lunes, 24 de agosto de 2009
¿QUITARÁN LA LIBRETA DE RACIONAMIENTO?
Por Francisco Chaviano González.
EL profesor universitario A. Rondón Velázquez, tiene una propuesta que fue publicada el pasado 31 de julio en la sección “Cartas a la dirección” del periódico Granma: “Quitar la libreta de racionamiento para aquellas personas que tienen un salario holgado u otro tipo de sustentación similar”.
Empieza por hacerse él mismo el harakiri, recuerden que gana $1000 pesos mensuales. Y continúa: “También están los miembros de las FAR jubilados y contratados en nuevos puestos de trabajo, los altos funcionarios, los administradores o gerentes, los empleados y funcionarios del turismo, los pequeños agricultores, los investigadores, intelectuales, artistas, los desempleados que ganan más que un profesor universitario,, etc.”
Según su diatriba, la libreta de racionamiento debiera quitársele a la generalidad de la población, con excepción de aquellas personas que son pobre entre los pobres. Es probable que el ilustrador de la casa de altos estudios esté cumpliendo una encomienda gubernamental, como suele ocurrir con mucha frecuencia. En su ponencia vuelve a la cantaleta de los productos subsidiados distribuidos de forma racionada por la libreta, que evalúa de casi gratuitos e insostenible en medio de una crisis económica.
El profesor Rondón en lugar de ser luz de la sociedad civil y guía del pueblo, se trastoca en verdugo cuando de forma calculada falta a la verdad con tal aseveración. Pues esos productos precisamente, son los únicos que guardan relación con lo que se da en llamar salarios en Cuba. El trabajador promedio de este país realiza su labor a cambio del mendrugo de $ 17.00 dólares mensuales, la mitad de lo que Naciones Unidas da como límite de extrema pobreza.
Luego el casi “gratis del producto normado”, guarda relación con el “casi gratis trabajo” y terminamos siendo “casi esclavos”. El profesor no se ha dado cuenta que él y sus colegas son los profesores universitarios peor remunerados en toda América, ganan menos que un limpiabotas de Puerto Príncipe.
Si se ajustara a su propuesta, sus $1000 pesos equivalentes a $40 dólares, no le alcanzaría para cubrir los gastos del desayuno de una pequeña familia compuesta por tres personas, veamos: una libra de pan cuesta $12 dólares en un mes, más $4 de mantequilla, dos bolsas de leche cuestan $12 dólares para garantizar un vasito para cada cual y una coladita de café de una onza suma dos libras que cuestan $13.50 para un total de $41.50 dólar. De donde piensa el eminente profesor sacar dinero para almuerzo, comida, transporte, vivienda, electricidad. Ni siendo profesores los tres miembros de la familia alcanzaría.
No obstante a lo errado de su propuesta, el profesor Rondón Velázquez hace dos preguntas muy interesantes que merecen respuesta: “¿Debemos dejarle a nuestro descendientes un país endeudado? ¿Es aconsejable mantener mecanismos que la vida ha hecho caducar?” ¡Claro que no! ¡Por eso necesitamos el cambio, porque el régimen anacrónico en que vivimos nos ha convertido en uno de los deudores per cápita más grande del mundo!
¿Quiere solución? Pues una vuelta a las leyes naturales de la existencia, que en los tiempos modernos equivalen a democracia, economía de mercado y liberalismo. Donde el efecto traumático se puede evitar sustituyendo la libreta por cupones de alimentos para desempleados. El liberalismo traería consigo algo que parece contradecir un axioma económico: aumento de salario y disminución del precio de los productos, para ponerlos en correspondencia. La propuesta resulta posible sólo en estos casos, producto del forzado proceso inverso a que fuimos sometidos. Así cuando la marea del mercado invada nuestro espacio con sus leyes naturales, para ponerla en sintonía con el área, equivaldrá a tal cosa. Es el simple efecto de liberar un salario tan deprimido y unos precios tan abultados por imposición.
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