viernes, 27 de agosto de 2010

DEPENDENCIA CULTURAL

PUBLICADO PARA HOY 28 DE AGOSTO


Por Miguel Iturria Savón




El Cotorro, La Habana,(PD) Como en los tiempos medievales, cuando la música, la pintura y otras expresiones del arte se supeditaban a la Iglesia católica; en Cuba el Estado patrocina la cultura. Más los artistas no tocan a las puertas de catedrales ni exponen ante el déspota sus proyectos, pues existe una red de instituciones que rigen y controlan el cine, las artes escénicas, la plástica, el libro y la literatura, la arquitectura y hasta los medios de comunicación.

Pensaba en la sujeción de la cultura al Estado al disfrutar, el lunes 23 de agosto por la noche, del concierto ofrecido por Zenaida Romeu y su Camerata ante la cúspide del poder, en homenaje al Aniversario 50 de la Federación de Mujeres Cubanas, creada por la ex Primera Dama del régimen para aupar a las féminas del país.

Me llamó la atención las palabras de Zenaida al presentar cada pieza. Con fineza y precisión ella habló de la música como expresión de libertad. Supongo que el general Castro y su séquito no se percataron del detalle. Arropados por la magia interpretativa de estas mujeres no estaban para sutilezas.

Muchos de nuestros creadores actúan a veces en escenarios que reafirman la relación del arte con el poder. La Sala Universal de las Fuerzas Armadas, la Escalinata de la Universidad de La Habana, la Plaza de la Revolución o el Parque de las Banderas Negras del Malecón, frente a la Oficina de Intereses de los Estados Unidos, son solo algunos de los sitios rituales.

Es casi imposible controlar las manifestaciones del arte y la literatura, pues la creación es una necesidad natural del ser humano como ser social. El predominio del Estado puede lograr, cuando más, que una élite intelectual, dócil y amaestrada, encause la cultura hacia fines políticos.

Con el proceso revolucionario iniciado en 1959 la cultura siguió su marcha, pero le cambiaron el ritmo. En medio siglo de populismo mesiánico fueron modificados varios componentes de la vida cotidiana y elementos tangibles y espirituales de la dinámica social. Hay daños reversibles y rostros representativos del “arte revolucionario”.

Al interrumpir el orden social, cambió el esquema sociopolítico. La filiación al modelo socialista liderado por la antigua Unión Soviética, dio paso al surgimiento de entidades oficiales que monopolizan cada esfera de la creación artística. El Instituto Cubano del Libro, el Centro Nacional de la Música, el Instituto de Arte e Industria Cinematográfica, el Consejo de las Artes Escénicas, el Instituto de la Radio y la Televisión, el Centro de Artes Plásticas y Diseño y otras agrupaciones dirigen la producción artística en base a los intereses políticos y gubernamentales.

Los comisarios dictaron normas, exigieron fidelidad e impusieron la cultura de masas mediante el control de la radio, el cine, la enseñanza y los medios de comunicación; pero el universo creativo insular entró en crisis hacia 1990, al caer los aliados socialistas que suministraban los recursos al país, lo cual aceleró el éxodo de artistas hacia otras naciones; más se mantuvo la burocratización de la cultura, empeñada en atar a los creadores a la red de centros estatales que instituyeron la censura y la sumisión a través de premios, ediciones, grabaciones y viajes, favoreciendo el oportunismo y la exclusión de quienes desafían los cánones del poder.

En ese contexto de esquemas políticos se inscriben muchos espectáculos públicos, como en la época de alabanzas y cantos al Señor, cuando la música y otras expresiones del arte giraban en torno a la catedral y los artífices dependían de mecenas benefactores.

culturakiss@yahoo.es

Iglesia de Santa María del Rosario

Foto: Miguel Iturria Savón

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