Cuba actualidad, El Vedado, La Habana, (PD) En el más de medio siglo que lleva la revolución en el poder, los cubanos hemos tenido que pasar por situaciones que nos llevaron a actos que se pueden catalogar de humillantes y que en algunos casos rebasaron los límites de la ridiculez.
Cito solo algunos ejemplos.
Los religiosos, con carácter obligatorio, tenían que sacar permiso en las unidades de la policía para realizar cualquier actividad (sesión espiritista, tambor, violín, cajón, en homenaje a algún santo de la religión yoruba o cualquier otra) en la que tuviera que interactuar un grupo de personas, por muy pequeño que fuese, y declarar el día, hora y lugar donde acontecería el mismo.
El 6 de enero, que se conoce tradicionalmente como el Día de los Reyes Magos, en el que los niños hacían solicitudes de determinados juguetes, se instauró la metodología de proporcionar solo tres juguetes de distintas categorías y precios: el básico (el de mejor calidad), el no básico" (de regular calidad y menor precio) y el más inferior en calidad y de más bajo precio al que se llamó dirigido.
Cuando se decretó el llamado período especial, durante algún tiempo hubo que sustituir el arroz por fideos y la carne por cáscara de plátano condimentada.
Al comenzar a faltar las medias largas para féminas, muchas mujeres, sobre todo a las que se les exigía como complemento del uniforme laboral, tomaron la iniciativa de embadurnar sus piernas con aceite o brillantina para que brillaran y con lápiz de cejas hacer una línea oscura que imitara las costuras.
En La Habana, las parejas que se casaban tenían que aceptar para pasar la luna de miel el hotel de la capital que se les asignara, con un límite de tiempo que no excedía los tres días, a no ser que tuviera alguna amistad que les pudiera resolver una prórroga, o pasar una semana en otro hotel cualquiera en las playas del este de la ciudad. Casi siempre era el Hotel Gran Vía, en la localidad de Guanabo, que estaba tan solo a unos metros la playa, pero con un aspecto tétrico por la oscuridad de sus pasillos e imperfecta decoración de habitaciones que quitaba las ganas a cualquiera de dar un beso mientras el sol estuviera afuera.
Durante mucho tiempo, al acudir a algún restaurant, solo se tenía derecho a un plato fuerte y dos cervezas por consumidor, poco importaba que hubiera hecho cola por más de cuatro o cinco horas para entrar.
Las embarazadas o sus familiares se vieron en la obligación de hacer colas en tiendas de canastillas hasta por un mes, rectificando el puesto en la cola día y noche, para poder comprar, cuando abastecieran, la cuna, el colchón o algún otro artículos para bebitos.
Cuando el gobierno instauró las casas de cambio –popularmente conocidas como "casas de Hernán Cortés- donde eran compradas todo tipo de joyas u objetos que fuesen de oro o plata, algunas familias rebuscaron hasta en los más recónditos lugares de las casa a ver qué encontraban, para adquirir algunos "chavitos" para con ellos poder comprar lo necesario, ya fuese para comer o vestir.
Ahora, que la situación se pone cada vez peor, los que recuerdan esto, se dan cuenta que aquellos tiempos tampoco fueron buenos para los no favorecidos, los de abajo.
Para Cuba actualidad: susana.mas24@yahoo.com
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