domingo, 16 de enero de 2011

Año nuevo



Escrito por Amarilis C. Rey


Managua, La Habana, 17 de enero de 2011, (PD) Para una gran mayoría de los cubanos que tratan de subsistir en su patria, el año nuevo no es otra cosa que seguir a rastras con las viejas trabas del sistema. "Lo único nuevo que tenemos resulta que es malo y es la cantidad de trabajadores que van a quedar desempleados," comentó un obrero de 57 años, residente de Ciudad Habana, quien declinó decir su nombre por miedo a pasar a las filas de los desocupados.

"Yo puedo darte mi opinión, pero así de forma anónima, porque eso de que aquí se puede hablar libremente, es mentira. Y como la moda ahora es botar gente para la calle, con más razón hay que estar callados, porque de la noche a la mañana te conviertes en un no idóneo," aseveró el señor.

En los últimos meses, el Estado ha estimulado las pequeñas iniciativas privadas, sobre todo en la agricultura. Los campesinos han demostrado alcanzar mejor rendimiento en sus pequeñas parcelas que el Estado en tantos años y con casi toda la tierra a su disposición.

Pero hoy no son mayoría los que se deciden a obtener su licencia de trabajador por cuenta propia.

Para Ronald, un joven habanero con sangre de empresario, la cosa no es tan fea como algunos la describen.

"Hay que arriesgarse, no queda más remedio. Yo preparé el portal de mi casa. Pretendo poner una cafetería y un pequeño restaurant con cuatro mesas. Aunque ambas deben estar independientes, según me dijo un inspector que me visitó hace poco. Me orientó que debo tener dos centros de elaboración y dos salones aparte. O sea, a un lado la cafetería y a otro el salón del restaurant. Ya perdí la cuenta de todo lo que esto me ha costado, creo que voy por los 60 mil pesos y no he terminado. La semana pasada fui a realizar la solicitud de la licencia y me dijeron que debía estar en una semana, vamos a ver si es verdad, porque ese día vi gente allí disgustada por el tiempo que llevaban en la espera por los papeles."

Pero vivir en un país donde quienes gobiernan pueden dar marcha atrás con estas medias libertades económicas como ha pasado en años anteriores, trae siempre incertidumbre por muy positivo que se pretenda ser.

"Bueno si de momento se acaba todo y tengo que quitar el negocio, en el peor de los casos, sin sacar lo que invertí, entonces me queda la remodelación que tuve que hacer del frente de mi casa, y la aprovecharemos de otra manera," explica Ronald.

Según Ronald deberá abonar mensualmente a la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) un monto de 700 pesos por el restaurante y 400 por la cafetería.

"Pero eso no es todo-afirma- también debo pagar un impuesto por las mesas y otro por los trabajadores a mi servicio. Pienso que todo venga saliendo como en 2000 pesos mensuales."

El caso de este joven, no es una excepción, pero tampoco la generalidad. Hay quienes han arrendado portales de viviendas, para poner su pequeño taller reparador de calzado. Otros se desempeñan como barberos, y otros se dedican a rellenar fosforeras.

La venta de CD también es frecuente. Y han comenzado a reaparecer, en sitios donde hace algunos meses fueron prohibidas, las mesas con variada oferta de pequeños objetos de fabricación artesanal. Cada quien trata de encontrar su espacio de acuerdo a sus condiciones.

Comenzó un nuevo año en la vida de una sociedad que lleva decenios en el intento de emerger de entre las trabas y barreras que su gobierno le impone. Veremos si esta vez se logra algo.

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