lunes, 31 de marzo de 2014

Scheherazada, del filin al andrajo

Scheherazada, del filin al andrajo

Donde brillaron Elena Burke, Frank Domínguez, Portillo de la Luz no queda ni el recuerdo

En los bajos del edificio Focsa está el Sheherezada_foto tomada de internet
En los bajos del edificio Focsa está el Sheherezada_foto tomada de internet
LA HABANA, Cuba.- Luego de haber pasado por las mil y una noches de la burocracia destructiva y uniformadora, el club Scheherazada exhibe su aniquilamiento como una afrenta a los inmortales autores e intérpretes del Filin, género de canción cubana que alguna vez tuvo allí su templo y una muy especial plataforma para el vuelo histórico.
José Antonio Méndez (El King), César Portillo de la Luz, Frank Emilio, Ñico Rojas, Ángel Díaz, Frank Domínguez o Elena Burke, entre tantísimos otros grandes, no podrían reconocer en el tugurio de mala muerte que es hoy el Scheherazada lo que hasta hace no tanto tiempo era refugio para el intercambio de sus hermosas canciones, en un ambiente desosegado e intimista.Frank-dominguez_BRB
“Aquella cuya apariencia es noble” es uno de los significados de Scheherazada, nombre del personaje de Las mil y una noches que aún conserva este club, cuya apariencia, lejos de su otrora nobleza, expele mediocridad y miseria. No lo ha salvado ni siquiera su privilegiada ubicación en los bajos del edificio Focsa, una zona particularmente céntrica del Vedado habanero.
Hace unos veinte años, el Scheherazada conservaba aún los cojines que se usaron como únicos asientos en sus tiempos de oro, junto a las mesas de unos pocos centímetros de altura. También conservaba las banquetas sobre las que el espectador, recostado a la barra, pudo disfrutar de los estrenos, en el piano bar, de muchas de las piezas que hoy conforman el catálogo de joyas de nuestro cancionero. La hermosa fuente de la entrada se mantenía en pie, aunque seca.
elena-300x297Hoy no queda nada de eso. Los peculiares cojines y mesas de ambiente oriental fueron sustituidos por vulgares muebles de plástico. El piano y las banquetas de la barra desaparecieron. En el lugar de la fuente hay una puerta de emergencia con un letrero que invita a huir. La atmósfera general del club es de indigencia.
Esa aberrante manía que impulsa a los funcionarios del régimen a compartimentarlo todo y a convertir el oro en estiércol, se proyectó con saña sobre el club, en cuyo portal de entrada hay ahora un “tiro de ron y cerveza” que no aplica ni en la séptima categoría. Y todavía peor se muestra el “salón” interior, oscuro y desierto, donde el sentimiento fue sustituido procazmente por el andrajo.
Claro que lo único que no falta en el Scheherazada es lo que sobra, allí y en cualquier parte: un extenso edicto donde constan las Normas de Conducta que debe mantener el público. A uno no le queda sino reír por no llorar cuando lee que “La casa se reserva el derecho de admisión”, o que “No se permite tirar fotos en los interiores del salón”, o que “El vestuario de los clientes deberá estar acorde con la categoría del lugar”, algo que resultará difícil para muchas personas, a no ser que se disfracen de menesterosos para ir a tomarse un par de rones.
Nota: Los libros de este autor pueden ser adquiridos en las siguientes direcciones: http://www.amazon.com/-/e/B003DYC1R0 y www.plazacontemporaneos.com
Su blog en: http://elvagonamarillo.blogspot.com.es/
Foto-galería de José Hugo Fernández

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