lunes, 13 de mayo de 2013


Decodifiquemos el discurso oficial

 | Por Lilianne Ruíz
LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org.- El pasado 1 de mayo, el Canciller cubano pronunció ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con motivo de la presentación de Cuba ante el Examen Periódico Universal, un discurso indignante para todos los cubanos.
Aquí, el más valorizado discurso -pese a los blogs, pese a los periódicos-, parece ser todavía el discurso del poder. Así se ve desde Cuba, donde el periódico Granma, luego de dedicar algunas páginas a reproducir el discurso, colocó una nota triunfalista para la ortodoxia “revolucionaria” que ve en el Examen Periódico Universal, no la posibilidad de que los cubanos disfruten de todas las bendiciones de la libertad individual, de empresa, de expresión, de elección, de conciencia (eso entra en el terreno de la herejía político ideológica en el socialismo), sino como una “batalla contra el imperialismo”.
Lo más impresionante en dicha arenga son sus procedimientos de sumisión de la conciencia.
El primer paso para someter la conciencia es apelar a su oportunismo; salvo para aquellos que tengan la voluntad de velar por la salvaguarda de los derechos humanos y no permitir que éstos sean reinterpretados a la conveniencia de ningún mecanismo de dominación.
Nadie se imagine que Cuba es legible en el discurso oficial. Para hacer la historia de estos años, especialmente de esta actualidad  que es la que más interesa, porque es la única que puede ofrecer una salida al pueblo, hay que retirar el privilegio al Canciller.
Lo que tiene de endeble ese discurso es justamente su carácter gubernamental. Nacido del poder, saturado de intereses para quién lo pronuncia (es importante la atribución del discurso) en nombre del gobierno que representa, ese discurso fue preparado, con muchísima antelación, cuidadosamente redactado y controlado, para conjurar peligros.
El peligro mayor para un sistema dictatorial es el de la libertad.
Mientras escribía, marqué inútilmente a José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba, pero el gobierno, que ha monopolizado los servicios, les había desconectado los teléfonos a los miembros de UNPACU. En el oriente de Cuba, decenas de miembros de esta organización se mantenían en huelga de hambre desde el 16 de abril, para reclamar la libertad del activista Luis Enrique Lozada Igarza, que felizmente fue excarcelado este 8 de mayo luego de una prolongada huelga de hambre y sed.
Los activistas y opositores políticos son literalmente cazados por la Seguridad del Estado. El derecho a disentir de un gobierno, a aspirar legítimamente a un cambio de régimen que una parte significativa de la población está esperando hace mucho, no ha sido reconocido por el actual gobierno como un derecho humano. En vez de esto, para meter en la cárcel a opositores y activistas, el poder ha querido tildar de “agentes del imperialismo” a sus contrarios.
Pero la oposición en Cuba no es importada. Nace de un espacio vital anterior a la política: el espacio de la conciencia.
Los poderes se valen de muchos procedimientos de exclusión. Quién sabe si la mayor ambición que haya tenido el extinguible líder de las últimas décadas cubanas haya sido tener acceso a la tribuna siempre, tener el privilegio de construir el discurso. Porque mucho se ha repetido que el vencedor es aquel que tiene el derecho a contarnos la historia. Esta historia es tan frágil y tan temible como un discurso, cuya clave ha sido la dominación.

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