martes, 31 de mayo de 2011

En su propia trampa


Escrito por Amarilis C. Rey


Managua, La Habana


31 de mayo de 2011


(PD) Llegar a entender qué le ha pasado a la sociedad cubana, cuánta metamorfosis ha tenido que sufrir para subsistir durante medio siglo, será una tarea larga y en libertad.

Conversar con los más ancianos revela en gran medida cómo éramos y cómo eran las relaciones entre quienes conformaron aquella República lograda al precio de mucha sangre y que es catalogada por el gobierno, como un episodio funesto de nuestra historia.

"Se vivía muy tranquilo, sobre todo en los pueblos del campo. Éramos como una gran familia. No te voy a decir que no teníamos problemas, y dificultades, pero era otra cosa. Había respeto, algo que hoy no se ve por ninguna parte. Sólo tienes que ver, que el carro que repartía la leche por las mañanas, dejaba el litro en la puerta, y allí estaba hasta que las personas se levantaran y lo recogieran. ¡A nadie se le ocurría cogérselo! Ahora no puedes dejar nada, ni siquiera un envase vacio, porque se lo llevan", expresó Justo, de 82 años.

El anciano agregó: "La gente era honrada y tenía palabra. Cuando alguien quedaba en algo o tenían una deuda, eso era sagrado. Hoy las personas, en su gran mayoría, carecen de todas aquellas virtudes. A las personas, no les importaba si creías o en qué creías. La forma de pensar de cada quien se respetaba. Había criterios diferentes pero eso no importaba, lo que importaba era que el vecino fuera bueno. Y mientras más intrincado era el lugar, más honrada era la gente."

Con el triunfo violento del sistema que impera en Cuba desde 1959, los vecinos se convirtieron en sus propios enemigos. La libertad de expresión fue coartada desde los inicios. Opinar en contra convertía a las personas en herejes.

Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) fueron creados en 1960. Uno de sus principales objetivos: vigilarlo todo, y brindar información a la policía.

Después de varios decenios, romper esas ataduras y expresar libremente el descontento con el gobierno, trae miradas incrédulas, además de rostros de admiración o de miedo.

En el informe central al VI Congreso del Partido, el Presidente Raúl Castro dijo: "lo que nunca haremos es negarle al pueblo el derecho a defender a su Revolución, puesto que la defensa de la independencia, de las conquistas del socialismo y de nuestras plazas y calles, seguirá siendo el primer deber de todos los patriotas cubanos."

El mensaje está claro. Lo que comenzó violento, continúa siéndolo. Y la violencia engendra violencia.

Este 19 de mayo, para honrar la caída en combate del Apóstol de la independencia de Cuba, y el 20 de mayo, día de la República, coloqué una bandera cubana en el portal de mi casa. Acción que molestó a una de esas personas que, presas en su propia trampa, y llevada por el instigar patriotero, dijo a uno de los vecinos que "tenía deseos de brincar el enrejado del portal y darle candela a la bandera."

Quizás a su deseo le faltó la orden. A su presunta acción, que tendría respuesta, pues el domicilio será defendido, tal vez le venga bien la frase aquella del prócer mexicano Benito Juárez: "El respeto al derecho ajeno es la paz."

amarilisrey@yahoo.com

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