuerza no está excluida de la ecuación.

La situación de Gustavo Petro se parece cada vez más a la de Nicolás Maduro, y sería una ingenuidad pensar que esta escalada no se sustenta en pruebas sólidas que incriminan al presidente de Colombia. El Foro de São Paulo está naufragando de un modo vertiginoso, arrastrado por la corrupción, el narcotráfico y la pérdida de credibilidad moral de sus figuras más emblemáticas. Sólo resta agregar una antigua sentencia que todos conocemos desde niños: cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo.

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