domingo, 23 de enero de 2011
Centenario de Lezama Lima
Escrito por Miguel Iturria Savon
El Cotorro, La Habana, 24 de enero de 2011,
(PD) Si Jesús resucitó al tercer día para sobrevivir en el alma de millones de personas que aun lo adoran, el escritor cubano José Lezama Lima (La Habana, 1910-1976) tuvo que esperar casi dos décadas para que sus discípulos, en forcejeo con los censores, reeditaran algunos de sus poemas, ensayos y novelas, e iniciaran su santificación literaria, colmada por investigaciones y estudios críticos, antologías, encargos artísticos, adaptaciones cinematográficas y hasta el reconocimiento de quienes lo sumergieron en la sospecha y el ostracismo por “su distanciamiento de la realidad”.
Tal vez no les falte razón a los que piensan que tras la exaltación de nuestro rinoceronte literario existen segundas intenciones, particularmente en el año de su centenario, acentuado por la crisis y la desesperanza generadas por la misma dictadura que impuso silencios y exclusiones a tantos creadores.
El propio Lezama, décadas atrás, al reconocer las adversas circunstancias históricas, expresó que “un país frustrado en lo esencial político puede alcanzar virtudes y expresiones por otros cotos de mayor realeza”.
Esos cotos están en el arte y la literatura, centros de su vida y su obra, cuyo legado salta de lo inmediato y trasciende el cacareo político. La fertilidad de Lezama Lima no tomó el camino de la denuncia social, sino el de la tradición integradora que rescata las esencias cubanas y las fusiona con diversos legados mediante un lenguaje más artístico.
A Lezama Lima se debe un corpus poético singular y la polémica teoría de la imagen poética como motor de la historia. Para él, “la poesía es como el sueño de una doctrina”; máxima demostrada con poemarios de ruptura como Muerte de Narciso (1937), Enemigo rumor (1941), Aventuras sigilosas (1945), La fijeza (1949) y Dador (1960); así como ensayos en los que ofreció una nueva perspectiva crítica, y la novela Paradiso, publicada por la UNEAC en 1966, la cual representa un boleto a la inmortalidad literaria.
A tales entregas se suma la difusión cultural en revistas que identificaron a su generación, integrada por figuras que junto a él, enriquecieron el legado espiritual cubano. Desde Verbum (1937) hasta Orígenes (1944-1956), pasando por Espuela de Plata (1939-1941), Poeta, Clavileño, Nadie Parecía y Fray Junípero (1943), estamos ante un semillero germinativo de valor trascendente.
Como “Todo lo que Orígenes tocó se convirtió en poesía”, esa publicación, con sus 40 números en un decenio, fue comparada con la española Revista de Occidente, con la rioplatense Sur y las mexicanas Contemporáneos e Hijo Prodigo. En Orígenes, Lezama y sus amigos vertebraron el primer movimiento literario que hizo de la poesía su forma esencial de conocimiento, goce estético y concepción del mundo; desde el tratamiento personal y simbólico a los temas especulativos o culturales en algunos cultores, y la intimidad de los versos y sus conexiones cotidianas en otros.
Si bien la excelencia literaria estuvo limitada por la circulación, Orígenes y sus antecesoras marcaron un hito literario que prestigia la cultura nacional y avala las voces de nuestro trascendentalismo poético, entre quienes figuraron Lezama Lima, Gastón Baquero, Eliseo Diego, Cintio Vitier y Fina García Marruz.
A cien años de su nacimiento y casi cuarenta de su muerte, Lezama Lima sigue más comentado que leído, en lo cual incide la contradictoria recepción de su novela Paradiso, beneficiada por el boom de la literatura latinoamericana en Europa y limitada por las circunstancias de Cuba, donde los cambios revolucionarios y la instrumentación del realismo socialista privilegiaban otros discursos estéticos. Calificada de hermética y escandalosa, Paradiso es la versión lezamiana de lo cubano y exige su disfrute como enriquecimiento humanístico, desde la razón, sin prejuicios ideológicos ni búsqueda del erotismo a ultranza.
No voy a detenerme en esta obra magna, si no estimular su búsqueda y lectura, única forma de desafiar el supuesto hermetismo y recrearse en esa cátedra literaria ajena al suspense de las novelas melodramáticas y policiacas. Como Paradiso es, en cierta medida, el entresijo familiar y personal de José Lezama Lima, el autor nos somete a la geometría de las palabras pero regala su arsenal de parábolas, asociaciones culturales, metáforas, sueños y visiones inesperadas.
culturakiss@yahoo.es
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario