viernes, 30 de julio de 2010

CUBA: ESCLAVITUD HACIA ADENTRO

Publicado para hoy 31 de julio


Por: Luis Felipe Rojas Rosabal

San Germán, Holguín,(PD) “Ayana se levanta antes que salga el sol. Se baña, se viste y sale de su casa cuando sus hijas todavía duermen. Toma un autobús, luego un tren y un taxi. Una hora después, llega a un lujoso apartamento, donde se ocupa de una familia ajena a cambio de un sueldo miserable”.

La crónica fue publicada por Hanna Rubenstein en el diario Granma para denostar del trabajo doméstico en Estados Unidos, seguramente sin reparar en las cientos de mujeres del oriente de Cuba que se van a La Habana a cuidar ancianos de familias con holgura económica a cambio de cuarenta o cincuenta CUC mensuales… y hasta por menos.

Este escrito hubiera comenzado así: “Juana se levanta temprano, pasa dos horas esperando un autobús para ir desde San Antonio de los Baños, donde reside desde hace unas semanas en casa de una prima, hasta Luyanó, para cuidar a un par de ancianos cuyos hijos residen en los Estados Unidos. Por poco más de cincuenta dólares y algo de comida, hace las tareas hogareñas y escapa de la pobreza en su natal Camagüey”.

A pesar de las comparaciones, no hay estadística local que refleje la prosperidad del negocio doméstico en Cuba. Varias holguineras conozco que en Varadero y La Habana cuidan ancianos, acompañan a señoras de mediana edad, incluso por un poco de comida, medio centenar de dólares y una confortable habitación en Santos Suárez, Playa o La Habana Vieja. ¿Son más limpias que las demás? ¿Más trabajadoras que ninguna otra? ¿Más capaces? De ningún modo, a la par que las mujeres latinas en Estados Unidos y Europa, las domésticas del interior del país pagan el sacrificio de dejar a sus hijos con otros parientes para hacer labores de lavado, fregado y limpieza
del hogar que su pares capitalinas rechazan realizar por una remuneración que hoy consideran insuficiente.

De igual forma el trabajo supuestamente solidario que realizan gerontólogos, pediatras, fisioterapeutas y demás paramédicos cubanos en América del Sur y otras latitudes, a cambio del infortunio familiar (violencia interna, abandono, estrés, divorcio) y solventado con el autorizo de una pequeña cuenta en divisas, unos cuantos cacharros electrónicos y alguna pacotilla para vestir y calzar, viene a ser el sustituto de la esclavitud moderna que tanto se interesa la prensa oficialista cubana en denunciar.

Carpinteros, constructores y zapateros por cuenta propia del interior del país se han echado a la Autopista Nacional desde hace más de cincuenta años para alcanzar la capital. Aunque las ganancias puedan parecer míseras, siempre serán una fortuna comparada con la pobre existencia en provincias, donde los mecanismos represivos de todo tipo se enfocan siempre en el mínimo asomo de iniciativa individual.

Dos de cada tres mujeres consultadas aseguran que prefieren cuidar ancianos a pasar ocho horas llenando planillas, llevando recados y asistiendo a reuniones interminables sobe la supuesta eficiencia económica cubana. Lo dijeron sin rastros de humillación, parecían decisiones firmes. El trabajo doméstico por cuenta propia es una fuerza que corre hacia dentro, irremediablemente.

alambradas@gmail.com
Foto: Marcelo López

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