La gracia divina
Cuba actualidad, El Vedado, La Habana, (PD) Llevaron ante el juez a un jovencito de pésima conducta social. Se decidía el destino del muchacho, que estaba fuera del control de sus padres y si aun no era un delincuente consumado, estaba en camino de serlo.
El juez le preguntó:
-¿Qué puede argumentar de las acusaciones que se le hacen?
-Todas son ciertas, señor juez. Pero faltan muchas más. Y si salgo de aquí, voy a volverlas a hacer y peores- dijo el chico.
-¿Qué puede argumentar de las acusaciones que se le hacen?
-Todas son ciertas, señor juez. Pero faltan muchas más. Y si salgo de aquí, voy a volverlas a hacer y peores- dijo el chico.
La sala se escandalizó tanto que el juez tuvo que imponer orden.
Los del jurado habían palidecido ante la respuesta del muchacho.
El juez, antes de solicitar el veredicto, dijo:
-Estimados señores del jurado, este joven se acaba de condenar por su boca, pero antes de dictar sentencia, pese a lo que oyeron, solicito me concedan el favor de llevármelo dos semanas para mi casa y les prometo que volveré luego con él para que se dicte sentencia.
-Estimados señores del jurado, este joven se acaba de condenar por su boca, pero antes de dictar sentencia, pese a lo que oyeron, solicito me concedan el favor de llevármelo dos semanas para mi casa y les prometo que volveré luego con él para que se dicte sentencia.
El juez gozaba de mucha consideración y respeto. Todos le aconsejaron que no mediara por el muchacho, que era un caso perdido. Pero el juez se lo llevó para su casa.
Aún no habían salido del tribunal y el muchacho vociferó:
-Hagan lo que hagan, no me van a cambiar. Yo quiero ir para el correccional.
-Está bien, hay tiempo, después de estas dos semanas me dirás-replicó el juez.
-Hagan lo que hagan, no me van a cambiar. Yo quiero ir para el correccional.
-Está bien, hay tiempo, después de estas dos semanas me dirás-replicó el juez.
El chico fue instalado en una lujosa habitación. El primer día acabó con toda la cristalería del cuarto, ensució las paredes y rompió cuanto pudo.
El juez había salido. Cuando regresó, a la hora de almorzar, fue a verlo. No más abrió la puerta, el chico, desafiante, le preguntó:
-¿Viste? ¿Qué te parece?
-¿Viste? ¿Qué te parece?
El juez le contestó:
-A mí me costó tiempo, dinero y amor hacer lo que hice para el hijo que perdí y lo has desbaratado todo en unas horas, pero tú eres mucho más importante para mí que todo lo que has destruido.
-A mí me costó tiempo, dinero y amor hacer lo que hice para el hijo que perdí y lo has desbaratado todo en unas horas, pero tú eres mucho más importante para mí que todo lo que has destruido.
El chico no podía creer lo que escuchaba y estalló en llanto, quebrantado, y le pidió perdón al juez.
Tan solo unas horas fueron suficientes para que cayera rendido ante el anciano juez que le demostró, con gracia, su amor.
La gracia no equivale a tratar a una persona de acuerdo a sus virtudes o imperfecciones, o lo que se merece: equivale al trato misericordioso, sin la menor referencia a defectos y errores.
La gracia es el favor o don gratuito concedido por Jehová para ayudar al hombre a ser obediente para su salvación.
Se entiende como el acto de amor exclusivo e inmerecido por el que Jehová llama continuamente las almas hacia sí.
La gracia se propone no solo dar perdón para el pecador, librándolo del castigo eterno, sino también librarlo del poder del pecado, cambiarlo y regenerarlo.
La gracia hace lo que no logra la ley ni el castigo, donde no vale persuasión alguna. La gracia da vida, salud y fuerzas.
Para Cuba actualidad: alianzacristiana777@gmail.com
Para Cuba actualidad: alianzacristiana777@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario