Cuba/ Pluma con filo
Cubamatinal/ Desde su galardonado y local periódico de Miami, El Nuevo Herald, llega acá, el más reciente trabajo del Sr. Alejandro Armengol, un estadounidense residente en Miami de ascendencia cubana. El trabajo tiene como título: “Prepotencia anticastrista”.
Por Juan González Febles
La Habana, 1 de marzo/PD/Al Sr Alejandro Armengol pocos le conocen en La Habana. Quizás se fue desde niño o comenzó a decir, muy convenientemente cuando llegó a su ciudad de Miami. A pesar de todo, su trabajo es leído con atención por acá. Aunque siempre incurre en oportunas o en opinión de muchos, oportunistas generalizaciones, él es como una señal indicativa de por dónde van los tiros en un espacio tan cercano y tan lejano a todos acá, como es su ciudad de residencia y hasta es posible que de corazón: Miami.
Por acá en Cuba, se tiene a Armengol como un franco tirador. Es decir, alguien que espera agazapado para matar o en su caso, para escribir. Armengol nos dice en este último trabajo, que en los Estados Unidos, la palabra se paga a un alto precio. Se refiere a la palabra escrita por periodistas independientes desde órganos no galardonados. Estos órganos, él no aclara si son los establecidos en la vecindad de su amada ciudad, o funcionan desde Cuba. Me tomo la libertad de asumir que se refiere a ambos.
En ocasiones, Armengol logra confundir a sus compueblanos. Por una parte les defiende como contribuyentes y para hacerlo, expone a aquellos que no hemos logrado sino artículos de poca calidad y reportajes mal hechos, desde Cuba. Así dice.
En su profesional y a la vez previsible trabajo, Armengol fustiga a los ‘burócratas, políticos y vividores’, que se embolsan el dinero con que se debía pagar a los autores que desde Cuba, solemos producir tales bodrios. Me imagino cómo deben sentirse tanto él, como sus sensibles paisanos. ¡Soportar eso! Tan lejos de las joyas del oficio logradas por sus colegas, por él mismo y por su periódico serio y galardonado en las equitativas condiciones en que tales galardones son concedidos. Ya sea a eximios periódicos locales o a personalidades unidas a estos, en el propósito, la conveniencia y ¡ah! el merecimiento.
Con esa profesionalidad cuya ausencia desde Cuba resiente, Armengol la emprende contra los periodistas independientes y sus patrocinadores. Juntos y revueltos, justos y pecadores, estafadores y estafados, honestos o deshonestos, da igual. Con su previsible inclinación por las generalizaciones, encontró el camino expedito para escandalizar, jugar con la cadena y no molestar al mono de la otra orilla.
Pero bueno, esto ya lo han dicho el CPJ desde New York y Oscar Haza desde Miami: Mientras haya bloggers y Pánfilo se embriague en La Habana, la democracia está a salvo.
Su pregunta tan legítima sobre si la prensa independiente ha ayudado a conocer mejor la realidad cubana, encontró respuesta y rápida solución. Con periódicos como El Nuevo Herald, comentaristas como él, borrachos como Pánfilo y programas como el del Sr. Haza, ¿quién necesita más?
El fin de la prensa independiente, sin dudas ayudará a muchísimos buenos ciudadanos a ser mejores aún. Al menos, eliminará definitivamente la tentación de robarles. Poco agustiniano, pero ciertamente efectivo.
Por acá, estamos ansiosos por disponer de otra perla profesional como las desovadas por el Sr. Armengol. Aunque previsible, lo ideal será conocer el tema cubano llevados por su pluma y por supuesto, siempre desde el galardonado, Nuevo Herald.
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