Publicado para hoy 31 de julio
Por Moisés Leonardo Rodríguez
Cabañas, Habana,(PD) El rechazo a las injusticias, a los gobernantes corruptos y las frustraciones personales de todo tipo se desbordaron en forma pasional después de la huida de Fulgencio Batista en 1959. Las turbas enardecidas rompieron, entre otras muchas cosas, los parquímetros de la capital.
A cincuenta años de aquellos sucesos se mantienen injusticias de los viejos tiempos, han surgido nuevas, los gobernantes siguen corruptos, han crecido el las causas y el número de frustrados y en lugar de parquímetros, la Ciudad de la Habana esta llena de parqueadores estatales.
Esos parqueadores realizan una labor que es una prueba más del atraso de casi un siglo que padece el país con relación a los que en la década de los cincuenta estaban a la par nuestra o muy por debajo en desarrollo infraestructural.
El robo de autos y de partes y agregados de los mismos llegó a tener índices alarmantes durante la década de los años noventa y ello explica el surgimiento de los primeros parqueadores por cuenta propia.
El periodista independiente Julio Beltrán asegura haber presenciado en la década de los 90 el caso de un masón que dejó su auto parqueado frente al Templo Masónico de la calle Carlos III para asistir a una reunión en el mismo. Al salir, horas después, encontró que al auto le faltaban las dos ruedas traseras. Su lugar lo ocupaban sendas botellas de cerveza.
El Estado castrista, que mucho abarca y aprieta demasiado, decidió controlar centralmente también la actividad económica de los parqueadores. Eliminó a los particulares y colocó en su lugar a los parqueadores estatales.
Estos puestos están reservados a jubilados e incapacitados que reúnan los requisitos, incluidas las pruebas de integración al proceso revolucionario y la ausencia de antecedentes penales.
No devengan un salario sino que son ellos los que deben ingresar al presupuesto estatal cantidades que varían según el lugar en que realizan su labor. En años observándolos, solo recientemente he podido ver dos mujeres en esta función.
Los cuatro parqueadores estatales del combinado gastronómico de venta en CUC de 5ta y 98, en Miramar, aportan mensualmente al presupuesto 200 pesos en moneda nacional. Uno de ellos, que pidió no ser identificado, aseguró que se siente satisfecho pues “los viernes, sábados y domingos, después de las ocho de la noche, se sale bien.
En el caso de los del parqueo del Centro Comercial de Carlos III, deben entregar 40 pesos en monedad nacional y 1 CUC diariamente.
La entidad estatal que los utiliza solo les proporciona el chaleco rojo que los identifica como parqueadores. Trabajan a pleno sol o bajo la lluvia. Generalmente en el horario diurno.
Explicó uno de ellos, que pidió el anonimato, que deben asumir toda la responsabilidad por lo sucedido a los vehículos bajo su custodia, incluido el pago por daños que pudieran sufrir.
Parqueadores en lugar de parquímetros, cámaras de seguridad y un cuerpo policial profesional que garantice la seguridad y protección de los ciudadanos y sus bienes. ¿Se considerará esto por los oficialistas como otro logro de la revolución?
Si en esto el Estado no hace lo mismo que los proxenetas con sus trabajadoras del sexo, a mí que no me joroben, se parece bastante.
corrientemartiana2004@yahoo.com
Foto: Juan González
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