miércoles, 28 de noviembre de 2012


No todo es color de rosas.

                                               Por Aimée Cabrera.

La variante del trabajo por cuenta propia propicia la alternativa de obtener   empleo de manera legal pero hay una cadena de inconvenientes para estos trabajadores conocidos como cuentapropistas ligadas al burocratismo, la corrupción  y la indolencia, entre otros.

Por momentos se ve una calle animada con varios cafés, quincallas o mini restaurantes, de pronto, desaparecen algunos o todos. Además de las trabas que les pone el gobierno a través  de los funcionarios de las distintas entidades afines a esta modalidad laboral, la situación económica es crítica en toda Cuba, no siempre pueden tener las ventas que desean.

“No me he recuperado, todavía debo dinero, después que cumplo con todo lo que tengo que pagar lo que queda es poco para un diario”- dice un vendedor de dulces. Su  mostrador rueda calle abajo, cuando se estaciona para vender no se ven todos los dulces frescos  y apetitosos.

A  modo general, estos trabajadores por cuenta propia tienen que vérselas no sólo con los inspectores deseosos de poner multas tengan o no la razón,sino con los ilegales quienes les hacen competencia ofertando sus mercancías y servicios a precios inferiores. La participación de los agentes policiales ante casos como éstos es nula.

La indisciplina parece establecerse para entorpecer la labor que muchos hacen con respeto. Las ilegalidades y el no cumplir con lo establecido son muy continuadas, por lo que se aprecia una falta de control, de quienes tienen que velar por el cumplimiento de las normativas existentes. Falta un buen trecho para obtener logros con calidad.

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