martes, 2 de marzo de 2010

Discriminación en Cuba

Colaboraciones/ En blanco y negro

Cubamatinal/ De sus raíces económicas no hay duda. Las complicaciones crecen a medida que aspiramos a una convivencia en pie de igualdad, donde no basta con decir que no la hay, mucho menos con creerla en vías de extinción Negarla es confirmarla.

Por Rogelio Fabio Hurtado

La Habana, 28 de febrero /PD/ Podemos afirmar que en Cuba perduran discriminaciones de distinta índole, religiosas, ideológicas, sexuales etc. Pero la madre de todas, es la racial.

Se ha manifestado casi siempre de manera hipócrita, porque la persona racista entre nosotros, teme asumirla con franqueza. Es preferible dejarla implícita, así no se le deja a la víctima ni el desahogo del pataleo. Son ideas, complejos de los que ellos padecen. Entonces, se les acusa de racistas a la inversa. Eh, negro, juega limpio.

El criterio martiano (Cubano es más que blanco, más que negro…) tiene el inconveniente que impone la conclusión sin entrarle a los entresijos de la realidad. Acalla las protestas del negro. Le dicta un patriotismo que, más de cien años después, no ha impuesto una convivencia ciudadana plena.

La costumbre habitual del cubano blanco ha sido ignorar el problema, pasarlo por alto, tirarlo a jarana, mi negro, mi negra. Era jugando, mi sangre. El consumo de la negra y del negro como objetos de placer. Lo que el blanco espera del negro. Saberse dar su lugar era la virtud más apreciada. Es de color, pero muy decente. Dando por sentado un vínculo entre pigmentación y desfachatez. El negro si no la hace a la entrada…

Me crié en el paradero de la Ruta 1, en Párraga. Nunca consideré ventaja ser más o menos blanco. En mi amada Secundaria Básica Enrique José Varona, me suponían mulato, más o menos. Mi escuela primaria Carlos de la Torre también era integrada. En Santa Amalia aún viven familias de tradición musical, como los Barreto y los Valdés. Conocí muy de cerca en mi niñez a la célebre espiritista Leocadia, bien negra por cierto y para nada mulata, como la tildan en la guía turística del Cementerio de Colón.

El miedo a la negrada es conciencia de culpa, certeza de injusticia. El disimulo del asunto como estrategia, se rompió dos veces: 1844, Año del Cuero y 1912, La Guerrita de los negros, a la que puede sin dudas calificarse de masacre. La primera, cobró la vida del Plácido, la segunda dejó en la orfandad al entonces adolescente Nicolás Guillén.

El otro caso imperdonable fue el del gran Quintín Banderas. Los Generales y Doctores de la recién estrenada República no fueron generosos con sus hermanos de guerra.

Batista era mulato. Fidel también tiene de negro, pero no se le nota, lo hispano predomina, así que fue el Héroe de los blancos cubanos quien llegó a quitar al negro mono que está en el poder (cántese con la música del villancico Cascabel)

Los orígenes populares del sargento llamado Batista ya no contaban. Incluso el PSP estaba en la Sierra Maestra cortejando al Robin Hood de la hora apoyado por la Revista LIFE.

El proceso revolucionario que comienza en 1959 no sólo trajo beneficios a la población negra. Luego de medidas de indudable beneficio popular, el establecimiento del totalitarismo estatal frustró el desarrollo de la pequeña burguesía negra, al despojarlos de sus negocios durante la hoy cuestionada Ofensiva Revolucionaria en 1968.

El racismo pasó entonces al clandestinaje. El tema dejó de interesarle al Máximo Líder. Aparecieron las empresas donde toda la empleomanía era del mismo color que su Director.

Confesión personal

Recuerdo, en la Empresa de Mantenimiento Constructivo del Poder Popular de San Miguel del Padrón a tres funcionarios tratando de establecer según los apellidos y los sitios de residencia, la raza de 5 muchachas, para escoger entre ellas a dos que fuesen blancas y no verse precisados ni siquiera a citar a las presumiblemente no blancas, ¡y lograron traer a dos niñas arias! (con la asesoría del Técnico Integral del Trabajo, que era yo).

Hoy, crudo invierno del 2010, los negros cubanos cansados de sufrir la doble discriminación, como ciudadanos y como negros, han unido sus voces para la protesta. La élite ha movilizado a varios de sus acólitos culturales para contrarrestarlos. Esta vez, ya el Líder Máximo no podrá preguntarles asombrado ¡¿Y tú qué haces aquí?¡ como hizo con el oficial de la Brigada 2506 Eneido Oliva en mayo de 1961.

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