No todo es
color de rosas.
Por Aimée Cabrera.
La variante
del trabajo por cuenta propia propicia la alternativa de obtener empleo de manera legal pero hay una cadena
de inconvenientes para estos trabajadores conocidos como cuentapropistas
ligadas al burocratismo, la corrupción y
la indolencia, entre otros.
Por
momentos se ve una calle animada con varios cafés, quincallas o mini
restaurantes, de pronto, desaparecen algunos o todos. Además de las trabas que
les pone el gobierno a través de los
funcionarios de las distintas entidades afines a esta modalidad laboral, la
situación económica es crítica en toda Cuba, no siempre pueden tener las ventas
que desean.
“No me he
recuperado, todavía debo dinero, después que cumplo con todo lo que tengo que
pagar lo que queda es poco para un diario”- dice un vendedor de dulces. Su mostrador rueda calle abajo, cuando se
estaciona para vender no se ven todos los dulces frescos y apetitosos.
A modo general, estos trabajadores por cuenta
propia tienen que vérselas no sólo con los inspectores deseosos de poner multas
tengan o no la razón,sino con los ilegales quienes les hacen competencia
ofertando sus mercancías y servicios a precios inferiores. La participación de
los agentes policiales ante casos como éstos es nula.
La
indisciplina parece establecerse para entorpecer la labor que muchos hacen con
respeto. Las ilegalidades y el no cumplir con lo establecido son muy
continuadas, por lo que se aprecia una falta de control, de quienes tienen que
velar por el cumplimiento de las normativas existentes. Falta un buen trecho
para obtener logros con calidad.
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