PUBLICADO PARA HOY 17 DE JULIO
Por Miguel Iturria Savón
El Cotorro, La Habana,(PD) Tal vez lo más novedoso del Festival de Cine Francés, iniciado el 18 de junio en 30 salas de Cuba, no sea la solidez de su dramaturgia, la variedad de sus escuelas ni el virtuosismo de las actuaciones, sino la variopinta exhibición de sesenta obras de animación, representativas de la creatividad que impulsa al género en la nación donde surgió el séptimo arte.
Aunque los animados franceses son desconocidos en nuestra isla, acostumbrados a los “muñequitos de Wat Disney” y otras productoras que modelaron nuestra infancia, el público reconoce la excelencia de las nuevas entregas, seleccionadas entre las mejores del Festival Internacional de Cine de Animación y reunidas en programas temáticos que agrupan filmes de realizadores consagrados y noveles.
En su conjunto los animados deslumbran por la variedad de los guiones, la diversidad técnica y el dinamismo de productores y artistas, nucleados en una colección de formato DVD, reveladora de talentos, estilos, ideas y formas de realización basados en la imaginación a partir de cuentos, mitos, leyendas y problemas contemporáneos como la contaminación, la tecnología y la alienación.
Si bien la demanda de animados en estos días de lluvia y calor es inferior a los dramas y comedias anunciados en carteleras, al coincidir en las salas oscuras con estas “piezas menores”, abandonamos los prejuicios y nos dejamos arropar por la magia y la fantasía. Más que entretenimiento, son regalos visuales y sonoros que invitan a la reflexión. Doce títulos que incluyen animaciones ciudadanas, elaborados en computadoras y otros soportes, casi todos de interés contemporáneo pero sin ñoñerías ni lecciones morales.
Cemento es una pintura sobre celuloide que grafica la vida de un mundo militar amurallado, perturbado por la llegada de un papalote negro. Mientras Pájaros blancos, pájaros negros retoma la parábola del bien y el mar. La marcha de los sin nombres, Tadeus, Línea de vida, En esa época y El soldadito simpático, recrean artísticamente el mundo de la guerra.
Oh, el amor, también ofrece una docena de cortos animados con unidad estética y conceptual. Sorprende Eletvona, de Tomek Ducki, quien representa un encuentro apretado en un mundo con las reglas prefijadas, en el cual los caminos son estrechos y no es posible retornar.
Al igual que los largometrajes, los animados franceses apuestan por entretener de manera culta. Las “series infantiles” lo logran sin concesiones ni efectismos. Los cortos incluidos en No somos máquinas y Entre perros y lobos ilustran una estética que difiere de Asterix y Obelix y de tantas historias que buscan carcajadas desde el movimiento y los sonidos. Estas son realizaciones más filosóficas y alusivas, como la versión estúpida de Los tres cerditos, la pulga que enfrenta al nuevo insecticida (AP 2000), el gato cabezón que no logra suicidarse (Nacido para vivir), o personajes en situaciones tragicómicas: el faquir de El desafío a la muerte, el empleado solitario (La muñeca de Berni), el hombre que enfrenta al molino y el individuo desnudo tras la mesa del funcionario.
Los animados galos figuran en las carteleras del Chaplin, Acapulco, Alameda, las salas 1 y 2 del Multicine Infanta y el Yara, que alternan su programación con 16 títulos recientes en 35 milímetros, entre estos las comedias Rosa y Negro y Bienvenidos al norte, los dramas El primer día del resto de tu vida y Hace mucho que te quiero, y los thrillers Por Ella, Secreto de Estado y Sin dejar huellas, más las multipremiadas El escritor y El grano de cuscús.
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