lunes, 1 de agosto de 2011
Calderas y presiones
Escrito por Juan Gonzalez Febles
Lawton, La Habana
1 de agosto de 2011
(PD) Últimamente salió a la palestra el punto sobre qué resulta más conveniente. Permitir que la presión social dé al traste con el régimen totalitario cubano o procurar condicionamientos que posibiliten el aterrizaje blando en esa tierra de nadie, que nadie dice exactamente que será en definitiva.
Pero que todo parece indicar que podría ser un sistema de corte fascista, militarista, xenófobo, totalitario y por supuesto, socialista, con sazón local populista.
He leído el post en que Yoani Sánchez relató de forma conmovedora su experiencia con el calzado. Es fácil caer en la trampa sentimental que expone el caso de una adolescente de 16 años, sumida en inocultable e insoluble depresión a causa de sus zapatos rotos. La respuesta de Bustos es otra arista de este sentimentalmente complejo asunto.
Sobre este particular, me gustaría ser pragmático sin dejar de lado al corazón. Me inclino porque se elimine el programa de refugiados en la Sección de Intereses de Norteamérica (SINA) y además que se eliminen las 20 000 visas anuales otorgadas por USA para Cuba. Sería positivo desde mi punto de vista que también se eliminaran los concursos y loterías de visas, al menos en el caso cubano. Es decir, se debe dejar en manos del gobierno cubano la potestad soberana que tanto les gusta de regular por sí mismos la caldera que crearon.
Que se establezca el mecanismo para que los zapaticos de Yoani lleguen a su destino natural, pero que además, se obligue efectivamente al gobierno cubano a pagar un alto precio por el mantenimiento de la tarjeta blanca. Digamos que todos los intercambios se vean afectados, en la medida que el gobierno cubano ejerza su veto para que no viajen aquellos a quienes el gobierno cubano veta para ello. Que no haya embargo y que a pesar de ello, el gobierno cubano se sienta compulsado y en la picota por violentar el derecho de sus ciudadanos.
Si los intercambios culturales, académicos, etc., no benefician a toda la sociedad civil cubana en su conjunto, que no los haya. Pero que bajo ningún concepto, esto implique dividir más aún a la ya dividida familia cubana. Que la gente visite a sus familiares sin restricciones. Que no haya embargo, pero que tampoco haya facilidades de ninguna índole para la dictadura.
En relación con la caldera y su presión, dejemos la solución de este tema a su creador: el gobierno cubano. El embargo desde su concepción original fue al menos una solución, pero en la actualidad ya no lo es. No consigue doblegar a la dictadura cubana y si esto es así, hay que reevaluar cada factor. Ciertamente resulta una cruel ironía ver reproducido el formalismo inherente a la burocracia totalitaria cubana, en sus más emblemáticos y auto nombrados enemigos del lado norte del estrecho.
Si algo que sirvió, como el embargo, el programa de refugiados, las 20 000 visas, etc., ya no funciona, pues a cambiar. El tiempo apremia y no es posible permitirse retrasos o digresiones mediáticas. Se trata de adelantarse a las estrategias continuistas de la dictadura más añeja, pero quizás la más experimentada, represión mediante.
juanchogonzal@gmail.com
Foto: Juan González
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