miércoles, 3 de marzo de 2010

Las etiquetas engañosas en Cuba



Por: Amir Valle

Relato del laberinto político cubano que aparece detrás de la muerte del disidente Orlando Zapata Tamayo.

La cara oscura del supuesto paraíso que es Cuba ha salido a la luz una vez más y, como siempre, la sensibilidad humana se conmueve ante un crimen: ha muerto en prisión, luego de complicaciones derivadas de una huelga de hambre, el opositor cubano Orlando Zapata Tamayo, prisionero de conciencia según Amnistía Internacional.

Habrá quienes, como el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, disminuyan la terrible importancia del suceso (Lula agregó a su ya usual desprestigio esta frase: “Ningún gobierno puede ser juzgado porque uno de sus ciudadanos haga una huelga de hambre”). Habrá quienes viren la cara a lo que sucede en Cuba, igual que viran la cara ante el genocidio de cientos de opositores en Sri Lanka, Sudáfrica, Irán y Rusia, donde también gobiernan “hombres de izquierda”.

Morir con 42 años en una cárcel cubana no es sólo un destino triste. Morir por haber tenido el valor de exigir el respeto de los Derechos Humanos en el “paraíso cubano” no es solamente un acto heroico. Y despedirse del mundo exigiendo la libertad de 200 compatriotas presos por haberse opuesto al régimen no es únicamente una muestra de la convicción en que, como diría José Martí, “Cuando se muere / en brazos de la patria agradecida, / la muerte acaba, la prisión se rompe; / ¡empieza, al fin, con el morir, la vida!”. Hay mucho más detrás de esta muerte que el gobierno de Raúl Castro pretende minimizar lanzando sobre Orlando Zapata Tamayo una de sus tantas etiquetas engañosas, esas etiquetas urdidas en la mentira para impedir que el mundo conozca la verdadera esencia fascista, la gran traición que sufrió aquella hermosa Revolución de 1959.

No he leído en ningún sitio que se diga que Orlando Zapata Tamayo, como otros millones de cubanos, creyó alguna vez en la Revolución. Todos los que hoy se oponen al gobierno cubano creyeron una vez en las mentiras con las que crecimos las últimas cuatro generaciones de cubanos. Y el hecho de que una isla que siempre, antes de 1959, fue un país receptor de inmigrantes, tenga casi el 20% de su población en el exilio; de que, según encuestas reconocidas por el gobierno de Raúl Castro, la primera aspiración de la mayoría de los jóvenes cubanos sea irse del país y de que la oposición organizada crezca día tras día a pesar de las terribles represalias, es otra muestra de la descomunal traición perpetrada por un Fidel Castro que en 1959 prometió para todos los cubanos “Pan con libertad y libertad sin terror”.

Raúl Castro ha retomado el batón del poder político y, luego de ilusionar a muchos ingenuos con promesas de cambios esenciales en bien del pueblo, ha regresado a los mismos cauces represivos, a las mismas manipulaciones de los conflictos internos y externos que tanto éxito mediático le dio a su hermano Fidel. Y en esa táctica de poder las etiquetas engañosas recobran toda su validez: Cuba es un pueblo absolutamente desinformado de la realidad mundial (una de las promesas no cumplidas por Raúl Castro es abrir el país a la red de información que ofrece la internet) y un pueblo desinformado, ya lo dijo Goebbels, será siempre “una masa fácil de engañar, adoctrinar y manipular”.

En otro triste capítulo del servil periodismo cubano, el periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, lanza sobre el opositor fallecido Orlando Zapata Tamayo la infamia de que es un “delincuente común”, del mismo modo que, en su momento lanzó calumnias sobre el periodista opositor Guillermo Fariñas, cuando protagonizó una huelga de hambre de ocho meses exigiendo su derecho a tener acceso a internet, o cuando (utilizando toda la fuerza de sus órganos nacionales de prensa monopolizados) catalogó de “mercenarios al servicio del imperialismo yanqui” a los 75 opositores detenidos en la conocida “Primavera Negra”, que fueron juzgados y condenados a penas de hasta más de 20 años por denunciar al mundo los graves problemas de Cuba.

En la década del 60, también en las cárceles cubanas y también luego de una huelga de hambre, murió el opositor Pedro Luis Boitel. Ahora muere Orlando Zapata Tamayo. Otros cinco periodistas opositores, en cárceles cubanas, han iniciado huelga de hambre, entre tanto el mundo exige la liberación de los más de 200 presos políticos cubanos que se pudren en las cárceles, entre los cuales, por sólo mencionar a uno de los que han sido apresados bajo el mandato de Raúl Castro, se encuentra el doctor Darsi Ferrer, quien acaba de ser declarado por Amnistía Internacional como “prisionero de conciencia”. El velorio de Orlando Zapata Tamayo fue una muestra de rebeldía popular, a pesar de las medidas de fuerza tomadas por los órganos represivos del gobierno y el mundo se conmueve ante las dolidas palabras de la madre de este opositor, como se ha conmovido ante la lucha de las Damas de Blanco, esposas, hijas y madres de los prisioneros políticos cubanos. Todos ellos, según la propaganda política cubana, son “mercenarios apátridas”. Etiquetas engañosas que pretenden esconder la verdadera cara represiva, siniestra, de la que hoy es la dictadura más larga que ha conocido la historia.

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