viernes, 2 de agosto de 2013

“Vi a Stalin varias veces delante de mí”


“Vi a Stalin varias veces delante de mí”

 | Por Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -Lyudmila nació en Ucrania, dos años después que José Stalin revelara (en 1934) los terribles resultados de la colectivización forzosa, con sus grandes extensiones de tierra sin cultivar y el hambre que ocasionó millones de muertos.
Los recuerdos de esta anciana son tantos y tan traumáticos, que cuando llegó por primera vez a La Habana, hace cuarenta años, le pareció llegar al paraíso terrenal.
No sólo amaba a su esposo cubano, con quien tenía dos hijos. También amó a Cuba desde el primer momento: su sol luminoso,  La Habana, una ciudad magnífica, en la que todavía no se veían caer balcones ni edificios, y su gente, que para sorpresa de Lyudmila, le resultaba la más simpática y solidaria del mundo.
En aquella ocasión, joven aún, se dijo que jamás se marcharía y así ha ocurrido. Su corazón se partió en dos: su patria natal y la isla caribeña que le dio hospitalidad.
Pero esta mujer de estatura pequeña y sonrisa juvenil, siempre ha sido perseguida por cierta historia que no le permite gozar de una vida plena de felicidad, con sus hijos y nietos, y ahora con sus libros, como fiel compañía .
“¿Que si recuerdo a Stalin?Pues claro. Lo vi varias veces delante de mí. Imponente, de personalidad sobrecogedora, muy parecido a Fidel Castro, a quien también vi muy de cerca en más de una ocasión. Los recuerdo a los dos. Pero también a los campesinos de mi país, descalzos, cultivando la tierra con arados de madera, sin caballo ni vaca, opuestos a la colectivización. Por eso, millones de ellos fueron deportados a punta de ametralladora, por orden de Stalin a deshabitadas zonas de Siberia”. Así son los recuerdos que aún la torturan .
“También recuerdo a los militares, que disparaban contra aquellas multitudes de campesinos ucranianos, los mismos que habían luchado contra el Zar, a favor de Lenin. Ucrania se llamó El Granero de Grecia, por la importancia de su comercio desde el siglo VI Antes de Cristo. Luego, con la Revolución de 1917, vino la hambruna. Hasta nos obligaron a que habláramos en ruso, en vez de nuestro idioma”.
Me cuenta Lyudmila que, cuando se despierta en las noches, todavía acuden a su mente recuerdos e imágenes que preferiría borrar para siempre: “Los cinco millones de ucranianos que murieron durante la Segunda Guerra Mundial, nuestras ciudades, pueblos y aldeas destruidos, los muertos por el hambre…En 1986, cuando ocurrió la lamentable explosión en la Central Nuclear de Chernóbil, yo estaba aquí.Pero sufro aún ese terrible accidente, sus 56 muertos y la posibilidad de que miles de mis compatriotas puedan morir de cáncer por la radiación”.
Y a pesar de todo, a esta ucraniana/ habanera, anciana ya, le quedan esperanzas:
“Sí, creo que el futuro de Cuba no es malo. La revolución socialista de Fidel se está disolviendo poco a poco, por sí sola, como ocurrió en Rusia y en los países del este europeo. Cuando visité la desaparecida URSS y Ucrania se había convertido en un país libre e independiente, mis coterráneos me dijeron que la libertad no había sorprendido a nadie, porque la esperaban desde hacía tiempo, la presentían, la vieron venir un poco cada día. Como mismo ocurre aquí”.
Después de que Ucrania se liberó del comunismo, regresaron más de un millón de exiliados. Lyudmila también volvió, pero sólo de paseo:
“Poco me faltó para morirme de tristeza cuando me levantaba por las mañanas y no veía el sol cubano en mi ventana, el mar casi al alcance de mi mano, como lo veo desde mi casita, aquí en Santa Fe, este pueblo habanero que convertí en mi patria”.

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