ENVIADO POR: Enrique Artalejo
From: Frank Resillez
Jan 24, 2011
PORFIRIO “EL NEGRO” RAMIREZ
La historia de Porfirio Ramirez es la historia de su pueblo Nace en 1933, cuando una generación de jóvenes cubanos hacía que la República se vistiera de largo y estrenara pasos propios. Allá en la finca “San José” del pueblo Antón Díaz, provincia de Las Villas- en cuya casita vivió toda su vida- se empinó desde el surco el gigante que habría de continuar la obra de “la generación del treinta” , contribuyendo a mantener la integridad de la patria y el histórico afán de libertad y justicia del pueblo cubano. Creció en el campo, en el juega por primera vez y en el suda bajo el rigor de los trabajos agrícolas.
Comienza sus estudios en la escuela rural de Antón Díaz. Los continúa en la vecina ciudad de Santa Clara, hasta graduarse de la Escuela Profesional de Comercio, donde es nombrado profesor siendo muy joven.
Siempre trabajando para costearse sus estudios de alumno brillante, ingresa en la recién creada Universidad Central de Las Villas. Estaba involucrado de lleno en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. Su condición de líder natural y su temeridad lo señalan demasiado entre las fuerzas represivas urbanas. Se alza en armas en las montañas villareñas con la Organización Auténtica.
En 1959 la revolución triunfante es el marco de las grandes esperanzas del pueblo. Porfirio, ahora con grados de capitán y rodeado de una aureola de leyenda, saca personalmente de la cárcel a cuantos sabe que han sido detenidos injustamente. Regresa a la vida civil y a la universidad, donde despliega una intensísima actividad por hacer del joven centro docente uno de máxima calificación académica, a la vez que comprometido estrechamente con su comunidad. Trabaja como Contador del Gobierno Provincial. Es elegido abrumadoramente a los más altos cargos de la Asociación de Alumnos de la Facultad de Ciencias Comerciales, donde está a punto de graduarse, y de la Federación Estudiantil Universitaria, de la que fue presidente hasta sus últimos momentos.
Dirigente honesto y parco en palabras, enemigo de la demagogia, es un convencido de las ideas civilistas y democráticas. Lo caracterizan su sencillez, y su sonrisa franca para todos.
Su popularidad trasciende el recinto universitario provincial y se proyecta nacionalmente. Está entregado de lleno a la restauración de la democracia en una Cuba que quiere sea cada vez más justa.
Pronto va creciendo su inconformidad ante la traición que se vislumbra y el creciente avance del totalitarismo.
El 23 de agosto de 1960, de la mano de su hermano, “El Niño” Ramírez, regresa a las montañas del Escambray, que durante anos serían escenario de una de las mas heroicas gestas liberadoras de nuestro pueblo, increíble epopeya librada por los más humildes hijos de la patria, que hicieron derroche de valor y sacrificio frente a la más brutal y masiva represión que recuerda nuestra historia, financiada y dirigida por la Unión Soviética.
Porfirio es hecho prisionero. El 12 de Octubre, mientras en las calles de Santa Clara se reprimen manifestaciones juveniles, en el campamento militar “Leoncio Vidal” de la ciudad es sometido a una atropellada farsa de juicio que terminó sin dictarse sentencia; cruel engaño, porque habían decidido fusilarlo, como lo hicieron esa noche, pero temían a la reacción popular.
Porfirio Ramírez entregó su vida y su sonrisa y entró en la historia de Cuba engendrando el futuro. Para sus verdugos fue una trampa, porque su soberbia y su fanatismo los cegaron, y al ametrallarlo, tan cobarde y apresuradamente -le temían en su inconfesable admiración por él- se hicieron reos de su propia torpeza.
Aquella noche del crimen sin nombre, en el campamento militar de La Campana, cerca de Santa Clara, se inmortalizó la figura del joven presidente de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas.
Aquel 12 de Octubre marcó un hito en la lucha del pueblo cubano frente a la barbarie comunista, entonces incipiente.
Junto a Porfirio cayeron también Plinio Prieto, Sinesio Walsh, Angel Rodríguez del Sol y José Palomino Colón, todos también patriotas íntegros de legendario valor.
Han pasado los años... Los responsables del crimen deben saber que no pudieron matar a sus víctimas. Se suicidaron los verdugos y sus cómplices, y su causa ha muerto.
Aquellos cinco héroes viven en la incansable lucha de su pueblo.
Roberto Jiménez
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