martes, 6 de septiembre de 2011

Habana´91



Escrito por Odelín Alfonso Torna


Arroyo Naranjo, La Habana


septiembre 6 de 2011


(PD) No puedo decir que los Juegos Panamericanos de La Habana, en 1991, me traigan gratos recuerdos. Eran años difíciles y muchas veces salía sólo con el dinero del transporte y mi hijo de un año sobre los hombros. Te encontrabas con una escasa oferta gastronómica que generaba inmensas colas y el transporte hacia el Complejo Panamericano era una odisea.

Desde finales de los años 80 Cuba atravesaba por una aguda crisis económica, que se agravó con el desplome del bloque socialista europeo y la URSS. Poco importó esto para el máximo líder de la revolución, Fidel Castro, quien luchó por ganar la sede de los XI Juegos Panamericanos y apostó lo ajeno –lo del pueblo- en una empresa que hoy yace en el olvido.

Recuerdo que unas de mis tías me regaló –no pregunté de donde vino ni cuánto costó- un overol para el niño con la figura del Tocopán, que era un tocororo, el ave nacional, la mascota de los juegos.

Así mismo vi la promoción de los juegos en pullovers, viseras, bolsos, gafas u otros souvenirs, todo made in China.

El Estado subsidió con el dinero del pueblo la participación de 4 519 atletas de 39 naciones.

Al cabo de 20 años me pregunto cuál fue el saldo dejado por los juegos y qué representaron para la práctica del deporte masivo las instalaciones que tantos miles de dólares costaron.

El capricho de un hombre se materializó desde el mismo momento en que el estadio Panamericano quedó fabricado en un 65 % de su capacidad original.

Peor aún es como la inoperancia y el tiempo llenan de maleza instalaciones como la del canotaje, al oeste de La Habana y las salas polivalentes Ramón Font y Kid Chocolate. Y qué decir de las canchas de tenis, el óvalo de ciclismo o el complejo de piscinas, instalaciones que colindan con el estadio Panamericano.

De los Panamericanos de La Habana´91, la prensa oficial se limita a ensalzar y rememorar la victoria de Cuba sobre Estados Unidos en el total de títulos (140 x 130). No se dice que muchos favoritos al oro del país norteño, máximo ganador en la historia de los Panamericanos, desistieron de viajar a La Habana, sino que Goliat perdió ante la apoteosis triunfal de David.

Tampoco se dice en los predios oficiales que después de 1991 cientos de atletas han abandonado el país y que Cuba quedó en el lugar 28 en los juegos Olímpicos de Beijing 2008, luego de un quinto lugar en Barcelona 1992.

Más bochornoso resulta enterarse por el “enemigo”, por qué el equipo Cuba de voleibol no jugó los partidos de la Liga Mundial en La Habana. Resulta que el tabloncillo de la Ciudad Deportiva tenía el aire acondicionado central descompuesto.

A 20 años de los Panamericanos de La Habana de 1991, es poco probable que Cuba pueda mantener el tradicional segundo lugar en los juegos continentales. Hoy sus principales cosechadores de medallas, como el boxeo, el judo, las pesas, el béisbol, el voleibol, la lucha libre y greco-romana, dejan mucho que desear.

Fidel Castro sobrevivió a otro fracaso con la organización de los Juegos Panamericanos de 1991 en La Habana y Santiago de Cuba. El contribuyente cubano todavía paga los platos rotos, o mejor dicho, los estadios rotos.

odelinalfonso@yahoo.com

Fotos: Marcelo López

Instalación deportiva en la Villa Panamericana

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