Publicado para hoy 31 de julio
Por Jorge Luís González Suárez
El Cerro, La Habana,(PD) La aspiración del ser humano en cualquier lugar del mundo es poseer su propia vivienda. Para un por ciento considerable de la población cubana este anhelo es imposible. Resulta difícil para un extranjero comprender esta situación y mucho más sus causas.
Los mecanismos establecidos en Cuba desde 1959 para llegar a ser propietario de un inmueble, en la inmensa mayoría de los casos, implican la fidelidad política a la Revolución para que pueda calificarse de lícita la adquisición; de lo contrario, es ilícita.
En un principio, el otorgamiento de casas estuvo sujeto a los domicilios confiscados a las familias que se marchaban del país, que a veces eran entregados con todo el mobiliario a quienes, aparte de necesidad, mantenían una actitud de apoyo sin reservas al proceso revolucionario. Por supuesto, los mejores apartamentos y residencias fueron a parar a los más destacados partidarios del régimen.
Continuó una segunda etapa, que consistió en el otorgamiento de supuestas facilidades que el Estado concedió a los trabajadores para que construyesen sus viviendas mediante el movimiento de micro-brigadas. Al concluir la edificación, una comisión se encargaba de repartir las viviendas, de acuerdo con los méritos laborales de cada cual. Estas asambleas generaron batallas campales entre los trabajadores, pues no todos alcanzaban el premio, a pesar de los largos años de trabajo como constructores.
Al cabo de 50 años, uno de los seis puntos del Programa del Moncada sigue pendiente de cumplirse en su totalidad. El déficit habitacional se mantiene y aumenta, pues entre los derrumbes provocados por tormentas y huracanes, el deterioro constructivo y la falta de mantenimiento, la cifra extraoficial se acerca al medio millón de viviendas inhabitables.
Parte de la culpa se le achaca también al bloqueo imperialista y al llamado Periodo Especial. Actualmente, la crisis financiera internacional tampoco queda exenta. Sin embargo, el plan de viviendas para altos militares y directivos en el reparto El Pedregal, en la exclusiva zona de La Coronela, sigue a todo ritmo.
Si usted es de esos dichosos que hoy tienen propiedad, sus problemas no terminan ahí. Legalizar cualquier trámite en la Dirección Provincial de Viviendas puede demorar meses y hasta años, pues la actividad es ineficiente y burocrática en esta institución. Para tramitar sin demora sólo tiene que sobornar al funcionario indicado y la solución de su caso tendrá lugar como por arte de magia.
Uno de los casos que más complicaciones trae es permutar. En Cuba no existe la posibilidad de alquilar un domicilio, como puede hacerse en cualquier otro sitio. Los arrendamientos sólo pueden realizarlos los particulares mediante licencia estatal. Ofrecen en alquiler parte de sus hogares a quienes pueden pagarles cifras bastante elevadas. La mayoría de las personas que arriendan son turistas. Cuando el arriendo se realiza clandestinamente, es penado con fuertes multas, incluso con la confiscación de la vivienda.
La permuta es un engendro nacional mediante el cual dos o más dueños intercambian sus casas entre sí, de acuerdo a sus necesidades o conveniencias. En teoría, estas transacciones se llevan a cabo sin ningún pago adicional, aunque la realidad es otra. Si una persona o familia desea “reducirse o ampliarse”, o sea intercambiar perdiendo o ganando espacio, debe recibir o dar dinero, según sea el caso. La cifra promedio oscila entre 2000 y 3000 CUC por cada habitación, según la ubicación y el estado técnico de la casa. Esto, como tantas otras operaciones de nuestra vida, es ilegal y perseguido por las autoridades (in)competentes.
Aunque usted sea el propietario legítimo, tampoco puede vender su hogar; la ley desautoriza tal procedimiento. ¿Cómo logran los ciudadanos burlar esta disposición? Contrayendo matrimonio el propietario y la compradora o viceversa; al año se divorcian y el vendedor hace dejación de bienes a la otra parte, quien legaliza su adquisición ante notario. Esto trae por consecuencia un gran número de matrimonios por interés entre personas con grandes diferencias de edades.
El testamento es otra forma de realizar el sueño dorado. Reconocido ya por el Estado en la Constitución socialista, aunque durante muchos años no fue así, este también es un recurso disponible hoy para adquirir una morada. Los transferentes son por lo general individuos de avanzada edad o víctimas de penosas enfermedades, quienes se ven asediados por amistades o familiares, aspirantes todo a ese beneficio. Esta situación genera trifulcas familiares, que pueden derivar en homicidios para asegurarse como agraciados del bien en disputa.
Estas son, a grosso modo, algunas de las situaciones que presenta la propiedad de las viviendas en mi país. Como dice una frase popular: “Señores, no es fácil”.
primaveradigital@gmail.com
Fotos: Marcelo López
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