jueves, 1 de agosto de 2013

El rock también se va de Cuba


El rock también se va de Cuba

 | Por Camilo Ernesto Olivera Peidro
LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -A comienzos de junio último, tres bandas de heavy metal cubanas decidieron no regresar  a la isla. Los grupos, Escape, Ancestor y Agonizer habían viajado a EE UU para actuar en un importante evento del género, a celebrarse en Austin, Texas. Tampoco retornó la directora de la Agencia Cubana de Rock y ex- manager de Hipnosis, Max Yuri Ávila, designada por el Instituto Cubano de la Música para acompañarlos. También se acogieron al asilo los coordinadores por la parte cubana de este viaje, los hermanos Michel y Alexander Salazar. Ellos editaron en la isla, durante más de una década, la publicación independiente Scriptorium, cuya impronta es imprescindible para los estudiosos y seguidores del rock y el metal en Cuba. Ahora se acogen al asilo político los integrantes de Hipnosis.
El 13 de marzo se cumplieron cinco décadas de segregación del género en la isla. Fidel Castro se encargó de desatar la cacería, cuando esa noche de 1963 expresó:
Por ahí anda un espécimen, otro subproducto que nosotros debemos combatir (…) muchos de esos “pepillos” vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos, algunos de ellos con una guitarrita en actitudes “Elvispreslyanas”. Y que han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública, a organizar sus” shows feminoides” por la libre. Y añadió luego:
Que no se crean esos pepillitos que las calles de La Habana son las de Miami.
Muchas acémilas respaldaron estas palabras reprimiendo a aquellos pepillos. Hoy varios de los violentos están viviendo una vejez tranquila precisamente en Miami. Otros, por acá, han tomado el camino de la tolerancia, que no aceptación, del rock en la isla. El rock y el metal hecho en Cuba y su historia, son poco conocidos y, salvo excepciones, poco estudiados en medios académicos dentro y fuera del país.
En realidad, los rockeros dentro de Cuba han vivido exiliados por décadas. Son parte de los gitanos de la dictadura castrista. La existencia de la Agencia Cubana de Rock no garantiza otra cosa que un  oscuro control, por parte del gobierno, sobre la capacidad de expansión del género. Baste decir que esta agencia no tiene acceso a internet ni correo electrónico; tiene una sola línea telefónica para comunicarse y solo dos computadoras, de vieja factura y sin módem, para toda la Empresa. Esto es algo que los ciber-esbirros deCUBA SI ignoran o prefieren ocultar. Tampoco hablan del alto grado de corrupción que prevalece en lo que ellos denominan “Sistema gubernamental de promoción cultural”. Seguramente los músicos de Hipnosis podrían contar varias anécdotas en este sentido. Aunque la presencia de Max Yuri como directora de la Agencia les favoreció, no todo fue tan fácil como algunos creen.
El rock y el metal en la isla están encerrados en un círculo vicioso. Priman las pugnas de poder para alcanzar las pocas migajas que se logran colocar a tiro, porque caen de la mesa conjunta de PMM y las autoridades políticas y culturales provinciales. Esta alianza  garantiza el pan y el circo en clave de reggaetón para la mayoría de las fiestas populares de la isla. Esas mismas autoridades se niegan a pagar a los grupos de rock que asisten a eventos del género en sus provincias. Pagan cifras astronómicas a figuras como Osmani García, El Micha o Gente de Zona. Éstos, a su vez, compran espacios televisivos como el “heraldo” del video clip cubano, los Premios Lucas. Además, les dan su porciento monetario a los funcionarios que les garantizan actuación y pago una y otra vez. De nada de esto, tampoco, hablan los genízaros de CUBA SI porque, simplemente, no pueden hacerlo. Están demasiado comprometidos con los supremos valedores de todo este pantanal, al cual todavía algunos insisten en llamar “cultura cubana”. Ojalá Hipnosis sea capaz de mantenerse unido como grupo. Ojalá su trabajo musical se supere a sí mismo y logren estatus en el complejo mercado musical estadounidense. Ojalá, de ser logrado, su éxito sea un guitarrazo sin mano en el rostro de los sátrapas que hoy nos imponen lo que ellos pretenden que sea la “cultura de masas”.

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