domingo, 27 de febrero de 2011

Hilda Molina: "Fidel Castro es una inteligencia desalmada"



El periodista Wilfredo Cancio Isla conversó con la neurocirujana Hilda Molinas sobre su relación con el exgobernante cuba

Wilfredo Cancio Isla | Miami, Florida 28 de febrero de 2011

Foto: Foto archivo


La doctora Hilda Molina (der) junto a su madre, en Buenos Aires


Cuando Fidel Castro comenzó a cortejar con rara obsesión a la doctora Hilda Molina, la galantería se desbordó en preguntas sobre los sentimientos que ella experimentaba a la hora de operar el cerebro de sus pacientes. La curiosidad llegó al punto de pedirle videos de algunas de sus operaciones, pero con la precisa advertencia de que las imágenes no deberían mostrar sangre.
Cuando Fidel Castro comenzó a cortejar con rara obsesión a la doctora Hilda Molina, la galantería se desbordó en preguntas sobre los sentimientos que ella experimentaba a la hora de operar el cerebro de sus pacientes. La curiosidad llegó al punto de pedirle videos de algunas de sus operaciones, pero con la precisa advertencia de que las imágenes no deberían mostrar sangre.

"Fidel Castro me decía que quería ver cómo yo operaba, pero que le desagradaba la sangre", recordó Molina durante la entrevista con CaféFuerte. "¿No es una gran ironía que el hombre que ha ensangrentado la historia de su pueblo durante más de 50 años no pueda ver la sangre en un video?"

Las peticiones, los regalos y las invitaciones privadas que le dispensaba Fidel Castro se remontan a los años en que Molina se encontraba en la cúspide de su carrera profesional, sumergida en un ambicioso proyecto de restauración neurológica para enfermos nacionales y extranjeros. No podía entonces imaginar que el hombre que le preguntaba por sus perfumes, le enviaba bandejas de dátiles y la convocaba insistentemente a cenas con ilustres visitantes, terminaría tendiéndole un tenebroso cerco de prohibiciones que la convirtió en rehén del gobierno cubano por 15 años, imposibilitada de viajar y reunirse con su familia en Argentina.

Una odisea que detalla en Mi Verdad (2010), testimonio de su compromiso y desencanto con la revolución cubana, y que ya va por la cuarta edición. En casi dos años de exilio en Argentina, adonde arribó el 14 de junio del 2009, la doctora Molina ha alternado su tiempo entre el cuidado de su anciana madre y las presentaciones de su libro, que casi siempre desatan encendidas polémicas sobre la realidad, las ilusiones y el futuro de Cuba.

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