martes, 1 de abril de 2014

Consumo excesivo de alcohol e indisciplinas sociales

Oscar Sánchez Madan
Cuba actualidad, Cidra, Matanzas, (PD) Entre las principales causas de las indisciplinas sociales en nuestro país está la descontrolada ingestión de bebidas alcohólicas. No pocas personas de todas las edades se ven afectadas por este mal. Dichas drogas están al alcance de la población tanto en instalaciones recreativas estatales como en fiestas de centros laborales controlados por el gobierno.
Para nadie es un secreto que la mayoría de los nacionales, en especial los jóvenes, por lo general ingieren bebidas alcohólicas en sus ratos de esparcimiento. Esto se debe a la deficiente educación existente en este sentido, a la ausencia de espacios sanos de recreación, a la abundancia de prohibiciones oficiales y a las penurias que enfrentan día tras día.
Notables son los eventos políticos en los que el gobierno expende ron y cerveza para que las personas asistan. Durante la celebración del pasado 1º de mayo, bajo el efecto de bebidas vendidas por el oficialismo, en Pedro Betancourt, Matanzas, se produjeron más de una decena de riñas. Por esa causa más de 30 ciudadanos fueron arrestados. En esa ocasión un policía fue golpeado.
El consumo extremo de alcohol puede ocasionar al organismo humano depresión y descoordinación, mala absorción de nutrientes, cirrosis hepática, problemas cardíacos, entre otras complicaciones. Asimismo, consigue estimular a los bebedores a irrespetar las leyes y las más elementales reglas de convivencia.
Sin embargo, en la isla el expendio de esta droga se incrementa. También aumentan sus adictos. Estos molestan a quienes les rodean y utilizan casi todos sus recursos financieros para comprar ron o cerveza. Por consiguiente, pierden el afecto por familiares y amigos, a los que saquean al menor descuido.
Muchos padres y personas de la tercera edad responsabilizan al gobierno porque no emprende acciones efectivas para disminuir el consumo de alcohol. Más bien –según afirman- lo estimula.
En enero último, la periodista Arianna Oviedo Bravo, del semanario oficialista Girón, de Matanzas, escribió que "La Constructora" -bar de la ciudad de Cárdenas- está ubicado frente al Instituto Preuniversitario 13 de Marzo y el círculo infantil Guerrilleros de Kwang Nahg. Según manifestó, esta dependencia estatal permanece abierta día y noche y sus clientes molestan a los vecinos con "escándalos y palabrotas".
Un ejemplo de lo que significa ingerir alcohol sin mesura es la riña tumultuaria acontecida hace varias semanas en el poblado de Cidra, municipio de Unión de Reyes, Matanzas. Durante la misma, un joven hirió a otro con un objeto contundente. La víctima perdió la visión de un ojo para el resto de su vida. La mayoría de los involucrados en el altercado habían ingerido alcohol.
Como han confirmado fuentes médicas y policiales, en Cuba los cuerpos de guardia y salas de emergencia de clínicas y hospitales se colman de heridos durante los días festivos. Algunos mueren por las lesiones sufridas. A casi todos los que son trasladados hasta estas instituciones se les detecta aliento etílico.
Hoy, en la mayoría de las comunidades rurales y barrios urbanos viven personas alcohólicas. A muchos se les conoce por los harapos conque visten, por su andar zigzagueante y porque llevan una caneca en la que guardan el "preciado" líquido que les permite "soñar", malvivir y hasta morir de forma supuestamente placentera.
No existen programas serios del gobierno para enfrentar este fenómeno, a pesar de que los funcionarios organizan no pocos eventos recreativos (deportivos, artísticos y culturales). Una opción de recreación sana, promovida por el oficialismo desde hace décadas, es el campismo popular, espacio donde al inicio el Estado no comercializaba bebidas alcohólicas. Allí se organizan bailes e interesantes juegos de participación. Por desgracia, desde hace años la misma se prostituyó por la aparición del ron y la cerveza, ingeridos sin límite por muchos excursionistas.
Es triste observar cómo jóvenes, incluso niños, fuman cigarrillos e ingieren ron y cerveza en lugares públicos. Esto, más que un mal hábito, se ha convertido en una moda de mal gusto muy peligrosa, porque muchos de ellos portan armas blancas y tienden a resolver sus diferendos mediante la violencia.
Es conocido que detrás de incontables indisciplinas sociales y delitos en los que se ha involucrado un amplio sector de nuestra juventud se esconde la desmedida ingestión de bebidas alcohólicas. Bajo los dañinos efectos de esta y otras drogas, miles de muchachos y muchachas han robado, violado, matado o causado lesiones a otras personas.
Si los accidentes de tráfico, las rupturas matrimoniales, los hechos violentos, la desintegración familiar y la comisión de delitos no se logran disminuir en muchas regiones del territorio nacional, es en primer lugar por el consumo de esta y otras drogas. Numerosas personas, sobre todo adolescentes, subestiman sus efectos nocivos.
Según el gobierno, más del 45 % de la población cubana mayor de 15 años consume alcohol. Dicha cifra es cuestionada por las organizaciones no gubernamentales del patio, que manifiestan que la cantidad de bebedores es mucho mayor. La realidad confirma esta última idea.
Ante esta penosa situación urge que los dirigentes del Ministerio de Educación –en Cuba no hay escuelas privadas- revisen los proyectos educativos. Han fallado los programas de estudio que deben contribuir a alejar a niños y jóvenes de este fenómeno social. También ha fracasado el imprescindible vínculo escuela-familia.
Asimismo, el Ministerio de Salud Pública puede hacer más para combatir dicho flagelo. Bajo la tutela de esta poderosa institución debería convocarse a un debate nacional que posibilite a toda la sociedad identificar las causas de un mal que envenena a nuestra gente. Una discusión amplia, franca y transparente nos permitiría hallar las imprescindibles soluciones. Esperemos por la necesaria reacción del gobierno.
Para Cuba actualidad: sanchesmadan61@yahoo.com

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