lunes, 18 de abril de 2011

Congreso del PCC: Piedra que no rueda…



Para muchos la gran noticia del discurso de Raúl es que sugirió límites de término --no límites de mandato porque un mandato lo dan los votantes en elecciones libres-- a los cargos políticos y estatales.

Rolando Cartaya/ Especial para martinoticias 18 de abril de 2011

Foto: Reuters El nombre del grupo de rock Rolling Stones proviene de un proverbio en inglés: “Rolling stone gathers no moss”, o “Piedra que rueda no cría musgo”. Puede que Raúl Castro, como sugiere el Informe Central que presentó al Sexto Congreso del Partido Comunista, tenga una evaluación más realista que su hermano de los problemas acumulados en Cuba, pero las soluciones que puede aportar resbalan en los musgos que ha criado durante tanto tiempo repitiéndose los mismos dogmas y doctrinas que ahora acusa como causas de inmovilismo.

Y si acaso hay algún movimiento, es a paso de babosa. Nos acabamos de enterar de que las normativas jurídicas asociadas a la compraventa de viviendas y de automóviles --únicas esperanzas con este Congreso de los cubanos, que empezaron a reclamarlas desde los debates de fines del 2007-- se encuentran más de tres años después, en abril del 2011, “en fase avanzada”.

Para muchos la gran noticia del discurso de Raúl es que sugirió límites de término --no límites de mandato porque un mandato lo dan los votantes en elecciones libres-- a los cargos políticos y estatales. Pero, como ha sugerido el economista Oscar Espinosa Chepe, eso de limitar los términos a dos de cinco años sólo haría una diferencia en Cuba si existiera el multipartidismo, de lo contrario los cargos seguirían repartidos entre los militantes del mismo partido plagado de oportunistas y cuadros Incapaces, como ha admitido el general-presidente. Y por cierto, se trata de una conclusión muy oportuna, que ya no afectaría a los Castro ni al resto de los que algunos llaman “el gobierno de la Viagra”.

Acerca de esto dice un editorial del diario español El Imparcial, titulado “Cuba: el reconocimiento oficial del fracaso, medio siglo después”:

“Más de medio siglo ha tardado la gerontocracia cubana en proponer una limitación de dos mandatos, así como la posibilidad de permitir una mayor iniciativa privada […] Tras décadas de miseria, privaciones, cárceles y torturas, estos dinosaurios del poder, en su infinita soberbia, concluyen que el experimento ha salido mal. El problema es que la probeta era un país, y las cobayas, o conejillos de indias, generaciones de cubanos desdichados.

Y continúa diciendo El Imparcial: “Actualmente, Cuba, como país, es casi inviable. El colapso del sistema está a la vuelta de la esquina y, como a la fuerza ahorcan, a Raúl no le ha quedado otro remedio que dejar abierta la puerta de las reformas”.

Pero ¿cuán lejos llegarían esas reformas? Sobre el tema dice el madrileño ABC en su editorial “Sin novedad en Cuba”:

“El ritual estalinista del congreso del Partido Comunista Cubano no es ningún augurio para confiar en que las promesas de reformas signifiquen verdaderos cambios en la dictadura. Aunque Raúl Castro ha tenido la audacia de reconocer que el sistema comunista no funciona, todos sus intentos se empeñan en preservar los aspectos totalitarios que son precisamente la causa de su fracaso”.

Por eso lo más revelador del discurso no son los propuestos límites de término, cuya larga ausencia ha permitido a los dirigentes de la Revolución envejecer plácidamente y convertirse en una clase reaccionaria en la que no se puede confiar, al decir de Pablo Milanés; sino la ratificación del inmovilismo, cuando el supuestamente renovador Raúl Castro revela que 45 propuestas de modificación de los Lineamientos no fueron incorporadas, porque abogaban por la concentración de la propiedad, algo que según él entra “en abierta contradicción con la esencia del socialismo”.

Del mismo modo, el capitalismo ahora tolerado --medieval, aguado, descapitalizado y más ordeñado (a golpe de impuestos) que la vaca Ubre Blanca, no es un fin en sí mismo, sino “un facilitador del socialismo”. De un socialismo que nunca lo ha sido, porque jamás convirtió realmente los medios de producción en propiedad social, sino que los estatizó, para que una clase parásita y que nunca produjo nada viviera de lo que producían los demás, mientras dejaba que el país se cubriera de marabú, baches, salideros de agua y balcones en muletas.

Como dijo en una entrevista a la agencia France Presse el obervador de derechos humanos Elizardo Sánchez, si ahora aprueban lo de los dos términos de cinco años, y los mismos de siempre van a gobernar por otros 10 años, “más que un anuncio es una amenaza: otra década de castrismo ineficiente para arruinar más el país”.

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