viernes, 27 de agosto de 2010

LA INDISCIPLINA SOCIAL

PUBLICADO PARA HOY 28 DE AGOSTO


Por Jorge Luís González Suárez


El Cerro, La Habana,(PD) No existe lugar del mundo, con mayor o menor desarrollo, que no se conduzca por algún código de conducta social para todos los que habiten en su territorio.

Desde el hombre primitivo hasta nuestros aborígenes, todos adoptaron formas de vida organizada que mantuvieron un comportamiento y unión disciplinada.

Aquellas personas que ya peinamos canas vemos con preocupación la perdida de una serie de valores morales y cívicos en nuestros días, pues el deterioro de la urbanidad en Cuba va en aumento a pesar del número de escuelas e instituciones culturales existentes.

Fue nuestro Apóstol quien señaló que la educación comienza en la cuna y no termina sino con la muerte. Si interpretamos este pensamiento, es obvio que el Maestro nos alertaba sobre la importancia de la enseñanza familiar y cómo guiarnos según las circunstancias.

¿Qué sucede hoy en día? Para empezar, la unidad entre parientes se ha resquebrajado bastante, bien sea por razones de criterios personales, económicos o políticos, como también debido a la lejanía geográfica que muchas veces no permite el contacto físico.

Hay un hecho cierto, desde la llegada de la Revolución al poder los vínculos de consanguinidad se han visto afectados. Hay que recordar que un militante del Partido Comunista hasta la década de los 90 del siglo anterior no podía tener contacto con familiares que hubiesen abandonado el país.

Se observa también un deterioro en los patrones de instrucción a los menores sustituidos por la violencia hogareña, el lenguaje soez y cierto abandono en la atención a los hijos por falta de tiempo debido a exceso de trabajo.

Otro problema latente es el grado de marginalidad existente en grandes sectores de la población que son irrespetuosos del orden. No hay correspondencia entre el amplio nivel educacional y la proyección social de estos grupos.

Cada día son más difundidos elementos de una subcultura populista y algunos modismos verbales en boga donde hay expresiones chabacanas, formas de vestimenta, gesticulaciones obscenas en canciones y bailes como el reguetón, cuya vulgaridad atenta no solo contra las buenas costumbres sino que son vistos en ocasiones con cierto beneplácito oficial.

Las virtudes y la corrección general se pierden cada día más. Gana auge la mediocridad y algo peor aun es como se convierte esta situación en algo normal.

¿Cuáles son las causas principales de este gran problema? Ante todo, la falta de respeto entre convivientes, vecinos y personas en general. También la falta de cuidado a bienes colectivos y el mal uso de los servicios públicos que generan su destrucción o pérdida.

Pudiéramos citar múltiples ejemplos en ambos casos. Entre otros, las discusiones callejeras con improperios, el desorden y la impetuosidad al subir a los ómnibus, la subida a estos por las puertas traseras y la falta de pago, la poca conmiseración hacia niños, mujeres, y ancianos, además de toda una serie de actitudes bochornosas que se suscitan a diario.

La suciedad en las calles y muchos lugares es notoria pues se botan papeles y basuras en cualquier sitio. Los contenedores de desperdicios, aparte de insuficientes o en mal estado, aparecen desbordados por el poco cuidado al verter las inmundicias.

Otro de los grandes problemas está dado por el ruido producido por equipos de sonido puestos a todo volumen dentro de viviendas o en la vía pública que molestan con la música estridente. El uso de instrumentos musicales dentro de los hogares es un elemento más que contribuye en los escándalos urbanos.

El punto más delicado sea tal vez el deterioro de la imagen de rectitud y buenos modales del cubano. La personalidad de los cubanos ha sufrido cambios producto de presiones psicológicas debidas al constante clima de tensión laboral y de vida que dan las consignas, metas y orientaciones de proyección militarista.

El estado de ánimo que se produce con la anterior situación es un stress y alteración mantenida que provoca explosividad en las personas al dañar su sistema nervioso. Por tanto, la concepción de civilidad se pierde o se adapta a la agresión.

Los ejemplos hasta aquí mencionados forman un sin fin de sucesos para los cuales no se ven soluciones a corto ni mediano plazo. Existen leyes que regulan estos casos pero en la práctica son letra muerta.

Cuando se recurre a la fuerzas del orden, en numerosas ocasiones la respuesta es: “nosotros no estamos para eso”. Entonces, ¿su función será nada más que perseguir a los vendedores callejeros?

La situación cobra ya visos de anarquía según pasa el tiempo. Quiera Dios que entre todos nos llamemos a la cordura para llegar a vivir como en los días del ayer, felices y en paz.

primaveradigital@gmail.com

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