La nueva ley del “capitalismo castrista”
Donde los cubanos solo tienen derecho a ser explotados por extranjeros y generales
martes, abril 1, 2014 | Luis Cino Álvarez | 2 Comentarios
LA HABANA, Cuba — La nueva Ley de la Inversión Extranjera es el más reciente episodio de la saga de la supervivencia castrista: como la disparatada economía cubana va de mal en peor, necesitan desesperadamente del capital foráneo.
El megapuerto y zona franca de Mariel no ha atraído la cantidad de inversionistas extranjeros que –no se sabe por qué– los mandarines esperaban que acudieran como moscas al pastel. En el área caribeña y centroamericana hay instalaciones similares, tal vez no tan grandes y modernas y con una mano de obra tan barata e inerme, pero más ventajosas en cuanto a confiabilidad.
Las perspectivas de Mariel, al menos mientras esté vigente el embargo norteamericano y las sanciones a los barcos que toquen puertos cubanos, parecen a largo plazo. Y ese tipo de plazos, con muchos riesgos incluidos además, no suele ser del gusto de los inversionistas. Algo que no han aprendido los mandarines en sus tratos con los capitalistas.
Tampoco han logrado quitarse la bien ganada fama –con su corralito a la cañona y su muy peculiar campaña contra la corrupción– de ser malas pagas y poco serios con los ingenuos que caen en la trampa de ser partnerssuyos. De ahí la nueva ley, más flexible y atractiva.
Va y tiene éxito. Lo cierto es que cada vez el castrismo se mueve en un rumbo más próximo al capitalismo. Sólo que lo hace hacia el peor, uno en el que los trabajadores no tienen provecho ni derecho a nada que no sea producir para la consolidación del aparato burocrático-partidista-militar.
Los beneficiarios de estas movidas proto-capitalistas serán los miembros de la nomenclatura, (aparatchiks, altos militares y sus parientes), en vías se transformarse en una casta gerencial.
Todo indica que, como ocurrió en Rusia, el régimen no se desvanecerá y desplomará en el vacío, sino que su burocracia y sus generales impondrán un capitalismo a su modo y conveniencia.
La mala noticia para esta casta es que posiblemente, en lo económico, las ganancias no serán tan grandes como esperan.
El capitalismo de estado resultante del post-castrismo, al conformarse a partir de las ineficientes megaempresas estatales, será oligopólico y monopolista. Pocas de esas empresas reconvertidas serán viables en el muy competitivo mercado mundial, donde lograrán ubicar muy pocas de sus producciones. Por tanto, para acumular capital, tendrán que recurrir a congelamientos de salarios, despidos masivos, cierres de fábricas y otras linduras del “capitalismo salvaje en crisis” que tanto critican en Granma, Mesa Redonda y el NTV.
Desgraciadamente, la noticia, peor que para la casta de miembros de la nomenclatura que se reconvierten en burgueses, lo será para el pueblo que explota. Pero no es irremediable. En definitiva, de ese pueblo, y no de los inversionistas extranjeros, dependerá que los mandarines se salgan o no con las suyas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario